Trinidad Muñoz nunca había sido una niña frágil. Desafortunadamente, su madre padecía una enfermedad grave desde su nacimiento, por lo que no tenía opción más que ser fuerte. Tras la pérdida de su madre y al ver el dolor insoportable que sufría su padre, el abogado Andrés Muñoz, Trinidad ocultó su propio dolor y se dedicó a cuidar de él, manteniendo siempre vivo el recuerdo de su madre para aliviar la ausencia que sentía.Cuando Trinidad se marchó a la universidad, lo hizo porque su padre había logrado encontrar cierto consuelo y se había casado nuevamente, tal como su moribunda madre le había pedido. Leviña, su nueva esposa, trajo consigo a Valeria. Aunque Valeria no se comportaba bien con Trinidad, esta última la veía como una joven manipulada por su madre. Sin embargo, Trinidad reconocía que Valeria amaba sinceramente al señor Muñoz, quien la había criado, educado y protegido desde que la acogió en su hogar, evitando que Leviña le causara daño.Trinidad sabía que Valeria era capri
Trinidad vio como entraba Valeria abrazada de su papá y la emoción en su rostro la conmovió mucho. Aunque quisiera, no podía negar que Valeria quería al señor Andrés como su padre. Suspiró e hizo el propósito de verla como lo que era, una hermana de crianza, porque en verdad su papá había criado a Valeria. Quizás por eso Leviña no había podido corromper a Valeria por completo.—¿Ya llegaron? —preguntó, caminando despacio por su enorme vientre de embarazo— Me alegra que hayas regresado temprano, papá. Aunque no te pregunté, al escuchar que Valeria estaba en peligro, la invité a regresar a casa. Sus padres están presos y nosotros somos, después de todo, su única familia. ¿Hice bien?—Claro que hiciste bien, Trini —respondió el señor Andrés, adelantándose para besar a su hija—. Después de todo, fui yo quien crió a Valeria. Me alegra que hayas tomado esa decisión, hija.Trinidad sonrió al escuchar las palabras de su padre. Aunque no era precisamente por eso que la había invitado a regresa
Trinidad se quedó en silencio, su mente llena de pensamientos y emociones encontradas. Por un lado, la idea de ver a Esteban de nuevo la llenaba de miedo y resentimiento. Por otro lado, la posibilidad de obtener respuestas y proteger a su familia la atraía.—¿Una condición? ¿Cuál es? —preguntó Trinidad, su voz teñida de cautela y una pizca de esperanza.—Desea hablar contigo, dice que para disculparse —explicó Landon.Trinidad miró a Landon, incrédula. ¿Por qué Esteban querría disculparse? Después de todo lo que le había hecho, a ella y a su esposo, no merecía su perdón.—Trini —intervino el señor Andrés— sabemos que es un criminal, pero también recuerdas que tú misma dijiste que él te amaba sinceramente y que la mayoría de las cosas terribles que hizo fueron bajo la coacción de su padre. Ahora, él establece esta condición para ayudarnos a desmantelar a esa organización. Pero sobre todo, Trini, nos va a ayudar a determinar si tus suegros están involucrados en esto voluntariamente o po
Hacía mucho que Regina estaba escondida, sabía que el detective Alejandro se había dado cuenta de que ella le había dado informaciones falsas. Por lo que se escondió en casa de Orlando Duarte, a pesar de que era a otro de los que mantenían muy vigilados.Regina sabía que no podía quedarse escondida en la casa de Orlando para siempre. Tarde o temprano la encontrarían. Necesitaba un plan para probar su inocencia.Decidió contactar a su amiga de la infancia, Julia. Ella era la única en quien Regina confiaba plenamente. Julia era reportera de investigación y tenía contactos que podrían ayudar. Regina sabía que el detective Alejandro, un hombre honesto e íntegro, estaba tras su pista. Ella había estado dando información falsa para proteger a la organización mafiosa "La Orden de los Iluminados" de la que formaba parte.Necesitaba un nuevo plan para despistarlo. Contactó a su amiga Julia, una ambiciosa mujer dispuesta a todo por dinero. Le ofreció una gran suma para que fingiera ser una info
