La noche para él le resultaba muy tediosa, sentía que era la noche más larga, odiaba sentirse así, pero, ¿qué podía hacer? Blaze se paseó por el lugar mirando a las personas hablar entre ellos, no iba a ver a su amigo metido en una caja, así que prefirió guardar cierta distancia. Se acercó hasta el minibar y se sirvió una copa de vino tinto, se alejó de todos y salió al patio trasero, miró la luna, estaba muy brillante, dio un sorbo a su bebida mientras mantenía su cabeza en blanco, bajó su mirada hacia su mano derecha, mirando la venda en sus nudillos.
—Creí que te habías ido —Becca se acercó al él despacio también con una copa en la mano, era vino blanco, su favorito.
Él la miró por el rabillo del ojo, negando suave, dando un trago algo largo sin acabar el líquido, relamió sus labios y miró la luna nuevamente, ella imitó su acción.
—Me sentiría una basura si me voy antes —respondió tiempo después, se tomaba su tiempo para ello.
Blaze estaba vestido totalmente de negro, pero no llevaba traje, sino una camiseta negra, chaqueta de cuero del mismo color, unos pantalones y botas a juego, no asistiría con traje, era innecesario para él, Marshall odiaba usar corbatas y todo eso. Suspiró acabando su bebida, comenzó a jugar con los bordes de la copa, necesitaba tener su mente distraída, o los pensamientos iban a consumirlo.
—Blaze, si necesitas hablar, aquí estoy, no como una empleada, sino como una amiga —ofreció su apoyo, él agradeció en un bajo susurro que, para su suerte, pudo escuchar.
—No quiero entrar y ver cómo todos hablan maravillas de Marshall, cuando claramente ellos mismos en su momento le dieron la espalda cuando más los necesitaba —se quejó volviéndola a mirar de reojo, ella asintió dándole la razón—. Menos sus padres, ambos lo amaron y apoyaron en todo momento.
—Debo decir que, no me agradaba la forma en la que me veía, pero sé que era una buena persona —se encogió de hombros y termino su bebida también.
—Lo hacía para molestarte, así era él —no pudo evitar esbozar una sonrisa ante aquellas palabras dichas por su amigo.
—Era un tonto, retracto mis palabras —Blaze soltó una suave risa, coincidiendo con ella.
Suspiró borrando su sonrisa al ver la copa y luego sus nudillos, le indicó que entraría y ella asintió, le siguió en silencio mientras ambos veían a los presentes, nadie podía evitar mirarlo, era poco inusual que él estuviese vistiendo de esa manera, siempre iba de etiqueta y, aunque le molestó que lo miraran de aquella manera, prefirió morderse la lengua y tragarse sus comentarios. A lo lejos pudo ver a los padres del hombre, se acercó a ellos despacio dejando la copa en una mesa, colocó su mano en el hombro del padre de su amigo.
—No es obligatorio que te quedes, ve a descansar —negó despacio, sí, él era muy terco, a decir verdad.
—No seas tonto, Blaze, descansa, mañana a las diez lo sepultaremos —dejó un apretón en su hombro, accedió por sus súplicas, no querían ver esa expresión de dolor en su rostro, aunque ambos estuviesen igual.
Al despedirse de ellos, salió de la casa sin mirar a nadie más, no le interesaba entablar alguna conversación con el resto, sabía que él haría lo mismo. Caminó despacio por el césped mirando su alrededor, ¿qué haría ahora? No tenía nada en mente, sus abuelos llegaban en la mañana y no quería estar solo, pero tampoco estaría bien pasear a esas horas por las frías calles de Seattle.
Cerca de aquella casa estaba un gran árbol, en él, ambos habían colocado su inicial, sí, parecían una parejita que nunca se separaba ni para ir al baño, su amigo era muy sentimental, él era el más empático de los dos, su vista se dirigió hasta una linda chica de cabellera negra, hermosa figura y de buena estatura, ladeó su cabeza despacio mirándola acercarse hasta él. Debió haberse ido antes.
