Stefano Zabet, siempre fue conocido por sus problemas de ira, por lo que fue llamado por su padre apenas y Mateo enloqueció; era raro como cada uno de los quintillizos era especial a su manera, Mateo había invertido mucho de su dinero en investigar la relación y conexión que poseen las personas nacidas de embarazos múltiples, esa necesidad que tenia uno de los más serios de los cinco, de tratar de encontrar la razón y los porques de todo, para Stefano era innecesario, para él todo era “normal” aunque no fuera así, mientras Felipe era bueno, divertido y en su ser no cabía lugar para el rencor, Ámbar era lo opuesto, vengativa, rencorosa y poco dispuesta a compartir, mientras Victoria era un remanso de paz como Felipe, sin embargo cuando su lado vengativo despertaba hasta las sombras temblaban, y luego estaban ellos, las dos ovejas descarriadas, Stefano con sus problemas de ira, pero una vez
La cabeza de Elizabeth martillaba, sus ojos picaban, y trataba de abrirlos, mientras unas caricias eran dadas en su cabello.— Mateo. — murmuro con pesadez, y al fin pudo abrir sus parpados. — Mateo. — aseguro con una sonrisa, que poco le duro al ver el rostro serio de su jefe y fue como si una avalancha callera sobre ella recordó la noche anterior. — Dios Mateo, Delfina. — quiso ponerse de pie, y solo entonces se descubrió con una camiseta blanca y en una enorme cama. — Estamos en tu habitación. — la afirmación parecería estúpida, si no fuera porque lo ultimo que recordaba la morena, era que estaba en la estación de policía, siendo inyectada por una enfermera de la estación.— Todo está bien, vuelve a dormir. — Mateo empujo sus hombros, sin embargo, él estaba de pie, a punto de ir a algún lado, aun en bóxer.— ¿Qué todo está bien? Mi hija esta detenida, Mariano me acuso de tratar de matarlos y… — Elizabeth se tragó su discurso precrisis nerviosa cuando el empresario subió sobre ella.
Elizabeth siempre supo que la familia de Mateo era rica, ¿Qué decía rica? Eran multimillonarios, como también ahora era más consiente de todo lo que tras ellos había, aun así, era casi ridículo la cantidad de periodistas y todo el revuelo que había fuera de la mansión, y aunque Mateo le pidió no ingresar en internet, la morena lo hizo, cuando el hombre de su vida se marchó a darle instrucciones a los empleados de lo que harían para engañar a los periodistas, Elizabeth tomo el móvil que Mateo le había regalado e ingreso solo dos palabras en el buscador, familia Zabet, teniendo como resultado más de diez mil paginas web. Algo imposible, cuando solo unos días antes, solo figuraba la empresa de la familia y sus integrantes, peor aun fue cuando se puso a revisar al menos las primeras.El empresario Felipe Zabet, dueño de Bodas de ensueños, no es lo que aparenta.Rezaba el titulo de letras negras y fondo rosa, al parecer el esposo del caimán tenia un club de fan, señalado como el más simpát
Aun en medio del aturdimiento de los presentes, Mateo tomo a Elizabeth de la mano y la llevo fuera, hacia el jardín trasero y con destino a la casa de Hades, no pensaba permitir que nadie acusara a Elizabeth y mucho menos que se involucraran en cosas que no debían y definitivamente no dejaría que nadie lo separara de su mujer.— Detente, espera Mateo. — la garganta de la morena de a momentos se cerraba, haciendo de su pedido algo difícil de oír, si no fuera porque Mateo estaba atento a ella.— ¿Qué? — el corazón casi se le detiene al ver el rostro pálido de Elizabeth y con rapidez tomo su rostro entre sus manos. — Respira, trata de tranquilizarte. — pidió al comprender que su mujer estaba a punto de tener un ataque de pánico.— Dios, golpeé a tu hermana, lo hice frente a toda tu familia. — su cuerpo temblaba y sus piernas le daban la sensación de que ya no las tenia y solo su cuerpo flotaba.— Lo tenía merecido, si no lo hacías tu lo hubiera hecho yo…— ¡¿De qué rayos hablas?! ¿Cómo p
Los gritos de Mateo no se hicieron de esperar, pero incluso eso no saco de la nebulosa en la que Elizabeth estaba.— ¿Que te pasa? Sabes que no están permitidas las armas dentro de la mansión, los niños están arriba, pueden asustarse, idiota. — lo veían y no lo creían, Mateo Zabet no solo estaba perdido por Elizabeth, definitivamente este hombre amaba a esos niños y ni él se había percatado de ello.— Lo siento, pero creo que nadie lo queria seguir escuchando. — se justificó Hades levantando los hombros.— Más que escucharlo, me gustaría verlo tres metros bajo tierra. — murmuró Ámbar.— Me gustaría lanzarlo al mar de Italia, pero creo que sería contaminar demasiado el medio ambiente. — se jacto Victoria.— El caimán podria arrancar su corazón, aunque dudo que tenga uno. — ofreció Felipe, tan disgustado como estaba su madre.— El matarlo no es una opción. — Lucero dijo lo que nadie queria reconocer.— No en este momento, pero luego de que se divorcie de mi cuñada… — Stefano se apegaría
