Ante la pregunta de Viviana, de por qué su esposo actual tenía unas fotos de su primer prometido, guardó silencio, porque no tenía ni la menor idea de por qué. Fue su padre quien respondió.—Deberían de esperar y preguntarle, quizás la respuesta es más simple de lo que se imaginan.El padre de Trinidad siempre había sido un abogado muy sabio, lleno de paciencia y comprensión. Su consejo llegó como un bálsamo en medio de la confusión y el desconcierto que la pregunta de Viviana había provocado.—Tienes razón, papá —dijo Trinidad, suspirando profundamente—. No debería sacar conclusiones apresuradas.La situación era, sin duda, extraña y desconcertante. Pero lo cierto es que su esposo siempre había sido un hombre de buen corazón, amable y considerado. No había razón para pensar que ocultaba algo oscuro o malintencionado.—¿Papá? —Lo llamó Trinidad —¿Qué va a pasar si mi Hugo no aparece? ¿Escuchaste algo más de quien puede ser que lo raptó? Pobre Hugo, enfermo y pasando por eso—Trini, no
Hugo se despertó y vio que estaba en lo que parecía una habitación de terapia intensiva de un hospital. Estaba lleno de aparatos que sonaban a su alrededor, y sus brazos estaban llenos de sueros y transfusiones de sangre. Trató de mover la cabeza y se percató que la tenía completamente vendada, y le pareció que estaba teniendo un deja vu, esta situación la había vivido otra vez, verse despertando en un sitio igual que ese y escapar. ¿Qué había pasado? La cabeza le dolía muchoHugo intentó recordar, pero su memoria era un mar de neblina. Solo había fragmentos, pedazos de imágenes y sonidos que no tenían sentido. El olor a desinfectante, el zumbido constante de las máquinas, el frío de las sábanas de hospital... todo era demasiado familiar.Recordó la última vez que despertó en un lugar así. Había sido hace años, después de un accidente de coche. Pero esta vez, no había recuerdos de un accidente. Solo había un vacío donde deberían estar sus recuerdos.Hugo trató de moverse, pero su c
Máximo Fuentes, a sus setenta y ocho años, aún poseía un vigor que desmentía su edad. El sudor perlaba su frente y su respiración se volvía más pesada con cada paso, pero no se detuvo. Su nieto, Hugo, había desaparecido hace tres semanas en circunstancias misteriosas. La policía había rastreado todas las pistas posibles, pero todo había sido en vano hasta ahora.El amigo de Hugo, el ex detective Landon, había llamado a Máximo con una voz emocionada. Hugo había sido rescatado, dijo, y estaba siendo llevado a un lugar seguro. Máximo no perdió tiempo en preguntas. Sabía que cada segundo contaba.—¡Apúrate! —gritó a su jefe de seguridad, un hombre de aspecto serio que estaba luchando por mantener el ritmo. —¡Encontraron a Hugo!Llegaron al auto, un Mercedes negro de última generación. El guardia abrió la puerta trasera para Máximo, quien se desplomó en el asiento trasero, recuperando el aliento.—¿Dónde? —preguntó el guardia, una vez que estuvieron en el auto.—Clínica San Rafael —respon
Valeria todo el tiempo desde que le dieran de alta en el hospital había estado escondida viviendo como la esposa del abogado Federico. Tenía mucho miedo de salir a la calle. Porque aunque le dijo al ex detective Landon que no sabía quienes la habían golpeado tan salvajemente que la enviaron al hospital. Ella sí lo sabía, fueron sus propios padres, sobre todo su mamá Leviña?—¡No la golpees más! —escuchaba desde el piso donde estaba toda ensangrentada a su padre tratando de detenerla.—Tenemos que hacerlo bien o no van a creer que la asaltaron —y la volvió a golpear con fuerza haciendo que perdiera el conocimiento.Pero la embargaba la vergüenza de ser hija de dos criminales como sus padres. Y aunque nadie le creía, ella había crecido obedeciendo al abogado y al cual consideraba su padre, el señor Muñóz. Le aterraba la idea de que la relacionan con sus propios padres y que la obligaran a volver a ese hogar infernal. La idea de enfrentarse a su madre, Leviña, una mujer de carácter fuert
