Dulce García.– ¿Salió del país? – pregunté y Mara asintió – facilidad de cubrir sus intenciones – estaba molesta, aún no habíamos hecho mucho, Georgina se merecía un escarmiento, pero su padre nos quitó ese gusto - ¡Que rabia! Como quisiera que ese hombre la dejara a su suerte, como puede cubrir tanta maldad con un viaje.– No lo hará, solo retrasara lo que todos sabemos qué pasará – Mara se queda viendo hacia la ventana, creo que no fue bueno decir eso en voz alta – recuerda que el padre de tu hija mataría por ella, no debes escupir hacia el cielo – ella tenía razón.– Lo siento, tienes razón – acepté y ella sonrió – ¿Nicolás te dijo algo más? – negó con la cabeza - ¿puedo preguntar algo personal? – asintió. – ese hombre, Nicolás, ¿te interesa? – las dos nos quedamos en silencio.– Hace algunos años nos encontramos, los dos más jóvenes, los dos con menos responsabilidades, pero él me dejó claro que no necesitaba una relación – mi amiga se puso de pie – yo lo respeté y desaparecí.
Massimo OnurisMi corazón estaba a mil, lo que había pasado recién había sido un sueño, sus labios sobre los míos, ese sutil movimiento, solté un suspiro y casi caigo al suelo, ella había dicho que sí, había puesto fecha, que nervios, enseguida me puse en contacto con mi hermana, ella sería mi cómplice, necesitaba un restaurante con bonita vista, pero no se me venía a la mente nada.– ¿Y en tu oficina? Digo, los ventanales dan una hermosa vista, puedo contratar un cáterin, alguien que cocine, que sirva y que luego se marchen – su idea no era mala – me encargaría de arreglar, decorar y preparar algo a media luz, con un bonito ambiente y algunas decoraciones del tipo romántico …– Me gusta la idea, quiero algo reservado, pero romántico, sin gente a nuestro alrededor, cosa que se nos dé mucha privacidad – mi hermana se reía al otro lado de la línea – esto debe ser especial, pero no muy extravagante, ¿entiendes? – pregunté nervioso aún.– Sí, comprendo perfectamente – de pronto escuche un
Dulce García– ¿Dónde vas? – pregunte cuando Massimo tomó algunas de sus cosas y las metió en un bolso de viaje, para luego meter su laptop – aún es temprano para que te cambies de recámara – él me sonrió y se me acercó.– Saldré, tengo que encargarme de algunas cosas antes de que nos vayamos a cenar – pasó su mano por mi cintura y acerco nuestros cuerpos – la idea es que todo sea perfecto, más si es para una mujer como tú – esa sonrisa ladina que me derretía estaba en su rostro.Poco a poco se acercó a mí y dejó un beso en mi mejilla, mordí mi labio y lo sentí soltarse, luego se fue a ver a nuestra hija y prometiendo pasar por mí a las ocho y treinta, salió de nuestra habitación.Sonreí y me dejé caer sobre la cama, ¿será esto muy rápido? No lo sabía, solo me encogí de hombros y disfrute de esa felicidad momentánea que me estaba regalando la vida, luego de haberme dado de bruces en los últimos dos años, suspire y me giré hacia mi hija, ella dormía con una sonrisa en el rostro, creo q
Massimo OnurisManeja en dirección a casa de mi padre, Samanta se había lucido con los preparativos para la cena, la verdad es que me impresionó, definitivamente para la próxima cena contrataría sus servicios, me encanta en lo que se ha convertido mi hermana en estos años, antes era un títere de mi madre y ahora es una mujer completamente diferente, a pesar de su corta edad sabe manejarse entre empresarios, artistas y lo que le pongan enfrente.Creo que gran parte del cambio de mi familia se debió a la separación de nuestros padres, ellos no eran el uno para el otro y luego de vencer el miedo al qué dirán, decidiendo divorciar públicamente, mi madre cambió sus prejuicios y mi padre se liberó, ahora incluso pueden mantener una conversación sin pelearse y las diferencias se hablan, a clase de comunicación en nuestra familia cambió por completo.Estaciono mi carro y veo un Rolls-Royce estacionado con un enorme moño rosado, puedo casi adivinar que ese es el regalo que mi padre le dará a A