Desde que el señor Andrés Muñóz se enteró de lo que le había sucedido a su hija en su primera boda, había estado investigando con fervor. Lo que finalmente descubrió no le agradó en absoluto. Se encontraba una vez más frente a Esteban Duarte en la cárcel, quien sonreía tontamente después de terminar una llamada con Trinidad.—¿Vas a responder mi pregunta ahora? —inquirió Andrés—. Ya viste que no miento. Mi Trini confía en ti, te ha defendido a pesar de todas las atrocidades que has cometido y cómo la has perseguido y acosado toda su vida. Fuiste un estúpido al no presentarte en la boda si tanto la amabas. Ahora dime, ¿sus suegros son o no son participantes voluntarios de la organización mafiosa La Orden de los Iluminados?—Gracias por permitirme hablar con su hija, señor Andrés —respondió Esteban con seriedad—. Le juro que estoy realmente arrepentido de todo lo que le hice y lo enmendaré para ayudar a que sea feliz, incluso si no es conmigo. Esto que le voy a decir no estoy completame
El silencio se apoderó de la habitación mientras Andrés procesaba las palabras de su hija. El amor y la preocupación por Hugo eran evidentes en su voz y en sus ojos suplicantes. Y a pesar de que sabía que Hugo era inocente, el hecho de que sus padres hubieran intentado hacerle daño a Trinidad era algo que Andrés no podía simplemente ignorar.—Por favor, papá…, él no sabía nada. Hugo me ama de verdad —insistió Trinidad, su voz apenas un susurro. El despacho parecía haberse transformado en una cámara de ecos fríos y silenciosos. La luz del atardecer se filtraba por las ventanas, lanzando sombras largas y oscuras que parecían reflejar el estado de ánimo de todos los presentes. En medio de la habitación, Andrés parecía una figura sombría y solitaria. Su rostro, normalmente amable y acogedor, estaba tenso y serio, su expresión era más tenebrosa de lo que nadie hubiera podido imaginar. Era como si una máscara de piedra se hubiera deslizado sobre sus rasgos, ocultando el tumulto de emocio
Después de haber llamado a su abuelo para ponerlo al tanto de todo, Hugo decidió que era hora de enfrentar a sus padres. Acompañado por Landon y Federico, quienes decidieron unirse a él en esta difícil tarea, se dirigieron hacia la antigua mansión familiar de los Fuentes. La opulenta residencia, que una vez había sido símbolo de prosperidad y alegría, ahora se presentaba con un aire siniestro y amenazante.Al llegar a la entrada, Hugo se detuvo por un instante, sintiendo cómo su corazón palpitaba con fuerza en su pecho. Trinidad, viendo su angustia, apretó su mano con firmeza y le brindó una mirada de apoyo y comprensión.Con un suspiro, Hugo se armó de valor y tocó el timbre, sintiendo cómo su estómago se agitaba ante la ansiedad del encuentro inminente. La puerta se abrió, revelando a sus padres que parecían sorprendidos al verlo.—Hugo —empezó su madre, con una expresión de desconcierto pintada en su rostro—. No esperábamos verte...—No he venido para una visita amigable —interrump
La aparición de dos figuras en la entrada de la sala atrajo la atención de todos. Eran el señor Andrés y su hija Trinidad, que habían insistido en estar allí para apoyar a su marido en este momento tan difícil. Su padre, aunque reacio al principio, había cedido finalmente a sus ruegos.Avanzaron lentamente hacia donde estaban Máximo y Hugo, sus pasos resonando en el silencio de la sala. Al llegar a su lado, Trinidad tocó suavemente el hombro de Máximo. El anciano comprendió al instante y, con una sonrisa triste, le cedió su lugar junto a Hugo.Hugo se volvió hacia su esposa, sorprendido de verla allí. Pero, lejos de calmarse, las lágrimas volvieron a brotar con más fuerza. Cayó de rodillas frente a Trinidad, su cuerpo temblando por el esfuerzo de contener sus sollozos.—Perdón Trini, perdón por haberte encontrado conmigo. Por mi culpa has pasado tanto, perdón… —su voz se quebró, ahogada por las lágrimas.Trinidad intentó ayudarlo a levantarse, pero su avanzado estado de embarazo le im