—Pensé en muchas maneras de las cuales podríamos habernos encontrado, pero nunca creí que nos volveríamos a ver en el funeral de mi hermano mayor —no mostró sonrisa alguna, él tomó una posición firme, no la quería cerca.
—¿Vienes a hablar maravillas de tu hermano? Ve, únete al club —ella le dio una mala mirada, no le tomó importancia y pasó por su lado, pero lo detuvo al sujetar su brazo.
—No teníamos una buena relación, lo sé, pero aún así era mi hermano —alejó su mano del brazo ajeno.
Blaze chasqueó su lengua mientras la observaba, no le agradaba y ella lo sabía, suspiró pasando su mano por esa cabellera negra haciéndola a un lado, se acercó un poco más hacia él hasta quedar cara a cara.
—Claro que lo era, los unía la sangre —intentó retirarse nuevamente, pero lo retuvo una vez más, él ya estaba irritado y calmaba sus impulsos para no cometer una estupidez. La miró directamente a los ojos—. Tengo que irme, Marioneth.
—Blaze, lo siento, ¿sí? Fui una estúpida con ambos, jugué con tus sentimientos y con la confianza de mi hermano —jaló su brazo para que la fémina dejara de tocarlo, su mandíbula estaba tensa y paciencia bastante escaza.
—Debiste venir y decírselo a él personalmente cuando estaba con vida, de nada te sirve ahora venir con arrepentimientos —apretó sus puños recordando el pasado y el problema que ella les había ocasionado—. Y su muerte no será una excusa para arreglar tu problema.
Se giró para irse, para la suerte de la chica no volvió a detenerlo, no le convenía; Blaze se acercó rápidamente hacia su auto dispuesto a irse, su sangre hervía y el corazón le latía nuevamente con rapidez, a ese paso, sentía que le daría un infarto. Una Becca muy preocupada se acercó a él al ver cómo apoyaba su frente del auto, se le veía mal, colocó una mano en su espalda y dejó una caricia.
—Blaze, ¿Te sientes bien? —ella había visto y oído todo, pero no podía meterse, no era su asunto, conocía a la chica y tampoco le agradaba.
Lo ayudó a reincorporarse, su pecho dolía, sus mejillas estaban húmedas y sus hermosos ojos estaban rojizos, claramente no estaba bien, pero él asintió y tomo una posición recta, retirando las lágrimas de sus mejillas.
—Todo bien, Becca. ¿Quieres ir a tomar algo? —propuso mientras la miraba.
—Claro que sí —asintió sin pensarlo dos veces, quería estar con él y acompañarlo en su dolor, no quería dejarlo solo.
Él le abrió la puerta como todo un caballero para luego subirse y comenzar a conducir rumbo a su departamento, el trayecto era calmado, el ambiente no era incómodo y estaba un poco más tranquilo por haberse alejado de aquella casa. Debería dormir, pero no quería eso, tan sólo quería beber y pasar su dolor con alguien que también conocía a Marshall, alguien que nunca habló mal de él y siempre estuvo presente, esa era Becca.
La mujer de blanco no apareció otra vez, al menos que él se diera cuenta, ¿no era su ángel de la guarda? No sabía eso, tal vez sólo había venido a llevarse a su amigo, pero sus palabras resonaron en su cabeza, su amigo no debía morir, sino él, por ende, no pudo evitar sentirse culpable; ¿una vida por otra? Blaze era inteligente, solía deducir las cosas muy rápido.
Cuando llegaron al departamento ambos subieron en completo silencio, ella se sentía nerviosa, sólo bebía con él en reuniones, y claramente estaba Marshall presente, pero esta vez era distinto, sólo eran ellos dos, no tenía miedo, él era muy respetuoso con las mujeres, nunca intentaría nada. En silencio, ella pensaba en él, un mes después de haber trabajado con él, se había enamorado, la atención que le daba le gustaba, aunque sólo la trataba como una amiga y empleada, se había ganado su confianza.
