<<Tenía un poco de frío, alzó su mirada notando que el cielo estaba completamente oscuro, estaba empapado totalmente por la fuerte lluvia, se sentía perdido. ¿Estaba teniendo un mal sueño? Observó a su alrededor, notando a muchas personas en un solo lugar, estaban a mitad de un puente, no lograba reconocer la localización. A lo lejos divisó cómo sacaban un auto del agua, se encaminó hacia las personas pasando sin mucha dificultad y vio cómo sacaban el cuerpo de un pequeño niño. ¿Qué clase de pesadilla era esa? Las personas lo miraron de manera un tanto extraña.
Su cabeza había comenzado a doler, de su nariz brotó un pequeño hijo de sangre, todos lo rodearon, la mirada de los presentes lo estaban perturbando, limpio su nariz queriendo despertar ya, aquello se sentía tan real.>>
—¿Blaze, estás bien? —Becca, con preocupación, se sentó en la cama dejando la bandeja de comida a un lado, sujetó un pañuelo para limpiar la sangre que había brotado de su nariz, este miró todo con cautela.
—Tranquila, todo bien —aceptó el pañuelo limpiando su nariz mientras se sentaba, su corazón estaba muy acelerado—. ¿Qué hora es?
—Son las ocho de la mañana, te traje desayuno —se le quedó mirando por unos segundos, luego sujetó la bandeja de comida para dársela—. ¿Seguro que si estás bien?
—Sólo es un poco de sangre, suele pasarme seguido —mintió, nunca antes le había sangrado la nariz, sólo quería tranquilizarla, ella asintió mirando cómo comenzaba a comer, se veía hambriento.
—De acuerdo, te veré en el cementerio, debo ir a mi casa por ropa limpia —él la miró mientras comía, asintiendo despacio, sujetando sus cosas y despidiéndose con una sonrisa amable.
Becca era muy dulce y atenta con él, agradecía su amistad, en cuanto terminó de comer se levantó para estirarse un poco, se miró en el espejo, notando su aspecto cansado, una ducha arreglaría todo, necesitaba sentir el agua fría recorrer por su piel. Debía darse prisa si quería llegar temprano, nuevamente tenía ropa negra, estaba de luto, era algo normal en esos casos.
Miró su reflejo por unos segundos, esta vez estaba vestido de traje, después del cementerio debía ir a una reunión con su nuevo socio, aunque él entendía la situación, no se podía posponer el trabajo, por un descuido todas sus acciones podrían decaer muy rápido. Salió ya listo de su departamento, sus guardaespaldas lo esperaban en su camioneta, abrieron la puerta en cuanto lo vieron acercase a ellos, dando los buenos días.
—Sam, luego del cementerio llévame a empresas Wolker —este asintió mientras comenzaba a conducir hacia su primer destino, ya eran las nueve y media, en cuanto llegara, ya ellos estarían en el lugar.
Blaze se removió en su sitio al sentir su piel erizarse seguido del característico aroma de aquella mujer de blanco, desvió su vista hacia su costado, ella estaba sentada mirando por la ventana, como siempre, se mantuvo en silencio en los primeros diez minutos. Sujetó su celular para colocar el mismo en su oreja, debía simular que hablaba por celular o se vería como un tonto hablando solo.
—Creí que no aparecerías —miró por la ventana mientras sostenía el aparato en su oreja, carraspeó esperando a que ella contestara.
La mujer lo miró por sobre su hombro y ladeó su cabeza, claramente se estaba dirigiendo hacia su persona; notó la acción ajena, encogiéndose de hombros.
—Tengo deberes que hacer —cruzó sus piernas mientras miraba hacia adelante, observando a los dos hombres que estaban allí—. No pierdas el tiempo, sólo es un cuerpo sin nada por dentro, su alma ya lo abandonó.
—Lo hago por sus padres —confesó mientras cerraba sus ojos, le dolería volver a verlos llorar, suspiró pesado mientras se removía con inquietud.
