Después de dejar a su abuelo Hugo se dirige a donde se realiza la construcción del centro artístico donde sabe que encontrará a su buen amigo Landon. Al llegar lo ve discutiendo con Federico.—¡Que no Landon! La idea era solo para que autorizaran todas las operaciones, de ahí a llevarla a vivir conmigo y seguir con la farsa de que estamos casados, no me gusta. No quiero.—Es solo para quitarle la autoridad a sus padres sobre Valeria, no la puedo dejar de nuevo que viva en ese barrio donde la atacaron.—Hola chicos, ¿qué sucede? —saluda Hugo al llegar—Hola Hugo, qué gusto verte por aquí— lo saluda Landon, con un tono de voz más calmado, buscando disimular la acalorada discusión que mantenía segundos antes con Federico y pasa a explicar la situación. —Estaba tratando de convencer a nuestro buen amigo Federico de que continúe con la farsa del matrimonio con Valeria, al menos en el papel, para poder sacarla de las garras de sus padres y así alejarla del ambiente peligroso en el que vive,
De repente, una serie de recuerdos borrosos llegaron a la mente de Hugo como relámpagos: el rostro de su amada Trinidad, con una expresión de pánico, consumiéndose en medio de voraces llamas anaranjadas. Hugo se tomó la cabeza, agitado, mientras imágenes difusas del pasado se arremolinaban en su mente atormentada. La bella sonrisa de Trini, el brillo de adoración en sus ojos cuando lo miraba... para luego verla gritar de horror, rodeada por el fuego, suplicando ayuda desesperadamente...Un odio ardiente crecía en el pecho de Hugo. ¿Cómo pudieron hacerle eso a su dulce y frágil Trinidad? Ella era tan buena, tan inocente... No merecía ese destino atroz. Si descubría que miembros de su propia familia provocaron esa tragedia como parte de algún retorcido plan... esta vez no habría misericordia para ellos.—¿Hugo hijo, estás bien? —preguntó su abuelo Máximo, sacándolo de sus lúgubres pensamientos.—Sí, no es nada...— mintió Hugo, disimulando su angustia mientras apretaba los puños con impot
Trinidad después que se fueran su esposo Hugo, junto a sus amigos Federico y Landon, estaba muy preocupada. Aunque había recuperado un poco su visión, no lo suficiente para ver lo que la podía amenazar con claridad. Además, la situación en la que se encontraba era muy peligrosa, ya que sabía que había personas que la estaban buscando para hacerle daño. Trinidad sabía que no podía quedarse quieta y esperar a que todo pasara, tenía que actuar. Pero antes tenía que salir de dudas sobre un sobre amarillo que había traido su esposo y que pensaba que ella no había visto cuando lo metió en la gaveta de sus prendas menores. Fue hasta la misma y lo tomó, dirigiéndose al despacho donde sabía que se encontraba Viviana y su padre trabajando. Tenía que saber qué era lo que le ocultaba su esposo. —Viví, papá, ¿pueden decirme que hay en este sobre, por favor?—¿Dónde lo encontraste?—En mi gaveta de las prendas menores —mintió, no quería que supieran que estaba espiando las cosas de su esposo.—A
Hugo se detuvo un momento, considerando las palabras de Landon. Era cierto, las pruebas de ADN habían confirmado su identidad como hijo legítimo de Humberto Fuentes y la hija de los Miteldon. En medio de la confusión, había olvidado ese importante detalle.—Tienes razón, lo que me cambiaron solo fue el rostro, Hugo —, reflexionó en voz alta —. Las pruebas genéticas demostraron que soy el verdadero Hugo, el hijo de mis padres. Lo había olvidado. Un gran alivio lo invadió al recordar eso. Independientemente de la apariencia física que le hubieran impuesto, su esencia seguía siendo la misma. Los resultados del ADN eran irrefutables.—Aún así, necesito saber por qué me hicieron esto — continuó Hugo con el ceño fruncido —. Quién fue y qué propósito tenía al cambiar mi rostro, mi abuelo dice que quizás querían engañarlo a él. Que pensaban que no me conocía, pero él sí sabía cómo era yo. Tenía fotografías mías. —Otra cosa, chicos. Mi abuelo dice que los Miteldon tenían una enorme fortuna y