—Lamento si hay algún desorden, no he tenido cabeza para limpiar —no contaba con una empleada de limpieza fija, pues, no confiaba mucho en las personas, así que él mismo en tiempo libre limpiaba su hogar.
—Está más limpio que mi casa —soltó una risita mientras veía todo con calma, ya había estado ahí, pero no podía quedarse mucho rato.
Él se acercó al minibar y agarró dos copas junto a una botella de vino, la invitó a sentarse y él imitó su acción, sirvió el vino tinto en ambas copas y le estiró una, ella gustoso lo aceptó y meneó el líquido, estaba cómoda allí.
—Puedes pasar la noche aquí, si te place —bebió del líquido mientras cerraba sus ojos, le gustaba el sabor del Merlot en su paladar.
Becca lo miró, abriendo sus ojos, ¿dormir con él? Sacudió su cabeza un poco alejando aquellos pensamientos, no era momento para eso, Blaze la miró segundos después notando el sonrojo en sus mejillas, dejo la copa a un lado y se acomodó.
—Sólo hay una cama, pero dormiré aquí en el sofá, es cómodo —ofreció su habitación para que estuviese a gusto, igual sabía que no podría dormir, era lo menos que quería hacer—. Así no te sientes incómoda.
No me sentiría incómoda si duermes conmigo, Blaze —tras decir aquello lo miró de reojo, ella desvió su vista hacia el ventanal admirando las hermosas estrellas, dio un trago largo.
Él la miró detalladamente, asintió despacio mientras pasaba su dedo índice por su labio inferior, no iba a hacer nada más que dormir, no se involucraba con su personal, y fuera de la empresa, era su amiga. Ambas copas ya estaban vacías, así como la botella, él estaba bien, pero ella se veía un poco ebria, sus mejillas estaban muy rojizas, había decidido que ya era momento para dormir.
Blaze se levantó de su sitio y se colocó frente a ella, su mirada se posó sobre él alzando su cabeza, mostró una sonrisa ladina acercando sus manos hacia el abdomen ajeno, él la levantó con cuidado y la cargó para llevarla a la cama, la escuchaba balbucear cosas sin sentido. En un rincón, la mujer de cabello blanco había hecho presencia, ella observó lo que este hacía, el hombre quitó las zapatillas de su amiga y la acomodo en la cama, cubrió su cuerpo y luego apagó la lámpara para que descansará.
—Eres muy caballeroso, Blaze —desvió su vista hacia un rincón mirando a aquella mujer, había tardado en aparecer.
Su olor a flores recién lo pudo notar, miró a Becca dormir y decidió acercarse a la peliblanca, mientras la miraba se quitaba la chaqueta de cuero negra dejándola en una silla, ella siguió cada movimiento del hombre, se mantuvo en total silencio, con una expresión tranquila.
—¿Vas a decirme quién eres y por qué sólo yo puedo verte? —ella se alejó de la esquina y caminó por la habitación; no respondió a su pregunta, estaba callada y con postura relajada.
—El hecho de que me veas, no es algo bueno —sus delicados dedos se deslizaron por el teclado de su computadora, ella ladeó su cabeza mirando con curiosidad.
Se acercó nuevamente, pero manteniendo distancia, se daba cuenta de que cada vez que se acercaba, ella se movía de lugar un poco rápido, quitó su camiseta para dejarla también sobre una silla, ella no lo miró.
—¿A qué te refieres con eso? —preguntó en tono curioso y calmado, se acercó a su armario para buscar un mono cómodo para dormir—. ¿Eres un demonio o algo así?
Ni él mismo creía en sus propias palabras, suspiró nuevamente recordando aquella escena del elevador, sacudió su cabeza alejando aquellos pensamientos, pasó saliva en cuanto recordó a su amigo Marshall.
—Alguien está por tocar tu puerta —lo observó colocarse el mono, él arrugó la frente, negando ante aquello.
