Parte del capítulo narrada por Helios.
Su vida se había vuelto un caos, se sentía atado de manos por dónde se le mirase, aquel viaje a la playa con Sofía fue un martirio.Quería despejarse y meditar, la gran verdad que lleva consigo, pero no contaba con que allí vería al motivo de tanto revuelo Ángela Mendoza, junto a su hermano menor.Se levantó de su escritorio revolviendo, su cabello azabache dejándolo desordenado. Desde que descubrió que su hermano menor también sentía cosas, por Ángela el panorama se volvía más difuso.Helios tenía las de ganar, era libre y Ángela también, si él intentaba algo más, Ángela terminaría creyendo, que solo era una treta para quitarle a la niña.Se hundió de nuevo en la silla de su escritorio, sacó su teléfono en busca de una foto, en dicha imagen estaba Emily y Selene jugando en sus carriolas. Tomó aquella foto en el centro comercial sin que Ángela lo notara.Desde que descubrió que Mily era suMe despertó el sonido atormentador de mi celular, era Juliette quien llamaba, seguramente lo hacía para asegurarse que ya estuviera despierta y todo en orden en su ausencia «debí aoagarte» pensé mientras soltaba un prolongado bostezo. —Diga. —Respondo aún adormilada, quería dormir un poco más apenas y dormí un poco pasé toda la noche pensando que n lo de anoche. —Gabrielle son casi las siete de la mañana ¿Aún estás durmiendo? —inquiere Juliette con cierto reproché en su tono de voz conocía a su hermana demasiado bien. —No Juls como crees —respondí tratando de sonar despierta—, dime cómo está todo ¿Qué pasa ahora con papá? El silencio de mi hermana me dió a entender que nada bueno pasaba, solo esperaba que todo terminara bien para mí padre me molestaba de sobremanera que él no valorase todo lo que yo y en especial mi hermana hacia por él. —Gabrielle no regresaré hasta el martes, papá tuvo un coma etilico, además ha estado otra vez apostando. —Habló la pelinegra decepcionada al otro
Los días pasaban y la tensión en Sofia aumentaba, para ella el tiempo corría en su contra, su paranoia fue visible para Artemis que frecuente le preguntaba ¿Si todo estaba bien? Hace días Helios salió con la niña de paseo y desde ese entonces los acercamientos han sido un dolor de cabeza para ella. Hoy también había salido con la niña de paseo; temía que Helios empezara a notar ciertas cosas. Detuvo su auto en la entrada de la mansión, vió el auto de Artemis eso quería decir que estaba en casa, no terminó ni de sacar las llaves de la bolsa, porque un repartidor llegó diciendo que tenia un paquete para ella, que por favor le firme lo hizo era un sobre lleno de etiquetas pero sin remitente. Entró y fue recibida por Juliette y Gabrielle las dos muchachas de servicio, le dijeron que Artemis estaba en su estudio, subía las escaleras aún con el sobre en mano. Tocaba esperando respuesta y luego entró. —Hola anoche me quedé esperando, ¿Dónde pasaste la noche?
Llegué a la mansión el silencio y la oscuridad, hacían ver el lugar algo sombrío, saqué mi celular para llamar a mi hermana, pero al encender la pantalla, había un mensaje de ella diciendo que iría a Atlanta, papá pidió que fuera a visitarlo, me pregunto, porque siempre le pide a mi hermana que vaya a verlo y a mi nunca me llama, solo lo hace para pedir dinero pero nunca para preguntar por mi, dolía pero ya estaba acostumbrada a esto. Recorrí el lugar y estaba sola en efecto, o eso creía yo hasta que escuché ruidos en el estudio allí vi a Helios sentado, su camisa algo floja, su corbata desatada, sus mejillas algo rojas símbolo de que ya tenía rato bebiendo. —Ya te vi curiosa. —Dijo el rubio tomando un trago de whisky. —Solo estoy encendiendo las luces, no es curiosidad —Respondí defendiéndome—, si no necesita nada me retiro. Su voz me tomo oír sorpresa, no pensé que notaría mi presencia me aseguré de no hacer ruido. —Yo creo que mas
Desperté y me sentí algo mareada y al mirar el techo me levanté de golpe de la cama; no reconocí muy bien el lugar, pero al ver el cuerpo a mi lado recordé todo lo ocurrido la noche anterior, el joven Helios estaba destruido y vulnerable, se veía tan indefenso le llevé a su habitación y allí fue donde cometí mi más grave error acostarme con él. Porque eso fue lo que fue para él solo, sexo para mí fue más que eso, me entregué por primera vez y a la persona que amaba, pues debía ser honesta y aceptar la realidad aunque doliera sabía lo que pasaría. «Gabrielle si serás estúpida en que pensabas», me reprendi mentalmente, yo Sentía cosas por el joven Helios desde niña, pero para él yo era invisible y lo más probable era que él ni siquiera recordará, algo de lo ebrio que estaba anoche.—Gabrielle ¡¿Qué ocurrió anoche?! —inquirió un desconcertado Helios.. En momentos así literalmente quisiera ser invisible y que nadie pueda verme ¿Cómo pregunta algo así? Despertó con un jodido dolor de cab
