Capítulo 01.

Seattle, Washington, Actualidad.

El despertador había hecho su trabajo, el hombre se removió entre las sedosas sábanas mientras se estiraba un poco, sujetó su celular y con sus ojos semiabiertos apagó la alarma y bostezó, sentándose. Se alborotó el cabello e impulsó su cuerpo para levantarse y dirigirse al baño, con la intención de darse una ducha refrescante, amaba el agua fría.

—¿Señor Blaze? —el recién nombrado asomó su cabeza por la puerta al escuchar la voz de su asistente y ver a esta misma abrir.

—¿Qué sucede? —sujetó una toalla para ponérsela en la cintura y salir del baño, mirándole.

La mujer lo miró de pies a cabeza, pasando saliva; le gustaba su figura, él siempre asistía al gimnasio para ponerse en forma, cuidaba mucho su apariencia. La mirada se le desvió hacia su pecho, el cual tenía una pequeña mancha, parecía una marca de nacimiento. Blaze chasqueo sus dedos mientras la analizaba con una ceja derecha levantada, suspiró, escuchándola pedir disculpas mientras carraspeaba.

—En la oficina está el señor Walker, solicita su presencia con urgencia —luchó mentalmente para mantener sus ojos en los ajenos.

—Dile que en 20 minutos estaré ahí —se dio la vuelta para ir nuevamente al baño, le urgía sentir el agua fría sobre su piel.

Ella duró unos segundos mirando la puerta del baño, espabiló y salió rápidamente de la habitación, pasándose las manos por su rostro y dejó una palmadita en su mejilla derecha intentando borrar aquella imagen, tenía claro que él jamás se fijaría en ella, puesto que no solía relacionarse con sus empleados.

Blaze miró sus pies, él frotaba el jabón sobre su hombro despacio, su mirada estaba perdida, sus pensamientos eran un completo desastre; cada noche tenía una pesadilla, una de ellas lo perseguía desde que era un niño, no entendía el porqué de ello, pero le molestaba, le hacía tener una pésima sensación en su cuerpo.

Cerró la llave tras terminar de lavar su cuerpo, secó el mismo y fue directo a su armario, él era su propio jefe.

Se miró en el espejo, admirando lo guapo que estaba. Sí, Blaze tenía un ego muy alto, al igual que su autoestima; sabía lo sexy que era, pero no era algo que le gustaba ir diciendo por ahí, solía ser un hombre realmente reservado. Aplicó perfume dándole un toque final a su vestimenta, aunque no le gustaban los trajes, debía tenerlos, aquella podía ser una ocasión muy especial; Tristán Walker, al igual que él, era un empresario sumamente importante, con el cual tenía un delicioso contrato que cerrar.

—Ya era hora —tras salir del ascensor, su mirada recayó en su abogado, Marshall, un gran amigo suyo, quien lo miraba con irritación—. Pareces una mujer, tardas mil años para arreglarte.

—Que tú no te bañes, no es asunto mío —revolvió el cabello ajeno recibiendo una maldición por parte del contrario, lo hizo reír mientras salía del edificio.

—No digas estupideces, Blaze, mejor cierra la boca —dejó un golpe en su hombro antes de que este entrara al auto, fue ignorado por él—. Escucha, estás por cerrar unos de los contratos más importantes de tu vida, no lo arruines.

Lo observó mientras asentía, ofendiéndose un poco, pero decidió no decir nada, a veces le gustaba limitar sus palabras, sabía que podía llegar a ser muy hiriente, Marshall era un poco sensible ante sus comentarios. Él nunca había arruinado nada, y más que nadie debía saberlo, entendía que estuviese nervioso, Walker era un tipo muy cascarrabias, y podía cambiar de pensar cada cinco segundos.

Le convenía tenerlo como socio, sus acciones podían subir mucho más de lo habitual, estaba seguro de que este no se retractaría, pero si fuese así, ya tenía un plan B para eso, no era tonto, no lo dejaría ir así de fácil. La camioneta se detuvo finalmente en el estacionamiento de su gran y lujosa empresa, bajó acomodando su traje y caminando hacia el elevador, Marshall hablaba por teléfono, hasta ese momento se dio cuenta de que su asistente no estaba cerca.

Miró su reloj notando que estaba llegando al tiempo que el tipo le había dicho, era puntual, nunca se tardaba más de la cuenta. El elevador abrió sus puertas en el penúltimo piso, Blaze alzó su vista mirando las luces parpadear, no era posible que se detuviese, debido a que ese solamente lo utilizaba él. Detalló a una hermosa mujer entrar al elevador, su linda cabellera blanca llamó su atención, vestía un cómodo vestido blanco. ¿Quién era?