Ya era muy de madrugada, ¿quién vendría a su departamento a esa hora? Salió descalzo de la habitación siguiéndola a ella, este detalló su figura desde ahí, no era mucho lo que podía mirar debido al vestido holgado que tenía. Rascó su cabeza escuchando el timbre sonar, ella se encogió de hombros mirándole, estaba sentada en el sofá. Sin demorar mucho, se acercó a la puerta, abriéndola, quiso cerrarla al mirar a Marioneth ahí parada, pero ella sostuvo la puerta.
—Vine en son de paz, Blaze, no seas así —tensó su mandíbula desviando su vista hacia la mujer de blanco, quién se mantenía callada y mirándolo.
—Tienes cinco minutos— se hizo aún lado dejándola entrar, cerró la puerta apretando el puente de su nariz un poco.
La fémina examinó el lugar, su vista recayó sobre las dos copas y botella de vino que estaban sobre la mesa de cristal, emitió un pequeño sonido con su garganta y se giró para mirarlo.
—Estás con una mujer, ¿verdad? —él alzó su ceja derecha al escuchar su pregunta, ¿qué le interesaba?
—No es tu asunto. ¿Qué quieres, Marioneth? —pasó por su lado empujando un poco su hombro, tomó las copas sucias y la botella vacía para ir a la cocina, dejando todo ahí.
—No tuve tiempo de pagar un hotel, y en casa de mis padres no puedo quedarme, así que quería saber si puedo hacerte compañía está noche —soltó en un tono suave mientras lo miraba.
Blaze sacó una botella de agua de la nevera y miró hacia el sofá, pero ella ya no estaba, suspiró pesado mirando a la hermana de su amigo y negó ante sus palabras, Marioneth bufó ante su reacción y se acercó a él sujetando sus hombros, se apegó a su cuerpo, pero Blaze la alejó un poco.
—Mi respuesta es no —alejó las manos ajenas y camino hacia los sofás, sujetando el pequeño bolsito de Becca para poder guardarlo, seguramente ahí tenía su celular.
—Blaze, por favor, juro que sólo será por esta noche —se acercó nuevamente a él y lo hizo girar, miró sus manos y su expresión cambió a una de disgusto, colocó ambas manos sobre sus mejillas—. Podría dormir en el sofá, no tengo problema, mh.
—¿Blaze? —la voz de Becca captó su atención, estaba un poco ronca y miraba a ambos confundida, se apenó un poco por interrumpir a los dos—. Oh, perdón, no quise interrumpir.
—Pero lo hiciste, puedes volver al nido de donde saliste —Blaze hizo a un lado a la intrusa con cierta brusquedad, se acercó a Becca, la cual había cambiado su expresión a una de enojo por las palabras ajenas.
—¡Largo de aquí, Marioneth! He dicho que no —su voz fue firme y ronca, le dio el bolso a la dueña y se acercó a la otra sujetando con firmeza su brazo arrastrándola hacia la salida.
—¡No puedes tratarme así! —protestó entre gritos, él no respondió, sólo la empujó hacia afuera y le cerró la puerta en la cara, suspiró en lo que pasaba el seguro—. ¡Eres un imbécil, Blaze!
Era tan irritante, no iba a permitir que se metiera con su amiga, él era ajeno ante esas situaciones; pasó su mano hacia su boca y se acercó a la habitación, debido a que Becca ya no estaba donde la había dejado, seguramente estaría disgustada por ello, pero no la culpaba. La miró removerse entre las sábanas, él se acercó a la cama metiéndose entre las cubiertas, ella se mantuvo quieta, escuchando la respiración ajena.
—Ya la conoces, Marioneth es…
—¿Una arpía? Sí, lo sé —no lo había dejado terminar, él soltó una risa pequeña, ella debajo de las sábanas formó una sonrisa.
—Ven aquí —la atrajo hacia su cuerpo para abrazarla, hacía frío y el calor corporal era mucho mejor, ella no lo miró, parecía un tomate—. Trata de dormir, en la mañana iremos al cementerio.
Asintió sin decir palabra alguna, Blaze cerró sus ojos soltando un ligero bostezo, estaba un poco cansado y aunque no quería dormirse, tenía que. Era la primera vez que ella dormía en su cama, no le parecía incómodo, a ella parecía agradarle la compañía a pesar de que él era amante de la soledad.
