Capítulo 26
Luciana pensó que sus ojos la engañaban al ver esa fugaz sonrisa.

—Vamos —dijo él.

—¿Adónde?

—Cuando tu jefe te dice que hagas algo, lo haces sin hacer tantas preguntas —respondió con agrado mientras caminaba.

Luciana lo seguía trotando. —Abogado Campos, ¿puedo hacerle una sugerencia?

—Dime —contestó en ese instante sin detenerse.

—¿Podría caminar más despacio?

Sebastián se detuvo y la miró con intensidad, bajando la vista hasta sus piernas. Con total seriedad, comentó: —Ah, es que tienes las piernas cortas.

Luciana suspiró resignada. Era alta para ser mujer y tenía proporciones de modelo, ¿cómo podían ser cortas sus piernas?

Sebastián reanudó la marcha, más lentamente. Ahora Luciana podía seguirlo sin necesidad de trotar.

La persona con la que se reunió Sebastián era claramente importante. Aunque Luciana no sabía exactamente quién era, lo dedujo por el lugar de la reunión y la conversación. Era un caso internacional bastante complejo.

Frente a aquel imponente magnate, Sebastián no se
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