Capítulo 25
Alejandro se dio la vuelta y entró al bufete.

Victoria sonrió satisfecha. —Perfecto, me encargaré de todo.

La heredera de los Campos aún estaba soltera. Quizás esperaba precisamente a su hijo...

Catalina, en absoluto silencio, seguía a Luciana, quien caminaba sin rumbo fijo.

—Luciana —susurró Catalina, tirando suavemente de su blusa.

—¡¿Cómo?! —gritó enfurecida Luciana.

Catalina se sobresaltó. Hoy había comprendido que su hija no había sido feliz con los Morales, que había sufrido muchísimo.

¡Ay! ¿Cómo no iba a dolerle el corazón por su única hija?

—Quizás este es nuestro destino... estar pobres. Ya está, déjalo así. No volveré a molestarte con esto. No sufras más.

Luciana se detuvo de golpe y miró fijamente a su madre.

—Ay, fue mi culpa —se disculpó en ese momento Catalina—. Me dejé deslumbrar por el dinero...

—Mamá —Luciana la abrazó, dejando finalmente salir sus emociones.

—Mi niña, cuánto has sufrido —Catalina le acarició con dulzura la espalda—. No te preocupes, tu padre y yo aún
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