Se calló, él giró la cabeza para mirarla, pero esta vez no podía ver su rostro, su hermosa cabellera blanca cubría la mayor parte de la misma, guardó el celular sin tener algo más para decir, ella ya no hablaba, sólo se mantuvo firme mirando el camino, tenía tantas preguntas, pero era mejor no incomodar. ¿Se estaba volviendo loco? ¿Cómo incomodaría a una persona muerta? No sabía nada sobre esos temas, pero luego tendría tiempo para investigar mejor, necesitaba respuestas.
Blaze bajó del auto al momento de haber llegado, ella se posicionó a su lado y sólo lo acompañó hasta la entrada, la mujer no entró con él al cementerio, la miró con rareza, pero no dijo nada; fijó su vista hacia enfrente al escuchar las voces de los padres de Marshall, se acercó a ellos con rapidez, de reojo notó que ella ya no estaba.
—Justo a tiempo, mi niño —mostró una pequeña sonrisa al verlo, besó sus dos mejillas con delicadeza, su esposo palmeó su hombro.
—Andando, ya es hora de dar un último adiós —asintió, tenía un gran nudo en la garganta y se notaban sus ojeras.
Emprendieron camino hacia la cripta familiar, está era muy hermosa, siempre estaba limpia y bien cuidada, miró el ataúd donde se hallaba el cuerpo de su mejor amigo, tensó su mandíbula en lo que bajaba un poco la mirada, quería irse lo más rápido posible, la vibra de ese lugar no le gustaba. ¿A quién, realmente? Miró de reojo a la hermana de Marshall acercarse a sus padres, estos con una expresión poco amigable saludaron cordialmente, no veía a Becca por ningún sitio, Marioneth fijó su vista en él, y apartó la vista rápidamente maldiciendo en su mente.
—No me digas que tu novia te abandonó en este momento tan importante —Blaze respiro hondo para no salirle con una de las suyas, la miró con su ceño fruncido—. Pobre, supongo que se buscó un mejor partido.
—Nadie es mejor que yo, niña —dio media vuelta para observarla mejor, mostró una sonrisa forzada—. Incluso tú lo sabes.
Susurró en tono firme, su mirada estaba clavada en la ajena, no la apartó en ningún momento, ella sólo pudo reírse en su cara, estaba claro que estaba enojada con él, cosa que no le interesó, para él, ella era como un cero a la izquierda.
Marioneth se acercó de manera provocativa, colocó una mano en su pecho, sintiendo lo duro que era, mostró una sonrisa coqueta mientras bajaba su mano, pero Blaze la detuvo con fuerza, apretándola, ella soltó un pequeño gemido ante eso, había olvidado lo masoquista que era.
—¿Te he dicho lo sexy que te ves así? —susurró cerca de su rostro, la observó en silencio, ella era muy bipolar también—. Quisiera revivir viejos fantasmas.
—No sé si te has dado cuenta, pero estamos en un cementerio y no en una esquina, así que apártate —Becca hizo presencia en el lugar y se unió a la conversación, con firmeza la apartó de Blaze, este mostró una sonrisa ladina al escuchar sus palabras, ella se colocó enfrente del contrario.
—¿Acaso has insinuado que soy una prostituta? —se escuchaba indignada mientras la veía, tenía intenciones de golpear su rostro, pero el hombre la detuvo una vez más—. Me falta el respeto, ¡¿y aún así la defiendes?!
—El respeto se lo faltas a tu hermano, quien murió hace poco y lo único que te interesa es meterte entre mis sábanas —había alzado la voz, los ojos de la contraria estaban cristalizados, los padres de la misma se acercaron rápidamente a ver qué sucedía—. Intenta tocarla otra vez y será lo último que hagas, es una amenaza.
—¿Qué es todo esté escándalo? Estamos en medio de algo delicado —el padre de Marshall miró a los tres, disgustado.
