El silencio invadió la habitación cuando Kaylee escuchó las opciones que él le proponía, observó los ojos oscuros del chico frente a ella y suspiró mientras le venía a la mente todo lo que su madre le había dicho en el transcurso de su vida.
Si accedía a sus deseos terminaría pecando y la echarían de casa. Tomar dinero de un hombre era un pecado.
Dante frunció el ceño y acarició la pequeña cintura de la chica pelirroja, subió sus manos lentamente y chasqueó la lengua antes de atrapar con su mirada la timida mirada de Kaylee.
Un pequeño jadeo escurridizo salió de los labios de ella, él la miró fijamente a los ojos, demostrandole que no pensaba irse de ese lugar hasta que ella hiciera lo que él quisiera. Un pequeño suspiro se escapó de los labios de Dante cuando su imaginación viajó en busca de un poco de diversión.
— ¿Qué tenemos aquí?— preguntó mientras la acariciaba y sentía la agitada palpitación entre sus venas. Con cada segundo que pasaba él podía comprobar lo que estaba pensando.
—Dante...
—Nos vamos a divertir tanto que no podrás ir a la universidad mañana. — susurró suavemente con una voz aterciopelada, acariciandole el cabello por un momento.
Kaylee se llevó una mano hacia el corazón, intentando controlar los sentimienros que sentía en esos momentos. Dante gruñó y alejó las manos de su cuerpo.
—¡¿Entonces no hablarás?!— preguntó, esta vez con una voz dura y firme. Dante se llevó las manos a la nuca y suspiró frustrado antes de alzar la ceja.— te daré el dinero.
—¿Por que no puedo hacerlo?— susurró ella mientras se sentaba sobre el colchón, un poco mareada por todo lo que habia bebido.
— ¡Te he dicho que no!— dijo él, molesto. Tratando de no perder la cabeza por completo.— estás molestandome.— me molestan tanto las mujeres como tú...
—¿Como yo?— preguntó Kaylee, mordisqueandose el labio.
—Tú nunca has estado con un chico ¿Cierto?— preguntó con cierto asco en la voz. Alejandose unos pasos — ¡Maldita sea!
—Sé lo que intentas decir y si...lo soy... —susurró ella mientras lo veía limpiarse unas muestras de sudor que tenía en su ceño totalmente fruncido. — ¿Te doy asco por ello?
Dante negó y se recargó en la pared. Observó sus manos y luego la miró. Manteniendo su ceño totalmente fruncido.
— ¡Yo no estoy con mujeres como tú y mucho menos intento relacionarme con ellas!— confesó. — ¿Sabes por qué?— Kaylee negó suavemente y se cubrió el cuerpo con la delgada sabana rosa de la cama.
— ¿Por inexpertas?— preguntó totalmente tímida. Dante se acercó a ella y la tomó del rostro. Ella observó sus labios y sus ojos oscuros mientras la tomaban del rostro y respiraba agitadamente.
—Las chicas como tú se clavan, se obsesionan. No entienden que es estar con un chico un rato y listo. Siempre creen que terminaremos casandonos o algo parecido.
—Yo no me obsesionaré contigo —susurró. Él sonrió y finalmente soltó una pequeña risa. Se pasó la lengua por los labios y alejó bruscamente el rostro de la chica.
— ¿Tú no te obsesionarás?— preguntó. — cariño, te desborda por los ojos el amor que me tienes, estás perdida.
— ¡No estoy perdida! Ni siquiera me gustas. —dijo ella. Dante carcajeó y se acercó a ella rápidamente con una mirada amenazadora. Haciendola creer que finalmente la besaría.
— ¿No te gusto?— preguntó mientras observaba sus labios. Percatandose de como la piel de Kaylee se erizaba al tenerlo tan cerca.
Kaylee chilló con fuerza al verlo acercarse un poco más a ella, ruborizandose con fuerza al verse totalmente indefensa ante él.
—Ya que te he dejado totalmente impaciente. Te ayudaré a quitarte esa horrible sensación.
—No es necesario —dijo ella.
—Shh, cállate—ordenó, observandola por unos segundos y analizando sus movimientos. La tomó del brazo y la obligó a levantar el rostro a la altura que él deseaba. Colocó su mano en la espalda de la chica y comenzó a delinear la figura de esta. Kaylee suspiró ante la caricia del chico y tenso los labios con nerviosismo. — A partir de ahora, cosa que te ordene, cosa qué haces, ¿Entendido?— preguntó antes de dejar caer con fuerza su mano sobre la sabana rosa.
Ella guardó silencio por completo y chilló al sentir el segundo golpe sobre la sabana.
