Hugo Fuentes, el nieto bastardo de la poderosa familia Fuentes, sintió un nudo en la garganta al ser interceptado por los fornidos guardaespaldas de su abuelo Máximo. Aunque intentó mostrarse calmado, no pudo evitar preguntarse nerviosamente qué se traería entre manos Máximo esta vez. ¿Acaso pretendería raptarlo para algún retorcido plan? El hecho de estar rodeado de tanto personal de seguridad, incluyendo francotiradores en los tejados cercanos, lo ponía sumamente tenso.Sin embargo, el jefe de la seguridad se acercó para tranquilizarlo: —No tema joven Hugo, su abuelo solo desea conversar en privado con usted. Por favor, suba al auto.—Hugo, me alegra verte sano y salvo. Perdona que te haya hecho venir de esta manera, pero es urgente que hablemos a solas—, dijo Máximo con semblante serio.Hugo lo miró extrañado. —¿Qué sucede, abuelo? ¿Por qué tanto secreto? —Máximo suspiró. —He descubierto que nuestra familia te ha tendido una trampa. Tus tíos y primos conspiraron para hacerte creer
Federico la miró con preocupación y le explicó lo que había sucedido. Valeria había sido atacada por unos desconocidos mientras caminaba hacia su casa. La habían golpeado brutalmente en la cabeza y le habían robado todas sus pertenencias. Pero gracias a Dios, unos vecinos la encontraron y llamaron a la ambulancia, dijo Federico con alivio. —Estás viva, Valeria. Eso es lo más importante. Valeria asintió, sintiéndose un poco más tranquila al saber que había sobrevivido al ataque. Pero también se sentía confundida y asustada por lo que había pasado.—¿Y papá lo sabe? ¿Qué haces aquí tú? —preguntó Valeria, recordando a su amigo. —¿Y Landon dónde está? Federico suspiró y le explicó que el señor Muñoz había venido a verla unos días antes. Había sufrido un infarto mientras estaba en el hospital, esperando noticias de Valeria y que ahora estaba delicado en su casa. Valeria se quedó sin habla al escuchar la noticia. El señor Muñoz había sido como un padre para ella y ahora estaba muy delica
Después de dejar a su abuelo Hugo se dirige a donde se realiza la construcción del centro artístico donde sabe que encontrará a su buen amigo Landon. Al llegar lo ve discutiendo con Federico.—¡Que no Landon! La idea era solo para que autorizaran todas las operaciones, de ahí a llevarla a vivir conmigo y seguir con la farsa de que estamos casados, no me gusta. No quiero.—Es solo para quitarle la autoridad a sus padres sobre Valeria, no la puedo dejar de nuevo que viva en ese barrio donde la atacaron.—Hola chicos, ¿qué sucede? —saluda Hugo al llegar—Hola Hugo, qué gusto verte por aquí— lo saluda Landon, con un tono de voz más calmado, buscando disimular la acalorada discusión que mantenía segundos antes con Federico y pasa a explicar la situación. —Estaba tratando de convencer a nuestro buen amigo Federico de que continúe con la farsa del matrimonio con Valeria, al menos en el papel, para poder sacarla de las garras de sus padres y así alejarla del ambiente peligroso en el que vive,
De repente, una serie de recuerdos borrosos llegaron a la mente de Hugo como relámpagos: el rostro de su amada Trinidad, con una expresión de pánico, consumiéndose en medio de voraces llamas anaranjadas. Hugo se tomó la cabeza, agitado, mientras imágenes difusas del pasado se arremolinaban en su mente atormentada. La bella sonrisa de Trini, el brillo de adoración en sus ojos cuando lo miraba... para luego verla gritar de horror, rodeada por el fuego, suplicando ayuda desesperadamente...Un odio ardiente crecía en el pecho de Hugo. ¿Cómo pudieron hacerle eso a su dulce y frágil Trinidad? Ella era tan buena, tan inocente... No merecía ese destino atroz. Si descubría que miembros de su propia familia provocaron esa tragedia como parte de algún retorcido plan... esta vez no habría misericordia para ellos.—¿Hugo hijo, estás bien? —preguntó su abuelo Máximo, sacándolo de sus lúgubres pensamientos.—Sí, no es nada...— mintió Hugo, disimulando su angustia mientras apretaba los puños con impot