Poco más de un mes ha pasado desde que Helios y yo tuvimos, aquello que él llamó error, era tanta la incomodidad que se mudó a un departamento. Esto último lo agradecía pues verlo tan seguido sería muy incómodo. —Gabrielle ¿Estás bien? —preguntaba Juliette entrando a la habitación, que compartía con su hermana mayor. —Si estoy bien hermana ¿Por qué lo preguntas? —cuestione confundida, ya que no era la primera persona en preguntar, Nina una amiga en la universidad, ya me había hecho la misma pregunta. —Estas pálida y anoche te escuché vomitar. —Ah eso no te preocupes, anoche creo tuve mala digestión, la palidez bueno hermana apenas y salgo, creo que es falta de sol. —Dije con simpleza. —¿Segura? Bueno aún así no te descuides, ahora alístate tenemos cosas que hacer. Juliette se marchó dejándome sola, era mejor así quería estar sola. Limpiaba la estancia, no podía evitar pensar lo grande que era está casa para tan pocas personas, habitando en ella, la señora Valentina era más lo qu
Por curiosidad, termine realizando una prueba de sangre, fui a la cafetería cerca del laboratorio. Allí me encontré a Nina mi amigo de la universidad. —¿Gabrielle es cierto que te vas? —preguntaba la castaña con curiosidad por saber si aquello era más que un simple rumor o por el contrario Gabrielle se iba. Solo asentí como respuesta, era más que seguro que la señora Sofia me aceptaría, mi concentración estaba en el resultado del examen que me había hecho. Aunque no sabía cómo interpretar esa prueba. —Nina ¿Me ayudas no entiendo está prueba? —cuestione esperando que mi amiga si supiera leer esta prueba. —Si claro dame —la muchacha tomó el sobre y a medida que leía el contenido de este, sus ojos se abrieron al máximo—. Por eso tenías esos sintomas ¡Felicidades! —la muchacha abrazó a la pelinegra a su lado dejando en ella más dudas que antes. —Felicitarme —dije confundida— ¿A mí por qué? —cuestioné cada vez, entendía menos. —¿Cómo que porqué? Amiga estás embarazada. —Comentó la ca
Ha pasado casi dos meses, desde que llegué a España junto a la señora Sofia. Apenas y se de mi hermana Juliette aún esta molesta por mi embarazo, aunque más que eso está molesta por la versión de los hechos que yo le conté del padre de mi hijo. —¿Qué haré cuando ya no pueda esconderte? —cuestioné mirándome al espejo, aún no hay muestras de mi embarazo y creo que en vez de subir de peso, estoy adelgazando. Hace poco había ido a un médico, apenas y pude pagar la consulta, además me recetaron un montón de cosas, se supone que debo ahorrar ¿Pero como hacerlo? Si debo cuidar de mi embarazo a este paso mi plan de ahorrar, no se podrá. Bajé mi blusa, al escuchar que alguien tocaba la puerta, con fuerza, al abrir era Solecito que alzaba los brazos para que la cargara en mis brazos. —Hola linda madrugaste hoy —dije inclinnandome a su altura. Tome a la pequeña en brazos, últimamente verla así no era común, su tratamiento la dejaba cansada y sintiéndose mal—. Vamos a prepararte algo rico de
Tenía tres días de haber salido de la clínica, debía guardar reposo para mí era por demás incómodo mi actual situación; es decir se supone que yo trabajo para la señora Sofia. Ahora ella cuida de mi y contrato más personal para atender a Selene y también a mí esto era extraño. Por no decir otra cosa. —Gabi, Gabi —llamó Selene, sacándome de mi mar, de pensamientos—, quero helado. Acariciaba su coronilla pelirroja, Selene seguía una dieta estricta y el helado era uno de sus postres favoritos y a la vez prohibidos. Estaba por decirle que no pero la pequeña abrió sus ojos suplicantes, por un poco de helado y francamente no podía negarme a ese par de gemas de zafiro. —Esta bien pero solo por esta vez, pequeña tramposa. —Dije rendida ante la ternura. Tomé a Solecito en brazos, para llevarla a su silla, pero la enfermera nos vió y pegó un grito al cielo, por verme sostener a la niña. —Señorita debe tener cuidado, tiene prohibido hacer cualquier esfuerzo, es más no debería estar de