Máximo Fuentes al escuchar lo que había dicho el doctor, se levantó y salió de la habitación siguiendo al doctor. Era un asunto privado de su familia que no quería que nadie más supiera.—¿De cuál de mis hijos es? —preguntó con la voz ronca—El falso Hugo, es de su hijo mayor Mario con su nuera Regina.Máximo Fuentes tuvo que sentarse al escuchar eso, no podía creer lo que escuchaba ¿Cuando había sucedido eso?—¿Cómo es posible? —preguntó Máximo, su voz apenas un susurro. Sus pensamientos estaban en un torbellino.—¿Cómo es posible? —preguntó Máximo, su voz apenas un susurro. Sus pensamientos estaban en un torbellino.Máximo se pasó una mano por el rostro, sintiéndose de repente muy cansado. —Pero eso no es todo lo que encontramos en las pruebas de ADN que nos mandó a realizar de toda su familia señor Fuentes —siguió hablando el doctor mientras le extendía los resultados —. Mírelo usted mismo, su nieto Marcos, el hijo de la señora Regina y la viuda Humberto, no es un Fuentes, él único
El cuarto del hospital estaba bañado en una luz suave y cálida. Trinidad, a pesar de su ceguera, podía sentir la presencia de Hugo en la habitación. Su aroma, su voz, su respiración. Aunque su rostro había cambiado, ella conocía su esencia.Hugo estaba en la cama, aún débil por todo lo que había sucedido en los últimos días. Su memoria aún estaba borrada, aunque el científico que lo raptó y operó dijo que recordaría en pocos días todo. Después de escuchar la historia de cómo se habían conocido, enamorado y finalmente casado que le contrata ella, aunque no recordaba nada, había algo en Trinidad que lo hacía sentir como en casa. En su corazón, sabía que había algo profundo entre ellos. Trinidad se acercó a la cama de Hugo, tomando su mano entre las suyas. Aunque no podía verlo, podía sentir la calidez de su piel, podía percibir la fuerza que aún quedaba en él.—Te amo, Hugo —dijo Trinidad, sus palabras llenas de emoción. Sus lágrimas cayeron sobre sus manos entrelazadas.Hugo sintió un
El señor Muñóz se tomó un momento para procesar las palabras de Máximo Fuentes. Podía entender su confusión, después de todo, la situación era bastante complicada. Pero también sabía que era importante aclarar cualquier malentendido.—Señor Fuentes, entiendo su confusión y me disculpo si la información que ha recibido ha sido confusa —comenzó el señor Muñóz—. Es cierto que Trinidad es la directora de las grandes empresas constructoras internacionales y sí, ella es la heredera de un gran patrimonio. Sin embargo, eso no tiene nada que ver con su matrimonio con Hugo.El señor Muñóz hizo una pausa antes de continuar. Nunca estuvo de acuerdo con lo que hacía su hija de esconder quién era en realidad, pero era su propia decisión.—El matrimonio de Trinidad y Hugo es completamente verdadero y auténtico. Se aman profundamente y se casaron por amor, no por conveniencia o por intereses financieros —él estaba convencido de que así era, por lo que Viviana al escucharlo bajó la cabeza para que no
Hugo que había perdido la memoria, de pronto se encontró recordando todo lo que había vivido con su adorada esposa, era feliz porque no la había perdido como pensaba. Pero también se sentía culpable porque no solo había recuperado las memorias de antes de volver a encontrarla y casarse con ella por contrato.Sino, recordaba todo lo vivido con ella desde que lo hizo, el sufrimiento de Trinidad por creer que él había fallecido en el fuego de la iglesia el día de su primera boda. Las piernas quemadas de Trinidad, como se había quedado ella ciega debido al fuego.Una gran tristeza inundó a Hugo mientras miraba a su adorada esposa, dormida a su lado en una silla al lado de la cama en el hospital en que él se encontraba ingresado. No podía creer que le hubiera hecho pasar por ese tormento nuevamente. Recordaba claramente ahora cómo Trinidad había quedado devastada al creerlo muerto en el incendio de la iglesia el día de su boda.Y ahora, años después, él había vuelto a aparecer en su vida,