Kaylee se posó las manos sobre la cadera, camino dando vueltas por su habitación y recordó las palabras del chico, prometiéndole miles de cosas.
Jadeó nerviosamente y suspiro antes de intentar relajar su cuerpo. Se colocó la larga falda que su padre solía obligarla a usar, solo para esconder sus largas y torneadas piernas.
Su padre la esperaba abajo, la llevarían a su cita con la psicóloga, una vez más.
Estaba nerviosa, a pesar de que mantenía su cuerpo intacto. Pero, había estado a punto de entregar todo y sentía que la psicóloga podría olfatear las ganas que tenía por perder la marca que al parecer tenía en la frente.
Se agachó y tomo su bolso para poder esconder el regalo de Dante en un lugar seguro. Si su madre lo encontraba, estaría perdida y probablemente terminaría en el convento.
Metió la mano hasta donde pudo, dejó la pequeña caja café hasta el fondo y se agacho para comprobar que la pequeña caja no pudiera ser vista por su madre.
Los golpes en la puerta la obligaron a levantarse lentamente, se acomodó la ropa que ocultaba por completo su cuerpo y suspiro.
— ¿Kaylee?
— ¡Voy papá! — grito ella. Tomó su pequeño bolso de cuero rosado y su antiguo celular. Se miró un momento frente al espejo y finalmente caminó hacia la puerta.
“Todo estará bien” pensó mientras caminaba hacia la puerta, tomo la manija de la puerta y la abrió. Su padre la observo y comprobó que no pudiera ver ni un solo centímetro del pecho de su hija. Kaylee se acomodó la ropa y tomo un suéter que terminaba de cubrir su cuerpo.
— ¿Así está bien?— pregunto ella.
Su padre asintió y se alejó un poco para poder dejarla pasar. Kaylee salió de su habitación y cerró la puerta, quería cerrar su habitación con llave pero no era posible, nunca había tenido privacidad y nunca la tendría.
— ¿Hiciste la cita con la doctora?
—La hice—susurró ella.
—Entonces, vámonos.
Kaylee bajó las escaleras con cuidado y se dirigió a la puerta principal. Tomó las llaves del auto y se las extendió a su padre. El anciano tomó las llaves y salió de la casa. Kaylee lo siguió y caminó hacia la camioneta.
Un lujoso auto azul se estacionó frente a la casa y obligó a Kaylee voltear a verlo.
—Llegaron los vecinos — dijo el anciano.
—Finalmente vendieron la casa —dijo ella.
—El hijo del dueño de la compañía la compro. Al parecer decidió comenzar a vivir de manera independiente.
Kaylee observó a su padre y tragó saliva.
— ¿Cuándo podré vivir yo sola?— preguntó ella.
El anciano sonrió y la miró.
— ¿Tú viviendo sola?— preguntó. Kaylee asintió y solo pudo ver como su padre se burlaba de ella. —Nunca, vivirás casada o mejor muere. — dijo él.
Kaylee asintió lentamente y abrió la puerta de la camioneta. El lujoso auto azul abrió la puerta y dejo a la vista a un hermoso chico de ojos claros.
Ella clavó la mirada en el cabello rubio del chico y sobre todo en sus grandes brazos marcados.
Él volteo hacia la casa y miró a la hermosa pelirroja. Cerró la puerta de su auto y le regaló una sonrisa coqueta a la chica. Ella se sonrojó y entró rápidamente al auto.
—Señor D’Angelo... un gusto verlo. — dijo él chico rubio.
—Joven Nicolás, veo que pudo conseguir una buena casa.
Nicolás asintió y pasó la mirada sobre el barrio. Se llevó las manos a la cabeza y sonrió ampliamente.
—Es un lugar muy bonito, además escuché que el lugar es muy seguro, será un gusto tenerlo como vecino. Esperó y podamos llevarnos muy bien... — dijo mientras intentaba ver a la mujer dentro del auto. — disculpe pero... me pareció ver a una hermosa pelirroja, de causalidad... ¿Es su hija?
Kaylee examinó al chico por lo que pudo examinar de él. Abrió la puerta del auto y bajo al recordad que había olvidado sus lentes. Nicolás la observó y se acomodó el traje negro.
—Señorita D´Angelo — dijo.