La vida de Elizabeth había cambiado y no solo la de ella, sus hijos tan bien se veían afectados por todo lo que sucedía, a tal punto que para preservar su bienestar, Mateo pidió a Enrique que consiguiera una orden para los periodistas e incluso la familia de Elizabeth y Mariano, prohibiendo la mención de sus nombres y más aún la propagación de cualquier tipo de imagen, y unos días después con ayuda de Lucero los niños fueron cambiados de colegio, mientras Elizabeth y Mateo enfrentaban la opinión pública, luego de estar una semana recluidos en la mansión Zabet, más que nada vigilando la recuperación de Baltazar y Delfina, finalmente decidieron regresar a la mansión de Mateo, todos y eso incluía a Baltazar.— No comprendo que es lo que quieren, tus hermanos ya regresaron a sus hogares, y a ellos no les importo, sin embargo, aún están acampando en la calle, incluso creo que hay mas periodistas que ayer. — las cejas de Elizabeth se llegaban a tocar de lo fruncidas que estaban, mientras ve
Como algo tan pequeño podía producir tanto miedo, no lo sabían no lo comprendían o simplemente no les interesaba, porque ahora tenían un problema mucho más grande.— Debe estar mal. — chillo Delfina caminando de un lado a otro, mientras Baltazar se dejaba caer en la cama.— Es la quinta Delfi, no creo que estén mal. — dos rayas, dos líneas que dictaminaban que serían padres.— Esto no puede ser, tomo la maldita píldora, era mi primera vez, ¿Por qué? ¿Qué hice mal? Claro, ¡el maldito sombrerito! — Baltazar se puso de pie de un salto al ver que la castaña colapsaría, estaba temblando y había dejado de caminar como loca por la recamara.— No fuiste tú, yo debía cuidarte. — susurro abrazándola, y tratando de pensar, algo que no le estaba resultando, parecía que su mente había quedado en blanco.— Yo… tengo sueños, no queria un bebé, solo queria saber que era tener sexo. — se quejó mientras las lágrimas caían en el hombro de su amigo.— Tranquila Delfi, esto… debemos pensar que haremos. —
La semana había sido una locura para Elizabeth, no solo por el hecho de que al fin un juez había fijado fecha para el juicio de Mariano, uno donde no solo se vería el divorcio, ese juicio abarcaba todo, intento de homicidio, homicidio y hasta injurias pues se debatiría los dichos que Mariano había hecho en esa maldita rueda de prensa, todo quedaría expuesto y aunque Mateo le dijera mil veces que no debía preocuparse por nada, era muy difícil no hacerlo, quizás y los abogados de Mariano si tenían alguna prueba en contra de la familia Zabet, y ¿si por culpa de ella caían mafiosos que burlaban a la justicia desde hacia mucho más que 20 años?— Amor, el medico nos esta esperando. — y allí estaba la otra parte que la estresaba, tener un bebé de Mateo, no era el cargar un bebé a su edad, era el miedo que los médicos le dijeran que ya no se podria, ni con una inseminación in-vitro.— Ajam. — fue todo lo que pudo decir y camino de la mano del hombre que amaba, reprochándose como siempre, el n
Baltazar observaba la clínica, sabía que era legal, una de las mejores en interrupción de embarazos, aun así, sentía el peligro a su alrededor, no por él, ni por Delfina, sentía el peso de que acabaría con su hijo.— ¿Estas bien? — los ojos chocolate de Delfina no trasmitían nada, ni felicidad, ni alegría, absolutamente nada, estaban vacíos, algo que lo estaba preocupando desde hacía más de dos horas.— Creo que yo debería preguntar eso. — la respuesta de la joven se vio interrumpida por el ingreso de la doctora al consultorio.— Ya regresé. — dijo como si los jóvenes no se hubieran percatado de su presencia, aunque lo que queria hacer la mujer es darle privacidad ante la decisión que estaban tomando. — Aquí están los análisis y definitivamente estas embarazada, pero es muy reciente apenas un par de semanas, por lo que esto será sencillo. — sencillo, la palabra retumbo en la cabeza de Baltazar y sus dedos comenzaron a disparar un arma que ya no poseía.— Sen-sencillo. — murmuro Delfin