Massimo Onuris―¡NO, YO NO VOY A ACEPTAR ESO! ―grita mi madre, apenas terminó de leer lo que mi padre le ofrece para que firme el divorcio.Ella se levanta y va al baño de mi oficina, lamentablemente no creo mucho en sus lágrimas. En estos dos años solo se ha dedicado a hablar mal de mi padre, siendo que fue ella quien lo engañó y, si mi hermana no hubiese roto aquel compromiso, nada hubiese salido a la luz.Suelto un suspiro y tomo mi móvil, mensajeo a mi padre. Él está en nuestra casa familiar, no se ha movido de allí y está a la espera de un acuerdo de divorcio. Su postura es firme, no le dará la mitad de su patrimonio a una mujer infiel que, aparte de hacerle vivir un infierno desde hace veinte años, no le dio más que dos alegrías; mi hermana y yo.Entiendo su postura cuando me pregunta, ¿Qué es lo que pide ella? Como él, estoy cansado y creo que alargar esta situación es solo perder más tiempo del que ya se perdió. Mi madre vuelve a la sala y su abogado vuelve a pedir la mitad de
Dulce GarcíaOtra vez mi alarma sonaba, habían pasado algunos meses desde que oficialmente teníamos un socio, pero un socio con opiniones, una opinión que conllevaba hacer algo que había estado evitando hacer desde que salí de NY, volver a aquel lugar, pero antes debía llevar a mi pequeña al colegio.Me levanté y vestí, prepare café y luego de servirme una taza fui hasta donde estaba mi bella Allegra, aún dormía, mi bebe estaba hermosa y a punto de cumplir sus dos años, quién diría que después de todo lo que pasó llegara ella, con su sonrisa, con esos ojos que me derriten, suspiro, como los de su padre. Niego con la cabeza y dejo mi tazón sobre la mesa de noche y comienzo a despertarla, debe irse a la guardería en unos veinte minutos.– Mamá – mi pequeña hablaba – quiero ir contigo – sus pucheros hacen latir mi corazón, pero debo negarme.– Esta vez no, pequeña – bate sus pestañas – no me convencerás – ella ríe y el solo hecho de escuchar su melodiosa risa me recargo de energías.Esa
Massimo Onuris– Podríamos salir a cenar esta noche – escuchaba a Georgina hablar – mis padres estarán en la ciudad la semana que viene, les gustaría vernos – sonrió – Bebe, necesitamos comprar una casa, quiero que comencemos a planificar …– ¿Planificar qué? – pregunté, hablando por primera vez desde que llegó y se metió a mi oficina – Georgina, cuéntame, ¿planificar qué? – volví a preguntar y la vi caminar hasta mí, sentándose en mi regazo y corriendo mi laptop.– Nuestra vida, mi amor, hay que planificar nuestra vida – la mire sorprendido y saque sus manos de mi cuello - ¿Qué pasa, Massimo? ¿Por qué estás tan esquivo? – se estaba volviendo a molestar.– Ya lo hablamos – solo conteste – es un tema zanjado, planifica tú, pero yo no participaré – se levantó y caminó hasta el sofá - ¿fuiste a ver al doctor? – pregunté, volviéndome a mis documentos.– No, creo que ya no me está haciendo bien – cerré los ojos y respiré profundo.– Teníamos un trato, Georgina, tú debías hacer tu tratamien
Dulce GarcíaEl avión aterrizaba en NY, aún no sabía si había tomado la decisión correcta, pero necesitaba hacer esto, no era por mí, era por el hombre que en algún momento amé, aunque cuestionablemente aún sentía mucho por él, mucho que no reconocería tan fácilmente.Solo necesita que esta situación no me afectara, Massimo ya tenía una vida, lo único que yo quería era que se diera cuenta de que no era culpable de una situación que la naturaleza hizo, yo estuve sola, sin él, todo mi embarazo, viaje solo para contarle, pero lo vi con otra mujer de la mano, siendo que hace menos de dos meses me estaba jurando amor eterno y ni por eso, o por estrés perdí a mi hermosa hija.Tengo tantas cosas de la cuales puedo culpar, pero nada que lo mortifique, que haga que toda esa seguridad se esfume, la azafata me avisa que llegamos y que todo fue un éxito, estamos en el avión privado de la familia Rossi, apenas pongo un pie en la escalerilla me doy cuenta de que está amaneciendo, mi hija duerme en
