Máximo Fuentes, a sus setenta y ocho años, aún poseía un vigor que desmentía su edad. El sudor perlaba su frente y su respiración se volvía más pesada con cada paso, pero no se detuvo. Su nieto, Hugo, había desaparecido hace tres semanas en circunstancias misteriosas. La policía había rastreado todas las pistas posibles, pero todo había sido en vano hasta ahora.El amigo de Hugo, el ex detective Landon, había llamado a Máximo con una voz emocionada. Hugo había sido rescatado, dijo, y estaba siendo llevado a un lugar seguro. Máximo no perdió tiempo en preguntas. Sabía que cada segundo contaba.—¡Apúrate! —gritó a su jefe de seguridad, un hombre de aspecto serio que estaba luchando por mantener el ritmo. —¡Encontraron a Hugo!Llegaron al auto, un Mercedes negro de última generación. El guardia abrió la puerta trasera para Máximo, quien se desplomó en el asiento trasero, recuperando el aliento.—¿Dónde? —preguntó el guardia, una vez que estuvieron en el auto.—Clínica San Rafael —respon
Valeria todo el tiempo desde que le dieran de alta en el hospital había estado escondida viviendo como la esposa del abogado Federico. Tenía mucho miedo de salir a la calle. Porque aunque le dijo al ex detective Landon que no sabía quienes la habían golpeado tan salvajemente que la enviaron al hospital. Ella sí lo sabía, fueron sus propios padres, sobre todo su mamá Leviña?—¡No la golpees más! —escuchaba desde el piso donde estaba toda ensangrentada a su padre tratando de detenerla.—Tenemos que hacerlo bien o no van a creer que la asaltaron —y la volvió a golpear con fuerza haciendo que perdiera el conocimiento.Pero la embargaba la vergüenza de ser hija de dos criminales como sus padres. Y aunque nadie le creía, ella había crecido obedeciendo al abogado y al cual consideraba su padre, el señor Muñóz. Le aterraba la idea de que la relacionan con sus propios padres y que la obligaran a volver a ese hogar infernal. La idea de enfrentarse a su madre, Leviña, una mujer de carácter fuert
Máximo Fuentes al escuchar lo que había dicho el doctor, se levantó y salió de la habitación siguiendo al doctor. Era un asunto privado de su familia que no quería que nadie más supiera.—¿De cuál de mis hijos es? —preguntó con la voz ronca—El falso Hugo, es de su hijo mayor Mario con su nuera Regina.Máximo Fuentes tuvo que sentarse al escuchar eso, no podía creer lo que escuchaba ¿Cuando había sucedido eso?—¿Cómo es posible? —preguntó Máximo, su voz apenas un susurro. Sus pensamientos estaban en un torbellino.—¿Cómo es posible? —preguntó Máximo, su voz apenas un susurro. Sus pensamientos estaban en un torbellino.Máximo se pasó una mano por el rostro, sintiéndose de repente muy cansado. —Pero eso no es todo lo que encontramos en las pruebas de ADN que nos mandó a realizar de toda su familia señor Fuentes —siguió hablando el doctor mientras le extendía los resultados —. Mírelo usted mismo, su nieto Marcos, el hijo de la señora Regina y la viuda Humberto, no es un Fuentes, él único
El cuarto del hospital estaba bañado en una luz suave y cálida. Trinidad, a pesar de su ceguera, podía sentir la presencia de Hugo en la habitación. Su aroma, su voz, su respiración. Aunque su rostro había cambiado, ella conocía su esencia.Hugo estaba en la cama, aún débil por todo lo que había sucedido en los últimos días. Su memoria aún estaba borrada, aunque el científico que lo raptó y operó dijo que recordaría en pocos días todo. Después de escuchar la historia de cómo se habían conocido, enamorado y finalmente casado que le contrata ella, aunque no recordaba nada, había algo en Trinidad que lo hacía sentir como en casa. En su corazón, sabía que había algo profundo entre ellos. Trinidad se acercó a la cama de Hugo, tomando su mano entre las suyas. Aunque no podía verlo, podía sentir la calidez de su piel, podía percibir la fuerza que aún quedaba en él.—Te amo, Hugo —dijo Trinidad, sus palabras llenas de emoción. Sus lágrimas cayeron sobre sus manos entrelazadas.Hugo sintió un