—No es nada, señor Hoffmann, disculpe —Blaze soltó la mano de su hija y pasó por su lado con intenciones de retirarse, pero la mujer lo detuvo negando.
—Conozco a mi hija mejor que nada en el mundo, sé que ella los está molestando, Marioneth no tiene modales, no debes porque disculparte —la mujer miró a la chica con desaprobación.
La misma se alejó de ellos entre lágrimas, nadie la siguió, ella sola se había ganado el desprecio de los presentes; Blaze suspiró pesado y dejó un ligero apretón en la mano de su contraria. Ya era hora de que todo iniciara, estaba ansioso por salir de ahí, su ángel debió advertirle también de que algo como eso iba a suceder; su ceño se frunció ante la forma en la que su subconsciente se había dirigido a la mujer de blanco.
¿Ella se aparecería en ese momento? No lo sabía, ni siquiera había pisado el cementerio, creyó que no le gustaba, y no la criticaba, a él tampoco, ese era el lugar que más odiaba. Ya eran las dos de la tarde y estaba rumbo a la reunión que tenía, Becca lo acompañaba, ambos estaban de negro, pero no les importaba, ella acomodó mejor su cabello sujetándolo con una liga, colocó sus lentes y lo miró.
—¿Sucede algo? —negó lentamente, mentía si decía que se veía mal, Becca era muy atractiva, pero no podía permitirse verla con otros ojos.
—Te ves bien —agradeció con algo de vergüenza, sus mejillas se tornaron rojizas, él mostró una sonrisa suave sobre sus labios, pero no duró mucho, el auto nuevamente se había impregnado con el aroma a flores.
No podía verla, había sucedido lo mismo que en la madrugada, el aroma estaba, pero ella yo. ¿Cómo lo hacía? Su mirada se fijó en la ventana mientras apoyaba su cabeza del asiento, no faltaba mucho para llegar.
—¿Por qué Marioneth estaba en tu departamento? —se atrevió a preguntar, él la miró y pensó un poco, no le mentiría, claro está.
—No tenía dónde quedarse, así que vino a mí por ayuda —la contraria asintió escuchando sus palabras, hizo una mueca—, pero le dije que no, como ya sabes.
—Sigue interesada en ti —ella bajó su vista jugueteando con sus dedos, Blaze colocó una mano sobre las impropias y dejó un ligero apretón, lo miró directo a sus hermosos ojos.
—Pierde su tiempo —retiró su mano para luego mirar su celular, ya habían llegado.
Becca mordió su labio inferior al escuchar lo que había dicho, aquello la había dejado pensando. ¿Entonces tenía oportunidad? Se preguntó mientras bajaba del auto. Blaze se colocó a su lado para ir ambos hacia el gran edificio, el hombre estaba ansioso, ¿se habrá arrepentido?
Se posicionó enfrente del elevador, la imagen de Marshall llegó a su mente, no quería subir, pero tenía que hacerlo, esa mujer no apareció y seguramente era seguro subirse ahí, sacudió su cabeza entrando con sus guardaespaldas y asistente, colocó ambas manos detrás de su espalda entrelazando las mismas.
—Olvidé decirte que el hombre que había arreglado el elevador, está en prisión —mantuvo su vista fija en su reflejo—. Entrará a juicio en una semana.
—¿No fue un accidente? —su ceño se frunció y la miró de inmediato, ella se encogió de hombros.
—Dijo que fue obligado a sabotear el elevador —le devolvió la mirada, su mandíbula se tensó—. También dijo que Marshall no debía ser quien muriera, sino tú.
Fijó con firmeza su mirada en las puertas del elevador en cuanto estas se abrieron, sentía enojo y mucha impotencia, nuevamente las palabras de la mujer resonaron en su mente. ¿Quién lo quería muerto? Becca lo empujó hacia afuera antes de que las puertas cerraran, él parecía perdido entre sus pensamientos, pero reaccionó en cuanto escucho el chasquido de los dedos de la chica.