— ¿No me escuchaste?— preguntó él.
—Lo he hecho...
— ¿Y por qué no me has contestado?— preguntó antes de lanzar el primer peligroso contacto sobre su piel. Dante colocó sus manos sobre las rodillas de Kaylee y se aferre en estas.
—Haré lo que me pidas — dijo ella, completamente ansiosa.
Dante asintió y pasó nuevamente sus cálidos labios por su mejilla. Gruñó y se acercó un poco más. Queriendo obtener más de ella.
Kaylee jadeó y pensó en los pecados que su abuela le había dicho. Estar con Dante en esos momentos era un pecado completamente mortal. Si sus abuelos la vieran en esos momentos estaría perdida. Incluso si no estaba haciendo nada malo se sentía como estar pagando su boleto para el infierno.
Si pecar era así de satisfactorio, Kaylee estaba lista para vivir en el infierno.
Dante gruñó al sentir las piernas de Kaylee temblar, indicándole que la tenía bajo su control. Amaba esa sensación. Quería controlarla y aprovecharse de sus sentimientos para que ella no fuera a soltar ni una palabra de la sociedad.
Estar con una chica como ella estaba prohibido en sus reglas y no lo haría. Por suerte, tenía la sociedad, donde podía ir a gastar las ganas que le había ocasionado la chica. Repentinamente se alejó despues de regalarle unas cuantas caricias en el cuello que no fueron nada.
—Estamos a mano niña, a partir de ahora no me conoces, no te acerques a mí y no te atrevas a dirigirme la palabra en público. Si no quieres tener problemas no abras la boca y estarás bien, en cambio si te atreves a abrir la boca, te juro que te arrepentirás de haberme conocido y te arruinaré la vida, ¿Entendido?
—Entendido —susurró Kaylee con la voz completamente temblorosa. Incapaz de entender que acababa de suceder.
Dante asintió y se dio la media vuelta. Se acomodó la chaqueta de cuero y escuchó el pequeño sollozo de parte de la chica antes de abrir la puerta del departamento y salir sin decir ni una sola palabra más.
Kaylee observó la puerta por donde el chico que tanto quería había salido, ¿Como las cosas habían empezado y terminado tan rápido? Se sentía completamente confundida y sobre todo mareada.
¿Por qué Dante se había comportado de esa manera?, ¿Dónde había quedado el hombre perfecto y caballeroso que había conocido en la universidad?
Kaylee solo podía pensar en una cosa.
¿Cuál de las dos personalidades de Dante era la real?
Los pasillos del edificio se encontraban en completo silencio, mientras que los pasos del joven y apuesto chico causaban un fuerte eco sobre el lugar.Se pasó la mano por la barbilla y dio vuelta en un pequeño corredor del edificio mientras pensaba en la frustración que le había provocado la inocente pelirroja.—Buenas noches, señor Black. — dijo una mujer con corsé plateado de encaje. Dante se detuvo un momento para observarla y clavó la mirada en su antifaz, era nueva y lo sabía por el color de su antifaz.—Eres nueva —dijo él.—Me han asignado a usted, por tres días.— ¿Te han dicho las reglas?— preguntó él mientras escaneaba el curveado cuerpo de la mujer. Ella suspiró y negó suavemente.—Me han dicho que usted me las explicaría.Dante asintió y abrió la puert
Kaylee se posó las manos sobre la cadera, camino dando vueltas por su habitación y recordó las palabras del chico, prometiéndole miles de cosas.Jadeó nerviosamente y suspiro antes de intentar relajar su cuerpo. Se colocó la larga falda que su padre solía obligarla a usar, solo para esconder sus largas y torneadas piernas.Su padre la esperaba abajo, la llevarían a su cita con la psicóloga, una vez más.Estaba nerviosa, a pesar de que mantenía su cuerpo intacto. Pero, había estado a punto de entregar todo y sentía que la psicóloga podría olfatear las ganas que tenía por perder la marca que al parecer tenía en la frente.Se agachó y tomo su bolso para poder esconder el regalo de Dante en un lugar seguro. Si su madre lo encontraba, estaría perdida y probablemente terminaría en el convento.Metió
El salón de clases se mantenía en silencio mientras el anciano frente a la clase explicaba el nuevo tema. Kaylee se mantenía al fondo de la clase, como siempre solía hacerlo.Dante se movió incomodo en su asiento y tomó su celular a escondidas. Comenzó a escribir un mensaje de texto y finalmente el celular de Kaylee sonó en medio del silencio de la clase.Dante palideció y volteó a verla.— ¿Quien tiene su celular encendido?— preguntó el anciano. Dante colocó ambas manos sobre la mesa de su asiento y se levantó.— ¿Quien ha sido?—preguntó Dante, mirando a su alrededor.Dante observó a la clase y observó al profesor.—Parece que solo ha sido una equivocación... ¿Podemos retomar la clase? Estamos cerca de los exámenes— pidió con amabilidad.El