El señor Muñóz se tomó un momento para procesar las palabras de Máximo Fuentes. Podía entender su confusión, después de todo, la situación era bastante complicada. Pero también sabía que era importante aclarar cualquier malentendido.—Señor Fuentes, entiendo su confusión y me disculpo si la información que ha recibido ha sido confusa —comenzó el señor Muñóz—. Es cierto que Trinidad es la directora de las grandes empresas constructoras internacionales y sí, ella es la heredera de un gran patrimonio. Sin embargo, eso no tiene nada que ver con su matrimonio con Hugo.El señor Muñóz hizo una pausa antes de continuar. Nunca estuvo de acuerdo con lo que hacía su hija de esconder quién era en realidad, pero era su propia decisión.—El matrimonio de Trinidad y Hugo es completamente verdadero y auténtico. Se aman profundamente y se casaron por amor, no por conveniencia o por intereses financieros —él estaba convencido de que así era, por lo que Viviana al escucharlo bajó la cabeza para que no
Hugo que había perdido la memoria, de pronto se encontró recordando todo lo que había vivido con su adorada esposa, era feliz porque no la había perdido como pensaba. Pero también se sentía culpable porque no solo había recuperado las memorias de antes de volver a encontrarla y casarse con ella por contrato.Sino, recordaba todo lo vivido con ella desde que lo hizo, el sufrimiento de Trinidad por creer que él había fallecido en el fuego de la iglesia el día de su primera boda. Las piernas quemadas de Trinidad, como se había quedado ella ciega debido al fuego.Una gran tristeza inundó a Hugo mientras miraba a su adorada esposa, dormida a su lado en una silla al lado de la cama en el hospital en que él se encontraba ingresado. No podía creer que le hubiera hecho pasar por ese tormento nuevamente. Recordaba claramente ahora cómo Trinidad había quedado devastada al creerlo muerto en el incendio de la iglesia el día de su boda.Y ahora, años después, él había vuelto a aparecer en su vida,
Valeria sentía una mezcla de ira y confusión mientras observaba a su madre frente a ella. Había pasado un tiempo desde que su madre la había lastimado gravemente y mandado casi muerta al hospital. La joven aún llevaba las cicatrices físicas y emocionales de aquel incidente. No solo eso, habían venido de nuevo a raptarla para obligarla a robar en casa del señor Muñóz. Leviña, se veía visiblemente afectada por la situación. Sus ojos estaban hinchados y rojos, y su voz temblaba cuando finalmente rompió el silencio. Valeria no podía creer que su madre estuviera haciendo todo ese teatro.—Valeria, sé que cometí un error terrible contigo—, dijo Leviña con voz entrecortada. —No puedo expresar lo arrepentida que me siento. Vine aquí hoy para pedirte perdón y tratar de enmendar las cosas.Valeria la miró fijamente, sin saber cómo reaccionar. Por un lado, sentía la necesidad de aferrarse a su enojo y dolor, pero por otro lado, anhelaba una relación saludable con su madre. Aunque sabía que eso e
En el hospital. En la habitación de Hugo, todos estaban expectantes. Era el día en que le quitarían las vendas del rostro después de la operación.—No te preocupes Hugo —le decía Trinidad— yo no puedo verte y soy tu esposa, la que te ama sin importar que.—No digas eso Trini, quiero mirarme al espejo y al fin sentir que soy yo. Llevo tanto tiempo sintiendo que era un extraño y ahora sé el motivo, me habían cambiado mi rostro. Ahora que recuperé mi memoria, quiero al fin volver a ser yo—Lo entiendo, Hugo. Es comprensible que quieras verte y sentirte como tú mismo nuevamente. Pero recuerda que lo más importante es que estás aquí, con vida, y que te amo sin importar cómo te veas. Tu rostro no define quién eres como persona. Trinidad tomó la mano de Hugo y le dio un beso suave en los labios. Estaba dispuesta a apoyarlo en todo momento, sin importar las dificultades que enfrentaran juntos. Eran realmente felices desde que Hugo había recuperado la memoria. Le contó a Trinidad cómo, al ir