—Está prohibido utilizar este elevador, ¿quién es usted? —no podía apartar su vista, su belleza era única, tenía una hermosa piel blanca y un color de ojos grisáceos.

Ella lo observó de vuelta, confusa, girándose un poco para detallar el rostro del hombre que seguía mirándole, Blaze elevó su ceja derecha esperando una respuesta de su parte.

—¿Bajará o no? —Marshall vio su reloj y luego, al contrario, este apartó la vista de la chica y conectó sus ojos con él—. Tenemos que usar el de los empleados, este tiene una falla, baja ya.

—Claro — fue lo único que respondió la mujer, pero no se movió de su sitio, él siguió mirándola mientras caminaba hacia el otro elevador.

—¿Quién es ella? —Señaló con su cabeza hacia la chica que seguía mirando al hombre, su mirada no se apartaba de un sujeto de mantenimiento que entró al elevador con su caja de herramientas y no parecía notar su presencia. El olor a flores inundó sus fosas nasales, ese aroma le parecía familiar. Marshall lo empujó para que entrara con el resto de trabajadores.

—¿De quién hablas? Sólo era el de mantenimiento, no había ninguna chica, ¿estás bien? —le preguntó, apretando su hombro, Blaze asintió despacio sin volver a decir palabra alguna.

Algunos empleados se mantuvieron en silencio, su jefe estaba en el mismo sitio que ellos, usualmente él sólo se dejaba ver en reuniones o cuando se hacían fiestas navideñas, de resto, era inusual verlo por la empresa. Su cabeza dolía, el olor seguía en todo el lugar y él no podía sacar su hermoso rostro de su mente, quería saber quién era ella y por qué su abogado no la había visto.

Cuando llegaron a su destino caminó a paso rápido hacia su gran oficina, le faltaba un minuto; abrieron las puertas para él dejando ver a su asistente hablar con el señor Walker, este le sonreía un poco mientras tomaba una taza de café, el mismo al verlo dejó la misma a un lado y se levantó para poder estrechar su mano, se le veía de buen humor.

—Lamento la demora, tuve un ligero percance —explicó calmadamente mirando como este hacía un ademán, restándole importancia.

—Olvida eso, mejor hay que terminar lo acordado, ¿no crees? —él asintió mientras se dirigía a su asiento detrás del escritorio, carraspeo recibiendo los papeles que una chica le había extendido.

—¿Leyó usted los términos? —el otro afirmó con la cabeza despacio mientras cruzaba su pierna derecha por encima de la izquierda—. Quiere decir que está usted de acuerdo con todo.

—Exactamente, joven Blaze— mostró una mínima curvilínea mientras desviaba su vista hacia su abogado, este le entregó una pluma dorada; tenía su nombre grabado en ella—. Sin perder más tiempo, hay que proceder con las firmas.

—De acuerdo —en sus labios se formó una sonrisa ladina sin mostrar sus dientes, detalló cómo el contrario firmaba el contrato después de tantos meses pensando en ello, fue algo rápido y muy cómodo, creyó que pondría alguna queja.

Cuando llegó su turno, firmó tranquilamente, estaba hecho, oficialmente se habían convertido en socios, ambos se levantaron de su asiento y se estrecharon las manos, Walker le dio un firme apretón de manos y un abrazo con palmada. Este sujeto era mayor que él, tenía unos 49 años, buen físico, una estatura casi igual a la suya, aunque Blaze le superaba en pocos centímetros, también era muy atractivo.

—Esto debemos celebrarlo, te invito a mi bar esta noche, ¿qué dices? —tomó de su café mientras lo miraba sonriente, se le veía muy alegre.

—Sería un placer —aceptó gustoso, estaba contento con la situación, fue tan rápido y fácil que no podía creerlo, Walker solía decir que no a menudo, y que aceptara sin ningún inconveniente era irreal.

Se despidió del hombre mientras lo veía salir de su oficina, se sentó en su lugar mientras pasaba sus manos por su rostro, cerró sus ojos sonriendo en grande mientras escuchaba a su amigo soltar un pequeño grito de alegría, eso era lo que ambos querían.

Dejó un apretón en su hombro.