Dulce GarcíaSalí de casa y me sentía nerviosa, como si fuera un adolescente en su primera cita, nuestra conversación se centró en nuestra hija y en la conversación que había tenido con mi hermano, me parecía tan lindo que se diera el tiempo de hablar con él y aclarar sus intenciones, solté el aire que había contenido en mis pulmones y me di cuenta de que íbamos de camino a las oficinas del bufete.Massimo me sonrió cuando entramos en el estacionamiento del edificio, enseguida nos estacionamos cerca de los ascensores, él abrió mi puerta y me guió hasta ellos, la conversación era ligera, todo estaba saliendo bien y hasta el momento mis nervios no me habían traicionado.Subimos, animados por las circunstancias, hablando del poco que ha cambiado todo, cuando llegamos al piso de presidencia me doy cuenta de que mi escritorio está intacto, me voy por inercia hasta ese lugar que ocupe por cuatro años, allí me refugiaba, incluso pasé algunas noches por el trabajo, solté un suspiro cuando me
Massimo OnurisCaminábamos lento, de la mano, con las cosas más claras, sabiendo que ella me amaba, como yo la amaba, esperando que decidiera lo antes posible vivir junto a mí, me hacía una ilusión verla embarazada de nuevo, pero por esta noche no insinuaba nada, me había encantado como las cosas se habían dado, ahora estábamos por subirnos al carro y se me ocurrió preguntarle en dónde estaría la pastelería, ella entre risas me dijo que solo había visitado el lugar un par de veces, pero que tenía las llaves.Eso, bastó para que quisiéramos ir para allá, una vez que me dio la dirección, que no estaba lejos de nuestra ubicación, nos encaminamos, nos sorprendimos, estaba todo muy avanzado, Dulce me comentó que estaba todo como lo había pedido, los colores eran pasteles, resaltando el morado y un gran letrero que decía Sweet en lo alto del lugar, los ventanales eran enormes y se podía ver la terraza con algunos adornos ya puestos.La obra ya estaba terminada, creo que lo que faltaba eran
Dulce GarcíaMis ojos pesaban, quería seguir durmiendo, pero la luz daba justo en mis ojos y unos brazos me sostenían, ¡Unos brazos! Me senté y observé a mi alrededor, estaba en la habitación de Massimo, entonces recordé nuestra noche, algo desorientada, camine hasta el baño, allí arregle un poco mi cabello y luego de un corto baño me salí, necesitaba irme a casa, no sabía bien qué hora eran, pero ya había pasado la hora de despertar de mi hija.Volví a la cama y apenas me senté al borde de esta, vi mi anillo de promesa y sonreí como una niña, le había dicho que sí, que, sí me casaría con él, solo en veintiún días más seria la señora de Onuris, pero como habíamos hablado antes, todo sería metódico, esta semana sería la inauguración de la pastelería, en ese mismo evento me propondría matrimonio y me daría el anillo de compromiso y pediría mi mano, finalmente nos casaremos en una pequeña ceremonia.Solté un suspiro y luego escuché como mi móvil sonaba, busqué entre mis cosas, encontré l
Dulce GarcíaHabía olvidado unos documentos importantes en mi trabajo. Era viernes y tuve que volver al bufete en el que trabajaba para buscarlos. Acababa de hablar con mi amiga para informarle que iría por ellos. Al entrar al edificio la encontré esperándome en la recepción. Subí los treinta pisos hasta el nivel en donde estaba ubicada mi oficina. Solté un suspiro cuando vi que las carpetas estaban sobre mi escritorio.Le avisé por mensaje que ya había encontrado lo que buscaba. Bajaría enseguida, pero un ruido proveniente del despacho de mi jefe llamó mi atención. No quería ir a ver, pero seguridad no me respondió cuando intenté contactarlos. Dejé mis cosas encima del escritorio y caminé a paso lento.―¡¿Quién anda allí?!Grité, pero nadie respondió. La luz del despacho era tenue y la silla del escritorio de Don Massimo, estaba girada. Lo que sonaba era su computador. De seguro olvidó apagarlo. Solté un nuevo suspiro y caminé hasta el escritorio en medio del inmenso lugar.Tomé el m