Me quité la remera por la cabeza y miré la imagen que el espejo me devolvía. Quizás un buen orgasmo mejore mi ánimo y me ayude a conseguir una buena noche de sueño. Con la punta de mis pies me deshice de las zapatillas, tironeé de los botones del jean y en un movimiento rápido los lancé al cesto de la ropa sucia.
—Diablos, espero que las manchas de sangre se vayan de mis amados jeans rotos de domingo.
«¡Orgasmo! ¡Concéntrate!» Me retó la voz en mi cabeza. Mi ropa interior siguió el camino del jean hacia el cesto. Llené la bañera y eché mis sales y esencias favoritas en ella. Fresas y rosas. Detuve el grifo cuando la espuma y el agua fueron suficientes. Me hundí en ella con impaciencia. Procurando dejar la tensión atrás. El ardor de la herida al sumergirse en el agua caliente me hizo apretar los dien
Indestructible de Disturbed me despertó asustada. Miré la hora y eran las siete y treinta de la mañana. Me estiré en la cama y sonreí. ¡No me había despertado en toda la noche! Debía de ser alguna especie de record para mí. Crucé una mirada cómplice con Xander y decidimos saltar juntos de la cama. Él encaró directo hacia su plato de alimento y yo volví a estirarme como si quisiera alcanzar el cielo raso. Comencé a bailar al ritmo del metal, dando vueltas sobre mis pies hasta que me mareé y entonces me detuve. El gris del cielo de Madrid no encajaba con mi buen humor. ¿Cuánto puede modificarse el día tras una noche de buen sueño? Llegué al baño dando saltos y me cepillé los dientes, todo al ritmo de la música de fondo. Lavé mi cara y me miré en el espejo. Se me notaba de
El camino hasta el loft fue silencioso. Comprendió que yo estaba demasiado fuera de mí, como para que me hablara. Lucas era un caballero, no una bestia salvaje como Dante. Con la mirada perdida en el paisaje que ofrecía la ventanilla solo podía pensar en su beso, en su pasional y terrenal beso. En sus manos en mi cintura sujetándome con fuerza. En el maravilloso sabor de su lengua, y en su mirada abrazadora. Para cuando llegamos a mi casa, yo estaba más excitada que antes. Necesitaba descargar mi frustración con alguien. —Discúlpame por lo que sucedió. Me encontré con una persona desagradable en los servicios —de desagradable no tenía ni el nombre, me dije a mí misma— ¿Por qué no subes? Te invito una copa. —Me encantaría —dijo con una gran sonrisa. Llegamos a mi piso y apenas abrí la puerta Xander se abalanzó sobre mí, él también era posesivo. Miró a Lucas con recelo y le frunció ligeramente el hocico. Le estaba advirtiendo. —Hola peq
Los días subsiguientes se me hicieron eternos. La preparación de la exposición ocupaba la mayoría de mi tiempo; para el viernes ya tenía listas las fotos al tamaño necesario para que fueran exhibidas; había diagramado, con una precisión impecable, la ubicación y la secuencia en que debían mostrarse. La folletería de mano, que contenía una introducción a la colección y cada una de las fotos, junto con los carteles con el nombre de la foto, del autor, medidas, técnica fotográfica y precio, estaban terminados. Los afiches de publicidad callejera ya habían sido colocados estratégicamente. Las invitaciones fueron enviadas por “mensajería exprés”. Cada vez faltaba menos y yo comenzaba a sentirme agotada. El recuerdo del beso con Dante no me daba respiro. Cada noche al llegar a casa, salíamos a correr para tratar de