Leviña se movía de un lugar a otro en el condominio que le había regalado su ex, el señor Muñóz, mientras esperaba ansiosamente que su actual esposo y padre de Valeria que había salido de la cárcel regresara, después de ir al hospital donde supuestamente estaba ingresada. Al verlo entrar corrió a su encuentro. Leviña corrió a abrazar a su esposo con fuerza. —¡Qué alegría que hayas vuelto! Estaba muy preocupada—. Él le devolvió el abrazo, aliviado de estar de regreso en casa.—¿Cómo está Valeria? ¿Pudiste verla?— preguntó Leviña expectante.—No pude, solo estuve unos minutos en el lugar donde se supone que estaba ella. No vas a creer lo que me dijeron— respondió el esposo.—¿Qué cosa? ¿Le pasó algo malo?—Todo lo contrario. Según me informaron, su esposo ya se la llevó a su casa. ¿Sabías que nuestra hija Valeria está casada con Federico, el abogado amigo de Landon, mi enemigo jurado?Leviña se quedó atónita al escuchar las palabras de su esposo. No podía creer que su pequeña Valeria y
El falso Hugo, enfurecido, se encontraba en su despacho en penumbra cuando la puerta se abrió, permitiendo la entrada de un hombre de aspecto siniestro que cojeaba de una pierna. El hombre se acercó lentamente hacia él.—¿Quién eres y qué haces aquí? —preguntó el falso Hugo con desconfianza, mientras se levantaba de su silla y retrocedía unos pasos.El hombre cojeante sonrió de manera siniestra y se apoyó en un bastón. Sin dejar de observarlo.—Me llaman El Cojo —respondió con voz ronca—. He oído que te haces pasar por Hugo Fuentes.—¿Qué hay con eso si fuera verdad? —respondió con una voz que denotaba molestia —Y no sé de qué estás hablando —respondió el falso Hugo, tratando de mantener la compostura—. Soy Hugo, no hay ningún engaño aquí.El falso Hugo sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No esperaba encontrarse con alguien que conociera su engaño y mucho menos con alguien tan amenazante como él. El Cojo soltó una risa burlona y se acercó aún más, hasta quedar cara a cara con
Trinidad se esforzaba enormemente por mantener una apariencia de normalidad, a pesar de su carencia visual. Aunque no podía estar completamente segura, su intuición y su cuerpo le enviaban señales incesantes de que algo no iba bien. El impostor de Hugo, intentando replicar la voz del auténtico Hugo, solicitó un momento a solas con su esposa.—Trini, ven más cerca, ¿por qué te encuentras tan distante? —solicitó el falso Hugo, esforzándose por imitar a la perfección la voz del verdadero Hugo.—El médico indicó que debemos mantenernos a un metro de distancia debido a posibles bacterias —improvisó Trinidad en el acto, procurando mantener la separación.Su oído afinado ya había determinado que ese no era su Hugo. Aunque el impostor trataba de engañarla, Trinidad sabía que algo no cuadraba. Sus otros sentidos le advertían de que ese hombre no era quien pretendía ser.Con precaución, Trinidad se mantuvo resuelta y prosiguió desempeñando su papel. A pesar de su falta de visión, su intuición y
El señor Máximo Fuentes se sentó en la silla de cuero, sus pensamientos girando en un torbellino de confusión y sorpresa. Como el jefe de la familia Fuentes, siempre había tomado en serio su responsabilidad de mantener a la familia unida y segura. Su mundo, que hasta ahora había sido tan familiar y predecible, se había vuelto repentinamente extraño y desconocido.—La prueba demuestra que esa persona que está ahí y que me tienen que explicar quién es —dijo el doctor muy serio— está relacionado con su esposo Trinidad, él es sin duda un familiar de Hugo Fuentes. El parentesco es real, tiene que ser un familiar cercano.—¿No me diga? —exclamó el señor Muñóz—. Nosotros sospechamos que es un impostor que ha estado tratando de suplantar a Hugo y que se intercambió con él aquí en el hospital. Pero jamás que estuviera relacionado con su familia Fuentes, por favor investigue bien ese hecho—Ahora entiendo muchas cosas —dijo pensativo el doctor—. Entonces, su estado actual debe ser producto de a