¿Alérgico?
Nueva rutina; nuevas adquisiciones.
He alcanzado dos grandes logros estos últimos días: 1) ser la Puta de Italo y 2) llegar tarde a todas mis clases.
La reputación que va en ascenso todavía no es ni tan siquiera obviada por dale cobertura al Duende. No; camino por cada pasillo siendo una especie de castor que alguien cruzó con erizo y se volvió un ser ermitaño. Después de convertirme en la novia de Calen Sanders mis uñas han mudado su esplendor: ahora llevo el esmalte lila repartido en fragmentos y no paro de comérmelas a la primera oportunidad: ya sea en clases, en la biblioteca, o aquí mismo mientras estudio llena de libros en la cama. Esto, dado que el dueño del dormitorio no posee casi muebles. Pero claro él estudia en el suelo al otro extremo de la habitación que p
¿Disparo?Una entrevista y otro rechazoNo me atraganto gracias a Tuan Chi.La japonesa me socorre como una experta así que no llego a mayores. Aparto el tazón con mi merienda de la cama para reposarlo sobre el escritorio y releer el pedido de cita de Grace McWell.Grito.Tuan Chi ha aprendido que ello no es alarma que suponga peligro, de modo que al verme observando al móvil, ella sigue en sus cosas. Humedezco mis labios y respondo que sí que acepto ¡Of curse! Por tanto y a razón de que el encuentro será justo aquí, empiezo a cambiarme el pijama sin dar explicaciones a mi compañera.— Bienvenida –la recibo media hora después.Es de esos momentos en que te encuentras en la misma plataforma de vida, en el mismo lugar, r
¿Me desea? Proyectar no es mentir; es la magia del porteDespierto con una palmada, digo, con una nalgada.Mentiría si dijera que no me he acostumbrado a ellas. Tanto, que si de casualidad llego a despertarme y aún no la he sentido, entiendo que todavía no debo levantarme.— Si en 3, 2, 1, no estás en el baño, te vuelvo a tocar el culo.Emito un bufido para alejarme de la cama a paso lento y consecuente de que en mi trayecto repare en Calen frente al espejo del tocador. Sus dedos van con precisión hacia partes de sus cabellos, saben a dónde ir, qué arreglar; por tanto le dejo así para adéntreme en el baño. Pienso en lo raro que es que alguien con tal mal dormir sea buen madrugador, pues hay algo más a lo que me he acostumbrado en la convivencia con C
¿Internado?Conocer más a Calen y fallarle al plan Entro al edificio tomando en cuenta lo complicado que será escabullirme de alguien que sufre de insomnio.Calen me echará en falta, con todo, interrumpo las supuestas por los actos: veo tres hombres saliendo del dormitorio y troto para encararlos.— ¿Qué hacen? ¿Cómo entraron? –riño vuelta puro enojo.— Joven, cálmese –pide uno–, recibimos órdenes del Joven Sanders. Mire aquí: este es su móvil, nos lo dio para acceder al código –me explica–. Yo en persona iré a devolvérselo.— ¿Para que los mandó a llamar?— Quería que trajéramos un encargo suyo.— ¿Encargo? –replico.Los tipos uniformados que ya no tengo por entrometidos, sino por agent
¡¿Solo cinco?! Hacer de detective y comenzar mis ensayos. El corazón está por salírseme de la boca pero no me echaré para atrás.Creo que estoy derritiéndome pero aun así trepo la escalera yendo de primera: sudorosa, casi muerta del miedo pero sin retroceder. Xavi va detrás. Tuan Chi se encargará de vigilar. Si alguien la ve, gritará para hacerse la víctima de algo y alejar cualquier tipo de sospecha que pueda asemejarse a que unos estudiantes se están colando en la sexta habitación del edificio de los pedestales, para colocar unas cámaras y espiarlos en contra de su voluntad. No; porque eso en Italo no ocurre.— Hay una silla, apóyate en ella para entrar.Xavi me susurra tan bajo que pareciera que ha mudado de voz. Asiento para darle uso al apoyo de Mi
¿Qué quiero? Un vinito, desahogarme y bailar. Grace está esperándome frente a mi puerta.Por tanto, me adelanto en un trote para no hacerla esperar más.— Grace, hola –saludo.— Amelia, hola.— ¿Qué necesitas?— He venido a decirte que la entrevista ha ido bien, por ello vine a felicitarte.— Eh gracias. Significa mucho yo soy tu fan –ella sonríe–. Lo cierto es que antes me daba un poco de pena decirlo pero...ya sabes, si uno de estos días tienes tiempo, podríamos tener una cita. Charlar y eso.— ¡Por supuesto! Aunque desde ya me gustaría saber si seguirás explotando el material, podes volverte mucho más conocida— ¿Qué material? ¿La entrevista?— No, no,
¿Tan fabulosa como Mackenzie?Un viaje a la casa de campo. «Epifanio Morales Garrido: esposo íntegro, padre ejemplar y hermano especial.»Detrás de la tumba que reza este epitafio, nos hayamos. El frío se asienta en la noche como una bruma confusa. Nos crispa la piel y tres de cuatro nos mordemos los labios porque Xavi junta su lengua a su labio superior. Mientras graba. A nuestro escrutinio lo reciben las espaldas de los pedestales Con todo; a duras penas se ve en la distancia la entrega. Más rostros que no reconocemos. No hay forma de saber de quiénes se tratan, así como tampoco se da lugar a ningún tipo de enfrentamiento, por tanto: los extorsionadores, al tener su dinero, se retiran. Nada de problemas. Por lo cual, los pedestales se direccionan a Italo.Xavi de
¿Nutella y yogurt? Maratón, paseo y clases de equitación No logro ver la cocina por más que atraviese pasillos de la casa.Llevo mis manos enanzadas por encima del abdomen, mientras avanzo como única oyente del ulular nocturno y frío que se cuela por las ventanas abiertas en toda la casa. Entonces de un momento a otro decido soltarme el cabello para dejarme la liga en la muñeca. Y a medida que avanzo estiro el cuello en reconocimiento a la nueva parte de la casa. Con todo, me estanco en la resignación que surca mis facciones junto a mis hombros hundidos en su sitio.De repente se deja oír un chirrido, lejos, a más o menos la misma distancia de mi trayecto. En consecuencia, trago sin moverme, ni girar por tonto que parezca. No obstante, pocos segundos pasan hasta qu
Cuando se aleja por un segundo, me cuenta:— Antes ya había tocado...pero tú ibas rumbo a la cocina.— ¡Madre mía! –río por lo bajo– Que rodeo te he hecho dar...— Bésame.Eso hago. Y al caer en la cama, lo hace él: yo me elevo en toda mi mediana estatura y un pie mantiene el equilibrio mientras con otro delineo sus abdominales. Él observa dicho recorrido pero de repente me ve a mí cuándo le hablo.— ¿Me quieres? –investigo.No en son sensual, sino detectivesco. Extrañándome de que sea así pero a la vez deseándolo.— Sí.— ¿Cuánto?— Con toda mi erección— ¡Tonto! –pateo.Al reír pierdo mi equilibrio y caigo. Él me atrapa. Nuestras bocas enlazan