El olor a flores llegó a sus fosas nasales, aunque abriera sus ojos para observar la habitación, no pudo verla, sólo estaba el aroma mas no su presencia. ¿Quién era ella y por qué no quería decirle? Cada vez más, se convencía de que era su ángel de la guarda, eso era.
¿De qué lo estaba cuidando?
Se durmió con muchas preguntas en su mente, unas que posiblemente no tendrían respuesta alguna.
>—¿Blaze, estás bien? —Becca, con preocupación, se sentó en la cama dejando la bandeja de comida a un lado, sujetó un pañuelo para limpiar la sangre que había brotado de su nariz, este miró todo con cautela.—Tra
Venezuela, Estado Zulia, 11 de noviembre del 2000.Para aquel pequeño niño el auto iba muy lento para su gusto, un suave suspiro salió de sus lindos labios mirando la lluvia caer por su ventana, no tenía idea adónde irían, pero estaba ansioso por llegar; era su cumpleaños número seis y quería recibir muchos dulces como regalo.Sus padres se mantenían hablando entre ellos, la mujer miró su celular por unos segundos mientras el hombre conducía, ella alzó la mirada hacia el espejo retrovisor para ver a su hijo, notando lo aburrido que estaba, esa mueca la podía reconocer a la perfección. Mostró una sonrisa cálida, girando un poco su torso para mirarle mejor.—Blaze, cariño —el niño atendió al llamado de su madre y ladeó su cabeza, una gran sonrisa se posó en sus labios al ver un chocolate que esta le estaba extendiendo, él quiso sujetarla, pero ella negó—. No, no, primero tienes que quitar esa carita que tienes.—Está bien —asintió rápidamente mostrando sus dientes al momento en que su s
Seattle, Washington, Actualidad.El despertador había hecho su trabajo, el hombre se removió entre las sedosas sábanas mientras se estiraba un poco, sujetó su celular y con sus ojos semiabiertos apagó la alarma y bostezó, sentándose. Se alborotó el cabello e impulsó su cuerpo para levantarse y dirigirse al baño, con la intención de darse una ducha refrescante, amaba el agua fría.—¿Señor Blaze? —el recién nombrado asomó su cabeza por la puerta al escuchar la voz de su asistente y ver a esta misma abrir.—¿Qué sucede? —sujetó una toalla para ponérsela en la cintura y salir del baño, mirándole.La mujer lo miró de pies a cabeza, pasando saliva; le gustaba su figura, él siempre asistía al gimnasio para ponerse en forma, cuidaba mucho su apariencia. La mirada se le desvió hacia su pecho, el cual tenía una pequeña mancha, parecía una marca de nacimiento. Blaze chasqueo sus dedos mientras la analizaba con una ceja derecha levantada, suspiró, escuchándola pedir disculpas mientras carraspeaba
—Estás muy raro hoy, amigo —desvió su mirada hacia el contrario, quien detallaba las luces del lugar, estas volvieron a parpadear. Frunció su ceño—. Creo que debes mandar a arreglar las luces también.—Ve a tu oficina, Blaze —desvío su vista nuevamente hacia la mujer que estaba dentro del elevador, este había abierto sus puertas, Marshall fue el primero en entrar, nuevamente parecía no notar la presencia de aquella hermosa peliblanca.—¿Vienes o no? —su tono era de cansancio, estaba comenzando a molestarle aquella actitud suya, él no era así.Iba a hablar, pero la voz de Becca lo hizo callar, esta venía corriendo hacia su dirección, su amigo sostuvo las puertas mientras gruñía bajo, se estaba irritando, Blaze no volvió a ver a la mujer.—¿Qué sucede, Becca? —la miró pellizcando el puente de su nariz, tenía sus mejillas enrojecidas.—Tiene una llamada importante en su oficina, señor —tomó una bocanada de aire, lo miró agitando un poco las carpetas hacia su dirección.—Marshall, espéram