—Te dije que aceptaría —Blaze asintió dejando una pequeña palmada sobre la mano que se encontraba en su hombro, luego la retiró.

—Becca —la recién nombrada atendió el llamado y se acercó a su lado, colocando la punta de su bolígrafo sobre su bloc de notas—. Nos acompañarás esta noche a la celebración, te recogerán a las 9:00.

—¿Está seguro, señor? —su tono estaba bañado en duda, el contrario la miró asintiendo despacio, ella con mejillas rojizas aceptó, desvió su vista hacia Marshall, quien la contempló de arriba abajo, ella hizo una mueca de disgusto, misma que él había notado.

—Marshall, ¿ya arreglaron el elevador? —el tipo miró visualizó a su jefe y negó de inmediato, Blaze suspiró con irritación—. No les pago para que trabajen lento.

—No te amargues con eso, mira el lado bueno —se levantó de su asiento y se estiró un poco—. Puedes ir y convivir más con tus empleados, dales la noticia y, no lo sé, dales media hora de descanso, como muestra de felicidad.

—Lo dices como si no les diera descanso alguno —el contrario negó apresurado ante aquello, sabía que su amigo no era un mal jefe, pero no era tan demostrativo—. Becca, averigua lo del elevador, aceptaré la sugerencia de mi abogado.

Estaba irritado, quería irse, no era de convivir con casi nadie del lugar, siempre prefería ir a su hogar y descansar un poco, amaba aprovechar sus pequeñas horas libres. Ambos salieron de la oficina, Blaze escuchaba las palabras de su abogado mientras mantenía su mirada fija en las puertas del elevador, era impaciente, nuevamente la imagen de la mujer de vestimenta blanca invadió su cabeza.

—¿Qué opinas de eso? —entraron juntos, estaba vacío y lo agradeció internamente, no había escuchado sus palabras, así que se encogió de hombros—. ¿Qué te está molestando, Blaze?

—Sólo pienso en la mujer que vi hace poco —lo vio por el rabillo del ojo, aflojando su corbata mientras dirigía la mirada hacia el techo, podía ver el reflejo de ambos.

—Por última vez, sólo estaba el de mantenimiento. ¿Tomaste antes de venir? —la mirada que este le dio no fue normal, claramente lo estaba tomando por loco.

Se mantuvo callado, no quería soltar algún mal comentario. Chasqueó su lengua y miró las puertas del elevador notando cómo se abría en el piso ocho, los trabajadores lo observaron de vuelta desde sus puestos y saludaron cordialmente, les devolvió el saludo con un asentimiento de cabeza, Marshall le dio un pequeño golpe mientras negaba en desaprobación, suspiro pesado y quitó su saco para dárselo, al contrario, este enarcó su ceja, bufando.

—Hoy se ha cerrado un contrato importante, por ende, les daré 45 minutos de descanso, disfrútenlo —el resto de personas se alegró al escuchar su anuncio, las sonrisas abundaban en el lugar—. Luego de eso, volverán inmediatamente a su labor, buenos días.

En el ventanal, la misma hermosa mujer se encontraba observándolo, este se acercó a la misma, no parecía moverse, sólo seguía los pasos que daba, como si estuviese esperándolo. ¿Alguien más la había visto? Seguramente era nueva, aunque no tenía el uniforme de trabajo.

—Me da gusto que estés cumpliendo tus metas— su voz era suave y muy dulce, ella lo miraba con una pequeña sonrisa que luego se borró—. No me respondas si no quieres que ellos piensen que estás loco.

—¿Blaze? —Marshall sujetó su hombro, haciéndolo girar un poco, para mirarlo enarcando una ceja. Su vista volvió hacia la fémina, pero ya no estaba—. El elevador ya está listo.

No tenía palabras para decir, ¿se estaba volviendo loco? No lo sabía, pero en él se había instalado una sensación de inquietud, su estómago se revolvió un poco, sentía un vacío ahí, no dijo palabra alguna, solamente se dejó guiar por su amigo teniendo la cabeza en esa mujer, su voz resonaba en su mente. ¿Lo conocía?

Blaze tenía sus pensamientos hechos un desastre, su cabeza estaba comenzando a doler por culpa de tantos pensamientos llenos de locuras. ¿Sería ella un alma en pena? No creía en aquellas cosas, pero si lo fuese; ¿qué quería y por qué sólo él la veía? Suspiró pesado mientras esperaba a que las puertas del elevador se abrieran, necesitaba dormir un poco más, tal vez eso lo iba a ayudar.

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