Kaylee volteó a verlo y tragó saliva al ver que no tenía escapatoria. Se acercó a él con una sonrisa y se lamentó de no llevar la ropa adecuada.
El chico era un total dios italiano y ella simplemente era una italiana cualquiera.
—Hola— susurro ella, totalmente tímida.
Nicolás sonrió y se acercó a ella. Kaylee estiró su mano hacia el chico. Nicolás la tomó de la mano y le dio un beso. Un hombre totalmente respetuoso y educado.
—Es un gusto conocerla — dijo él. Kaylee asintió tímidamente y se alejó.
—El gusto es mío.
—Seremos vecinos a partir de ahora, si necesitas algo... puedes pedírmelo sin problemas— le dijo mientras sacaba una tarjeta de presentación de su traje y se la extendía a la hermosa chica.
Kaylee miro la tarjeta y asintió.
—Se nos hace tarde— dijo el padre de Kaylee.
—Muchas gracias— susurro ella antes de alejarse y caminar hacia el auto.
Nicolás observó una última vez a la chica y sonrió antes de caminar hacia su nueva casa. Recordó el cabello rojizo de la chica y abrió la puerta.
—Señorita Kaylee, ¿Puede contarme que es lo que ha hecho estos días?
Kaylee asintió y se pasaron las manos por las piernas cubiertas de gruesa tela.
—Estos días he estado pensando mucho sobre el matrimonio — dijo. Sabiendo perfectamente qué es lo que debía de decir para que sus padres la dejarán tranquila durante un tiempo. La psicóloga asintió convencida de las palabras de Kaylee y se movió lentamente por la habitación, dando vueltas por toda la habitación.
—Una amiga... estuvo a punto de perder su pureza con un chico del cual ella está enamorada pero él no la ama. ¿Ella estuvo muy mal, cierto? Es decir... la pureza tiene que ser para nuestro futuro esposo y solo para el... sin importar a quién queramos.
La psicóloga asintió y se sentó en su asiento. Escribió unas cuantas palabras sobre su libreta y miro fijamente a Kaylee.
—Estoy lista para ser una esposa...
— ¿En verdad?— preguntó la mujer. Kaylee asintió y se mordió el labio.
—Estoy a punto de cumplir años y estoy convencida de que debo de encontrar un esposo pronto o me quedare sola todo el tiempo.
—Señorita D´Angelo... recuerde que en su familia y en todas las familias de esta cultura. Los matrimonios son arreglados por los padres cuando encuentran un hombre que crean apropiado para usted, se lo harán saber. Por el momento disfrute su soltería.
“¿Disfrutar mi soltería?” Se preguntó Kaylee en la cabeza, nunca había disfrutado su soltería e incluso nunca había dejado de ser soltera.
La idea que cruzo por su cabeza se asentó en ella y prometió no irse nunca.
Kaylee se pasó la mano por los labios y negó rápidamente.
— ¿Cómo se disfruta la soltería?— preguntó Kaylee.
La doctora la miro fijamente y se preguntó a qué se refería la pelirroja frente a ella.
—Es decir, en mi sociedad... todo está prohibido, no puedo salir a fiestas porque divertirme es un pecado, además...salir con chicos también está prohibido por que tengo qué serle fiel a un hombre que aún no conozco, a mi futuro esposo.
—Bueno, puedes salir con tus amigas a tomar un café o un té. Puedes hacer muchas cosas, siempre y cuando no haya hombres al rededor.
— ¿Un café?— preguntó ella. La psicóloga asintió y escribió en su libreta. — lo tomaré en cuenta, muchas gracias...
La mujer de traje blanco asintió y se levantó de su asiento, caminó hacia un pequeño estante y tomó unas cuantas botellas de vidrio con pastillas adentro. Se acercó a Kaylee y se las extendió.
—No olvides tomar tus pastillas. — le dijo.
Kaylee asintió y tomó los pequeños frascos de cristal.
— ¿Puedo irme?— preguntó ella. La psicóloga asintió y le quitó el seguro a la puerta.
Por aterrador que fuera le ponían seguro para asegurarse de que ella no pudiera escapar. La mujer abrió la puerta y Kaylee salió del lugar con las pequeñas botellas de cristal en las manos.
Metió las botellas en su pequeño bolso y salió del edificio.