—Quiero que contactes a Gavril luego de esta reunión —asintió y comenzó a caminar hacia la oficina de Walker.
Necesitaba respuestas claras, si era cierto lo que estaba pensando, pues debía cuidarse más de la cuenta, no sabía quién quería verlo muerto, pero debía hacer algo antes de que logrará su cometido. Al entrar saludó al hombre que lo esperaba con una gran sonrisa, se acercó hasta él para estrechar su mano, debió fingir una sonrisa, pero se notaba que no estaba para nada contento.
—Mi más sentido pésame, Marshall era un buen abogado, qué lástima que se fuera de esa manera —lo invitó a sentarse y así lo hizo, él asintió despacio—. Blaze, me preocupa que el incidente afecte a nuestro negocio, no tienes un abogado ya y dicen por ahí que tu empresa está decayendo.
—Señor Walker, le sugiero no prestarle atención a lo que digan los periódicos, mi empresa no está decayendo, lo sucedido no afectara nada —aclaró en tono firme mientras veía su rostro.
El contrario asintió, le gustaba la seguridad que mostraba Blaze, eso lo hacía confiar más en él, se inclinó un poco hacia atrás y lo detalló lentamente.
—Es lamentable la situación, y comprendo tu dolor, pero, ¿estás listo para seguir con lo acordado?
—Lo estoy —dio un asentamiento de cabeza decidido a mantenerse firme en su trabajo.
Aunque seguía afectado por todo, él no podía permitirse flaquear, debía seguir adelante, así como su amigo se lo había dicho, lo que había construido en años, no podía dejarlo caer así tan fácil, Blaze era un hombre fuerte y podía con cualquier cosa, así que, estrechó nuevamente la mano de su socio y se marchó del lugar. Walker sólo quería asegurarse de no perder su dinero, había confirmado lo que quería, con él obtendría mayores ganancias.
¿Podía Blaze mantenerse firme en su camino? Luchó contra la tristeza en silencio, luchó contra el dolor tratando de vencerlo, tenía aún a sus abuelos y a Becca, tres personas que le daban mucho apoyo, está última se apegó más a él, cosa que agradeció, su presencia le estaba comenzando a gustar.
¿Era eso bueno o malo?
—Blaze, tus abuelos te esperan en el departamento —desvió su vista del celular, él asintió sintiendo felicidad en su interior, hace mucho que no los veía.
—Diles que vamos en camino —visualizó la ventana del auto, en el fondo, quería y anhelaba abrazarlos a ambos.
El olor a flores nuevamente hizo presencia en el auto y está vez pudo verla, ella estaba en medio de los dos, quieta y su rostro seguía oculto por su cabellera blanca, quería hablarle, pero ella negó sin siquiera mirarlo, la notaba algo extraña. ¿Había cambiado algo? Asintió ante su negativa y de reojo miró a Becca concentrada en el celular.
La mujer veía hacia adelante manteniéndose aún en silencio, ¿qué estaría tramando? Se preguntó mentalmente, con lentitud giró su cabeza para mirarle, lo único que pudo ver fue su ojo izquierdo, el iris era de un gris intenso, tuvo un poco de miedo ante aquella extraña manera de mirarlo. En cuanto el auto se detuvo enfrente del edificio, se desvaneció sin dejar algún rastro, Blaze tensó su mandíbula sin entender qué pasaba, no quiso darle tantas vueltas y bajó del auto, era hora de volver a ver a sus parientes.
¿Estaba preocupado por ella? Si, aunque no la conocía del todo, quería saber que le pasaba.
¿Hablaría con él? Esperaba que sí.