Trinidad después que se fueran su esposo Hugo, junto a sus amigos Federico y Landon, estaba muy preocupada. Aunque había recuperado un poco su visión, no lo suficiente para ver lo que la podía amenazar con claridad. Además, la situación en la que se encontraba era muy peligrosa, ya que sabía que había personas que la estaban buscando para hacerle daño. Trinidad sabía que no podía quedarse quieta y esperar a que todo pasara, tenía que actuar. Pero antes tenía que salir de dudas sobre un sobre amarillo que había traido su esposo y que pensaba que ella no había visto cuando lo metió en la gaveta de sus prendas menores. Fue hasta la misma y lo tomó, dirigiéndose al despacho donde sabía que se encontraba Viviana y su padre trabajando. Tenía que saber qué era lo que le ocultaba su esposo. —Viví, papá, ¿pueden decirme que hay en este sobre, por favor?—¿Dónde lo encontraste?—En mi gaveta de las prendas menores —mintió, no quería que supieran que estaba espiando las cosas de su esposo.—A
Hugo se detuvo un momento, considerando las palabras de Landon. Era cierto, las pruebas de ADN habían confirmado su identidad como hijo legítimo de Humberto Fuentes y la hija de los Miteldon. En medio de la confusión, había olvidado ese importante detalle.—Tienes razón, lo que me cambiaron solo fue el rostro, Hugo —, reflexionó en voz alta —. Las pruebas genéticas demostraron que soy el verdadero Hugo, el hijo de mis padres. Lo había olvidado. Un gran alivio lo invadió al recordar eso. Independientemente de la apariencia física que le hubieran impuesto, su esencia seguía siendo la misma. Los resultados del ADN eran irrefutables.—Aún así, necesito saber por qué me hicieron esto — continuó Hugo con el ceño fruncido —. Quién fue y qué propósito tenía al cambiar mi rostro, mi abuelo dice que quizás querían engañarlo a él. Que pensaban que no me conocía, pero él sí sabía cómo era yo. Tenía fotografías mías. —Otra cosa, chicos. Mi abuelo dice que los Miteldon tenían una enorme fortuna y
Leviña se movía de un lugar a otro en el condominio que le había regalado su ex, el señor Muñóz, mientras esperaba ansiosamente que su actual esposo y padre de Valeria que había salido de la cárcel regresara, después de ir al hospital donde supuestamente estaba ingresada. Al verlo entrar corrió a su encuentro. Leviña corrió a abrazar a su esposo con fuerza. —¡Qué alegría que hayas vuelto! Estaba muy preocupada—. Él le devolvió el abrazo, aliviado de estar de regreso en casa.—¿Cómo está Valeria? ¿Pudiste verla?— preguntó Leviña expectante.—No pude, solo estuve unos minutos en el lugar donde se supone que estaba ella. No vas a creer lo que me dijeron— respondió el esposo.—¿Qué cosa? ¿Le pasó algo malo?—Todo lo contrario. Según me informaron, su esposo ya se la llevó a su casa. ¿Sabías que nuestra hija Valeria está casada con Federico, el abogado amigo de Landon, mi enemigo jurado?Leviña se quedó atónita al escuchar las palabras de su esposo. No podía creer que su pequeña Valeria y
El falso Hugo, enfurecido, se encontraba en su despacho en penumbra cuando la puerta se abrió, permitiendo la entrada de un hombre de aspecto siniestro que cojeaba de una pierna. El hombre se acercó lentamente hacia él.—¿Quién eres y qué haces aquí? —preguntó el falso Hugo con desconfianza, mientras se levantaba de su silla y retrocedía unos pasos.El hombre cojeante sonrió de manera siniestra y se apoyó en un bastón. Sin dejar de observarlo.—Me llaman El Cojo —respondió con voz ronca—. He oído que te haces pasar por Hugo Fuentes.—¿Qué hay con eso si fuera verdad? —respondió con una voz que denotaba molestia —Y no sé de qué estás hablando —respondió el falso Hugo, tratando de mantener la compostura—. Soy Hugo, no hay ningún engaño aquí.El falso Hugo sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No esperaba encontrarse con alguien que conociera su engaño y mucho menos con alguien tan amenazante como él. El Cojo soltó una risa burlona y se acercó aún más, hasta quedar cara a cara con