Aquel que me había salvado de las chicas era nada más y nada menos que Chuck Herboll, quien estaba detrás de mí, con una mano rodeaba mi cintura, y con la otra mano me tapaba la boca, aquellas chicas pasaron de largo aunque una de ellas intentó abrir la puerta en donde estábamos, pero sin éxito alguno, después se fueron alejando y me sentí más tranquila, ¿por qué estaba en una situación como esa el primer día de clases?.

—Parece que ya se han ido —me dice Chuck con voz ronca cerca del oído.

Chuck me quita la mano de la boca y me siento mejor.

—¿Chuck? —susurro.

—Si.