Venezuela, Estado Zulia, 11 de noviembre del 2000.Para aquel pequeño niño el auto iba muy lento para su gusto, un suave suspiro salió de sus lindos labios mirando la lluvia caer por su ventana, no tenía idea adónde irían, pero estaba ansioso por llegar; era su cumpleaños número seis y quería recibir muchos dulces como regalo.Sus padres se mantenían hablando entre ellos, la mujer miró su celular por unos segundos mientras el hombre conducía, ella alzó la mirada hacia el espejo retrovisor para ver a su hijo, notando lo aburrido que estaba, esa mueca la podía reconocer a la perfección. Mostró una sonrisa cálida, girando un poco su torso para mirarle mejor.—Blaze, cariño —el niño atendió al llamado de su madre y ladeó su cabeza, una gran sonrisa se posó en sus labios al ver un chocolate que esta le estaba extendiendo, él quiso sujetarla, pero ella negó—. No, no, primero tienes que quitar esa carita que tienes.—Está bien —asintió rápidamente mostrando sus dientes al momento en que su s
Seattle, Washington, Actualidad.El despertador había hecho su trabajo, el hombre se removió entre las sedosas sábanas mientras se estiraba un poco, sujetó su celular y con sus ojos semiabiertos apagó la alarma y bostezó, sentándose. Se alborotó el cabello e impulsó su cuerpo para levantarse y dirigirse al baño, con la intención de darse una ducha refrescante, amaba el agua fría.—¿Señor Blaze? —el recién nombrado asomó su cabeza por la puerta al escuchar la voz de su asistente y ver a esta misma abrir.—¿Qué sucede? —sujetó una toalla para ponérsela en la cintura y salir del baño, mirándole.La mujer lo miró de pies a cabeza, pasando saliva; le gustaba su figura, él siempre asistía al gimnasio para ponerse en forma, cuidaba mucho su apariencia. La mirada se le desvió hacia su pecho, el cual tenía una pequeña mancha, parecía una marca de nacimiento. Blaze chasqueo sus dedos mientras la analizaba con una ceja derecha levantada, suspiró, escuchándola pedir disculpas mientras carraspeaba
—Estás muy raro hoy, amigo —desvió su mirada hacia el contrario, quien detallaba las luces del lugar, estas volvieron a parpadear. Frunció su ceño—. Creo que debes mandar a arreglar las luces también.—Ve a tu oficina, Blaze —desvío su vista nuevamente hacia la mujer que estaba dentro del elevador, este había abierto sus puertas, Marshall fue el primero en entrar, nuevamente parecía no notar la presencia de aquella hermosa peliblanca.—¿Vienes o no? —su tono era de cansancio, estaba comenzando a molestarle aquella actitud suya, él no era así.Iba a hablar, pero la voz de Becca lo hizo callar, esta venía corriendo hacia su dirección, su amigo sostuvo las puertas mientras gruñía bajo, se estaba irritando, Blaze no volvió a ver a la mujer.—¿Qué sucede, Becca? —la miró pellizcando el puente de su nariz, tenía sus mejillas enrojecidas.—Tiene una llamada importante en su oficina, señor —tomó una bocanada de aire, lo miró agitando un poco las carpetas hacia su dirección.—Marshall, espéram
La noche para él le resultaba muy tediosa, sentía que era la noche más larga, odiaba sentirse así, pero, ¿qué podía hacer? Blaze se paseó por el lugar mirando a las personas hablar entre ellos, no iba a ver a su amigo metido en una caja, así que prefirió guardar cierta distancia. Se acercó hasta el minibar y se sirvió una copa de vino tinto, se alejó de todos y salió al patio trasero, miró la luna, estaba muy brillante, dio un sorbo a su bebida mientras mantenía su cabeza en blanco, bajó su mirada hacia su mano derecha, mirando la venda en sus nudillos.—Creí que te habías ido —Becca se acercó al él despacio también con una copa en la mano, era vino blanco, su favorito.Él la miró por el rabillo del ojo, negando suave, dando un trago algo largo sin acabar el líquido, relamió sus labios y miró la luna nuevamente, ella imitó su acción.—Me sentiría una basura si me voy antes —respondió tiempo después, se tomaba su tiempo para ello.Blaze estaba vestido totalmente de negro, pero no lleva