Su padre se había ido en cuanto había entrado a la sesión y ahora era libre de hacer lo que ella quisiera.
Caminó hacia el centro comercial y entró a la primera tienda de ropa interior que encontró.
Las horas pasaron rápidamente y como consecuencia, la noche había caído. Kaylee caminaba de un lado a otro por su habitación, había estado todo el día pensando en el pequeño regalo que se encontraba en la caja café debajo de su cama.
Sus padres se habían ido hace horas y lo único en lo que podía pensar era en ese maldito dinero escondido.
Si Dante le había regalado ese dinero para arruinarla, lo había logrado.
Se dejó caer sobre la cama y pensó durante unos minutos. Se levantó rápidamente y se agach para poder tomar la pequeña caja de color café que él le habia entregado. Tomo entre sus manos un poco del dinero y suspiró
Se cubrió con las sabanas y se mordió los labios con fuerza antes de encender la lampara de su celular y comenzar a contar el dinero. Unos cuantos billetes se le cayeron por culpa de su nerviosismo, si alguien la descubría, estaría muerta.
El celular de Kaylee comenzó a sonar justamente a su lado, ella volteo asustada y se colocó los audífonos antes de contestar. Escuchó la voz aterciopelada y suspiró nerviosa.
—Cariño—susurró Dante mientras la veía a través de la ventana. —Déjame adivinar, has estado todo el día pensando en cómo esconder mi regalito ¿Cierto?
— ¿Qué quieres?— preguntó ella.
—Hay algo dentro de esa caja que no has descubierto, un segundo regalo que sé que te gustará...descúbrelo— susurró antes de terminar la llamada y dejarla con la curiosidad hasta el tope. Inmediatamente se quitó las sabanas que tenía encima para buscar la caja en donde él le habia entregado el dinero. Su respiración se detuvo por un momento al verlo parado frente a ella en la casa de al lado. Viéndola a traves de la ventana.
El salón de clases se mantenía en silencio mientras el anciano frente a la clase explicaba el nuevo tema. Kaylee se mantenía al fondo de la clase, como siempre solía hacerlo.Dante se movió incomodo en su asiento y tomó su celular a escondidas. Comenzó a escribir un mensaje de texto y finalmente el celular de Kaylee sonó en medio del silencio de la clase.Dante palideció y volteó a verla.— ¿Quien tiene su celular encendido?— preguntó el anciano. Dante colocó ambas manos sobre la mesa de su asiento y se levantó.— ¿Quien ha sido?—preguntó Dante, mirando a su alrededor.Dante observó a la clase y observó al profesor.—Parece que solo ha sido una equivocación... ¿Podemos retomar la clase? Estamos cerca de los exámenes— pidió con amabilidad.El
Kaylee se acomodó el vestido azul y observó sus altas zapatillas negras que hacían lucir sus piernas mucho más altas y sensuales.Tragó saliva totalmente nerviosa y caminó hacia la puerta del restaurante. Dante la miró por las cámaras de seguridad y sonrió.—Sexy —susurró. Se levantó de la mesa y camino por la habitación privada del restaurante. Colocó sus manos sobre la puerta corrediza y observó al grande guardaespaldas que se encontraba parado frente a él. —Tráiganla—dijo con completa autoridad.—Sí señor— dijo el alto hombre, se alejó de su jefe y caminó por los estrechos pasillos del restaurante. En busca de la chica que había invitado Dante.Kaylee entró al lujoso restaurante cuando le abrieron la puerta. Observ&oacut
El lugar estaba a punto de explotar. Kaylee se abrió paso entre la multitud del lugar y sonrió al ver a todo el mundo divirtiéndose.Meneó sus caderas al ritmo de la música y tomó un poco de cerveza.Entró entre las personas y se acercó a un par de amigos que bailaban entre ellos.La música retumbaba en las ventanas del lugar, las luces de fiesta viajaban de un lado a otro y los gritos solo ayudaban a mejorar el ambiente. Kaylee gritó divirtiéndose, era su cumpleaños y no encontraba una manera de pasar mejor la noche de su cumpleaños. Dio pequeños brincos al ritmo de la música y se detuvo al sentir su celular vibrar un par de veces. Sacó el celular del bolsillo de su pantalón negro y miró las notificaciones de mensajes. Se alejó de la pista de baile y c
