Capítulo 29
Luciana suspiró. Se sentía como un peón en un juego.

Andrés pareció leerle el pensamiento. —Yo soy el verdadero peón aquí.

—Andrés... —dijo Luciana, apenada.

—Incluso si soy un peón, lo acepto gustoso —se adelantó Andrés a declarar.

Luciana suspiró resignada. —Siempre serás mi buen amigo.

Era una forma sutil de expresar sus sentimientos.

La mirada de Andrés se apagó de repente.

Alejandro, parado en la acera, observó a Luciana subir al auto de Andrés.

Daniela, también en la acera, le hizo una seña obscena con el dedo.

Alejandro frunció el ceño, pero lo ignoró.

Abrió la puerta del auto para María.

Ella se inclinó para entrar.

Él subió solo después de ver partir el auto de Andrés.

Su expresión era sombría.

Agarraba el volante con tanta fuerza que se le marcaban las venas.

—¿Seguro que estás bien? —preguntó María al notar su fuerte expresión.

—Sí —respondió Alejandro, intentando componerse.

Quería concentrarse en conducir, pero solo podía pensar en Luciana.

Apretó con rabia los labios. Se
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