El sábado transcurrió como casi siempre. Nos levantamos tarde, salimos a la acera para que Xander pudiera hacer sus necesidades, y mientras desayunábamos comenzó a sonar All My Life de Foo Fighters. Los sábados tocaba limpieza general, así que dejé la casa reluciente, al compás de los Foo, que me recargaban las energías con su sonido de rock eléctrico. También le llegó la hora del baño a Xander, que se aferró con uñas y dientes al piso para evitar entrar a la bañera. No cedí, y conseguí dejarlo brillante. Almorcé un rápido sándwich de jamón crudo y queso que no sabía nada mal. Me puse lo primero que encontré, un jean, una remera, una camisa a cuadros tipo leñador arriba de ésta y unas zapatillas. Cogí el bolso de la ropa sucia, una bandolera donde met&ia
—Buenas noches señorita.—Buenas noches —dije mientras buscaba mi tarjeta de socio en el sobre. Era negra con un grabado en plateado que citaba El Templo de Hades - Miembro exclusivo Lexy Vázquez. Solo se podía acceder a su interior siendo miembro. De esa forma evitaban curiosos y gente desagradable. El lobby era completamente negro y suavemente alumbrado por tenues luces rojas. El mostrador era de metal negro decorado con llamas, que daban la impresión de movimiento. Una bella morena con el uniforme del local, me recibía con una sonrisa. Le tendí mi tarjeta y tecleé la clave. Ella me confirmó que todo estaba en orden y volvió a sonreírme mientras me devolvía la tarjeta.—Que pase una buena noche —dijo. Al lado de ella, había una puerta que suponía sería un deposito; en frente estaba el guardarropa. Dejé mi chaqueta y me dirig&
El domingo fue grandioso. Tomy y yo disfrutamos de una vista excepcional del Gran Derby español y rematamos la noche con una cena casera en casa.La semana, en cambio, fue caótica. La exposición estaba a la vuelta de la esquina y aún tenía que ocuparme de muchas cosas. Elegir el catering, prepararme para las entrevistas, verificar que la iluminación estuviera correcta, etc. Volvía a casa muy entrada la noche, y caía rendida en la cama. Siquiera tuve tiempo para pensar en Dante y cuánto me afectaba. Lucas me había mandado un hermoso ramo de rosas rojas de tallo largo, junto a una nueva invitación a cenar. Usando de excusa cuánto tiempo me llevaba preparar la muestra, pude librarme de él sin demasiados inconvenientes.El viernes por la noche quedé en encontrarme con Tomy, Caty, Sofi y Marco, en lo de Paco. Cenamos algo ligero y luego me acompañaron a
Mientras más me acercaba a él, más sentía que se me aflojaban las rodillas y que mi corazón latía con más fuerza. Tenerlo frente a mí, me quitaba la respiración. ¿Algún día dejaría de pasarme eso al verlo? Traía un traje gris claro que se amoldaba perfectamente a su cuerpo, una camisa rosa pálido y una corbata negra con rayas diagonales en blanco. Deseé con todas mis fuerzas colgarme de su cuello y besarlo con verdadera devoción. Sus ojos me recorrían entera y sentí que me desnudaba con la mirada.—Lexy, te presento a Mariano Gutiérrez y Dante Navarro —dijo Raquel señalando a cada uno. Le tendí la mano al acompañante de Dante y éste me la besó.—Es un enorme placer conocerte al fin, Lexy. Soy un gran admirador de tu trabajo —dijo en un tono encantador. Mari
El telefonillo sonó y sonó, hasta lograr despertarme. Con la mente algo nublada por el sueño y la resaca, miré la hora (apenas eran las 10:00 am). Maldije en mi fuero interno y me tumbé nuevamente. Volvió a sonar. «¿A quién demonios se le ocurre molestar a alguien un domingo a esta hora?».—¿Diga? —Mi tono era todo, menos “amistoso”.—Entrega para la señorita Lexy Vázquez —tecleé el acceso y me senté torpemente en el suelo. La jaqueca me estaba matando. Xander se me acercó preocupado al darse cuenta que no me sentía nada bien. Me abracé a su cuello y le susurré—: No hagas mucho ruido… mi cabeza es un desastre —nos quedamos así, inmóviles, hasta que los golpes del mensajero sonaron en la puerta. Me levanté con gran esfuerzo y fui a abrir. El adolesce