Kaylee se acomodó el vestido azul y observó sus altas zapatillas negras que hacían lucir sus piernas mucho más altas y sensuales.Tragó saliva totalmente nerviosa y caminó hacia la puerta del restaurante. Dante la miró por las cámaras de seguridad y sonrió.—Sexy —susurró. Se levantó de la mesa y camino por la habitación privada del restaurante. Colocó sus manos sobre la puerta corrediza y observó al grande guardaespaldas que se encontraba parado frente a él. —Tráiganla—dijo con completa autoridad.—Sí señor— dijo el alto hombre, se alejó de su jefe y caminó por los estrechos pasillos del restaurante. En busca de la chica que había invitado Dante.Kaylee entró al lujoso restaurante cuando le abrieron la puerta. Observ&oacut
El lugar estaba a punto de explotar. Kaylee se abrió paso entre la multitud del lugar y sonrió al ver a todo el mundo divirtiéndose.Meneó sus caderas al ritmo de la música y tomó un poco de cerveza.Entró entre las personas y se acercó a un par de amigos que bailaban entre ellos.La música retumbaba en las ventanas del lugar, las luces de fiesta viajaban de un lado a otro y los gritos solo ayudaban a mejorar el ambiente. Kaylee gritó divirtiéndose, era su cumpleaños y no encontraba una manera de pasar mejor la noche de su cumpleaños. Dio pequeños brincos al ritmo de la música y se detuvo al sentir su celular vibrar un par de veces. Sacó el celular del bolsillo de su pantalón negro y miró las notificaciones de mensajes. Se alejó de la pista de baile y c
La habitación se tornó caliente en cuestión de minutos. Kaylee estaba completamente preparada para ser tomada por Dante, pero, él tenía otros planes para ella. Quería ir tomándola poco a poco hasta que ella estuviera completamente lista. No quería lastimarla, al contrario. Quería hacerla disfrutar hasta que ella no pudiera pedir por más.Pero había un problema, sus peculiares gustos. Gustos que no estaba seguro de que ella pudiera soportar, era por eso que tenía que ir poco a poco con ella.Tenía que ser paciente con Kaylee y aceptar el su ritmo a pesar de lo que él quisiera. Porque lo que él quería probablemente la asustaría. Incluso sabia una cosa, no podría entrar en ella esa misma noche a pesar de sus impulsos de deseo. Se alejó de ella al verla jadeante y nerviosa. K
Kaylee jadeó en aquella lujosa cama negra mientras que la pequeña bala de metal jugaba entre sus piernas. Dante se paseó por la habitación antes de tomar a Kaylee de los tobillos y comenzar a subir lentamente sus manos por las largas piernas de la chica.—Te enseñare lo que es un buen orgasmo— dijo al mismo tiempo que acercaba su rostro a la entrepierna de Kaylee.Los músculos del estómago de Kaylee se tensaron con el simple hecho de escuchar su voz.La voz de Dante comenzaba a jugar con ella de una manera sorprendente, para Kaylee el simple hecho de escuchar a Dante con su voz oscura y llena de deseo la obligaba prácticamente a llegar al orgasmo.Un fuerte gemido escapo de los labios de Kaylee cuando Dante pasó lentamente su húmeda lengua por el rosado y pequeño clítoris de Kaylee.Dante posiciono su mano sobre la pequeña balita de metal y comenz
Kaylee se abrazó a ella misma cuando vio el lujoso auto perderse en la esquina de la calle, perdiéndolo por completo de vista. Se mordió el labio a causa del frio y del miedo.—Todo estará bien, todo estará bien— susurraba Kaylee una y otra vez mientras caminaba bajo el cielo nocturno de la ciudad. El frio aire golpeaba con fuerza su pequeño cuerpo. La lluvia comenzaba a hacerse notar en la ciudad, apretando poco a poco mientras ella caminaba por las silenciosas calles de la ciudad. Un auto se acercó a ella cuando se alejó lo suficiente para no poder regresar a la sociedad.— ¿Necesitas que te lleve a casa? — preguntó un hombre de camisa negra con una barba completamente espesa y de color negro. Kaylee retrocedió un paso, alejándose por completo del auto negro que se había detenido a su lado. La mirada de la chica se desvió por completo cuando vio a