Massimo OnurisMi madre me apresura, termino de colocarme la corbata dentro del carro, mientras veo como mi hermana revisa algunas pautas, entiendo que algo no salió como lo esperaba, por ello me quedo en silencio hasta que solicite mi ayuda. Cuando llegamos había algunas mesas armadas, enseguida me dejé guiar por mi olfato, había algo dulce que se me hacía familiar.– ¿De dónde sacaste esto? – pregunte a mi hermana indicando una mini torta de fruto rojo – está delicioso – ella se encogió de hombros.– Robert me contacto con una pastelería española, son exquisitos – golpeo mi mano – pero prueba de los que están atrás, esta es exposición para los asistentes – rodé los ojos y cuando me disponía a ir tras bambalinas llegaron Robert y James Rossi. Traían caras de pocos amigos, creo que puedo adivinar por qué.– No lo entiendo, es una arpía – James suelta un suspiro – sé que fue ella, es la única que nos vio ese día – están muy molesto – espero que todo el teatro se le caiga, está desquici
Dulce García.Nerviosa, esa era la palabra que me describe en este minuto, había esperado este momento toda una semana, la semana que me tomo decidir y empacar mi vida en España y devolverme hasta aquí, pero sin dejar de ver el norte, todo esto puede salir muy bien o muy mal, eran dos filos en la misma daga,Solté un suspiro y James me dijo que me tranquilizara, no pasaría nada, eran sus palabras favoritas que a pesar de que vinieran de otra persona, no calmaban mi ímpetu.– Cambiarás de bailarín – dijo sonriente – él ya sabe que estás aquí – informo y yo solo asentí.– Vamos a hacer algo – hable llamando su atención – cuando Massimo se acerque me das una vuelta, dejándome frente a él y luego tú te vas – asintió.– Hablen ¿OK? – asentí – hace poco su familia tuvo un encuentro con el padre de Georgina, ellos se fueron de esta gala, pero esa mujer no lo dejara tranquilo – buena información – deja todo lo malo que puedas pensar fuera, y abre la mente, escúchalo, aunque sea repetitivo, es
Massimo Onuris¡Mi hija! Estreche a Dulce entre mis brazos mientras veía como un doctor examinaba a nuestra hija, mis ojos se habían cristalizado y por tercera vez en la noche tenía un nudo en la garganta, uno que amenazaba con hacerme llorar como un crío, sin consuelo, sin estabilidad emocional, pero con fuerzas, ya no estaba solo, no podía simplemente dejarme estar, debía ser el hombre que ellas necesitaban.El doctor nos dio buenas noticias, solo había sido una descompensación, pero debía hacerle un chequeo completo, respiramos más tranquilos y enseguida saqué mi tarjeta de debajo de la manga y pedí que la trasladaron a una habitación privada, con las mejores atenciones, de esa forma subimos al quinto pido, mi hija estaba dormida y con Dulce teníamos espacio de conversar.– Lo descubrí dos meses después de que me fui – se adelantó ella y con su mirada fija en mi reacción comenzó a hablarme – por eso, viaje hasta acá, por eso te espera a la salida de la empresa, pero cuando vi que h
Dulce García. Estaba cansada, me dolía el cuerpo, los pies, sobre todo, cuando Massimo salió de la habitación aproveche de sacar los tacones y buscar en la cartera que me había preparado Mara algo de ropa, me alegré cuando vi unos jeans y una blusa, pero sobre todo cuando vi unos botines, rápido me metí al baño y retire mi vestido, y coloque mi ropa normal, retire algo del exagerado maquillaje de noche y solo me vi más natural, sin todo el maquillaje se me notaba demasiado la falta de sueño. Apenas termine salí a ver a mi pequeña, ella dormía plácidamente, sabía que los cambio le harían mal, pero no pensé que fuera justo en este momento, ahora solo podía pensar en cómo los presentaría, Allegra siempre ha sido una niña que entiende a pesar de su corta edad, pero jamás ha tenido un padre, puede que lo tome de forma natural, rezo porque lo tome de forma natural. Massimo entro a la habitación y tomo mi bolso, indicándome que ya todo estaba listo, reí al verlo meter su corbata entre mis