La habitación se tornó caliente en cuestión de minutos. Kaylee estaba completamente preparada para ser tomada por Dante, pero, él tenía otros planes para ella. Quería ir tomándola poco a poco hasta que ella estuviera completamente lista. No quería lastimarla, al contrario. Quería hacerla disfrutar hasta que ella no pudiera pedir por más.Pero había un problema, sus peculiares gustos. Gustos que no estaba seguro de que ella pudiera soportar, era por eso que tenía que ir poco a poco con ella.Tenía que ser paciente con Kaylee y aceptar el su ritmo a pesar de lo que él quisiera. Porque lo que él quería probablemente la asustaría. Incluso sabia una cosa, no podría entrar en ella esa misma noche a pesar de sus impulsos de deseo. Se alejó de ella al verla jadeante y nerviosa. K
Kaylee jadeó en aquella lujosa cama negra mientras que la pequeña bala de metal jugaba entre sus piernas. Dante se paseó por la habitación antes de tomar a Kaylee de los tobillos y comenzar a subir lentamente sus manos por las largas piernas de la chica.—Te enseñare lo que es un buen orgasmo— dijo al mismo tiempo que acercaba su rostro a la entrepierna de Kaylee.Los músculos del estómago de Kaylee se tensaron con el simple hecho de escuchar su voz.La voz de Dante comenzaba a jugar con ella de una manera sorprendente, para Kaylee el simple hecho de escuchar a Dante con su voz oscura y llena de deseo la obligaba prácticamente a llegar al orgasmo.Un fuerte gemido escapo de los labios de Kaylee cuando Dante pasó lentamente su húmeda lengua por el rosado y pequeño clítoris de Kaylee.Dante posiciono su mano sobre la pequeña balita de metal y comenz
Kaylee se abrazó a ella misma cuando vio el lujoso auto perderse en la esquina de la calle, perdiéndolo por completo de vista. Se mordió el labio a causa del frio y del miedo.—Todo estará bien, todo estará bien— susurraba Kaylee una y otra vez mientras caminaba bajo el cielo nocturno de la ciudad. El frio aire golpeaba con fuerza su pequeño cuerpo. La lluvia comenzaba a hacerse notar en la ciudad, apretando poco a poco mientras ella caminaba por las silenciosas calles de la ciudad. Un auto se acercó a ella cuando se alejó lo suficiente para no poder regresar a la sociedad.— ¿Necesitas que te lleve a casa? — preguntó un hombre de camisa negra con una barba completamente espesa y de color negro. Kaylee retrocedió un paso, alejándose por completo del auto negro que se había detenido a su lado. La mirada de la chica se desvió por completo cuando vio a
Las manos de Kaylee se acercaron como pequeños imanes a las galletas de chocolate que Nicolás había colocado en el pequeño plato a su derecha. Apenada tomó una de las galletas y la llevó a su boca para finalmente masticarla y saborear el delicioso sabor de la pequeña galleta de chocolate que se trozaba con suavidad dentro de su boca.Nicolás la observó saborear una de las galletas que había colocado en el pequeño plato y sin darse cuenta soltó una pequeña sonrisa que paso completamente por desapercibida por parte de Kaylee.—Escuché por ahí que hoy es tú cumpleaños— dijo él en un pequeño susurro.Kaylee pasó la mirada por la cafetería vacía y observó con atención la manera en que la lluvia golpeaba las altas ventanas del lugar. El sonido de la lluvia mantenía un ligero sonido re
Dante soltó una pequeña sonrisa al verla intentar abrir la puerta. Revisó por un momento la hora en su celular de última generación y gruñó antes de voltear a verla una vez más. Ella volteó a verlo por unos momentos y frunció los labios al imaginaren que estaba pensando él.Dante se sentó en el asiento donde había estado sentado hace unos minutos atrás y mostro una imagen completamente despreocupada. Kaylee observó las manos de Dante y se acercó así como él se lo estaba pidiendo. —Tenemos bastante tiempo libre antes de la clase.Ella asintió y jugo nerviosamente con sus manos mientras lo miraba a los ojos, él sonrió ampliamente al saber que la tenía justamente donde la quería tener.— ¿Qué tal si chupas un poco mi polla?— preguntó al mismo tiempo