Llegué a la mansión el silencio y la oscuridad, hacían ver el lugar algo sombrío, saqué mi celular para llamar a mi hermana, pero al encender la pantalla, había un mensaje de ella diciendo que iría a Atlanta, papá pidió que fuera a visitarlo, me pregunto, porque siempre le pide a mi hermana que vaya a verlo y a mi nunca me llama, solo lo hace para pedir dinero pero nunca para preguntar por mi, dolía pero ya estaba acostumbrada a esto.
Recorrí el lugar y estaba sola en efecto, o eso creía yo hasta que escuché ruidos en el estudio allí vi a Helios sentado, su camisa algo floja, su corbata desatada, sus mejillas algo rojas símbolo de que ya tenía rato bebiendo.—Ya te vi curiosa. —Dijo el rubio tomando un trago de whisky.—Solo estoy encendiendo las luces, no es curiosidad —Respondí defendiéndome—, si no necesita nada me retiro.Su voz me tomo oír sorpresa, no pensé que notaría mi presencia me aseguré de no hacer ruido.—Yo creo que masDesperté y me sentí algo mareada y al mirar el techo me levanté de golpe de la cama; no reconocí muy bien el lugar, pero al ver el cuerpo a mi lado recordé todo lo ocurrido la noche anterior, el joven Helios estaba destruido y vulnerable, se veía tan indefenso le llevé a su habitación y allí fue donde cometí mi más grave error acostarme con él. Porque eso fue lo que fue para él solo, sexo para mí fue más que eso, me entregué por primera vez y a la persona que amaba, pues debía ser honesta y aceptar la realidad aunque doliera sabía lo que pasaría. «Gabrielle si serás estúpida en que pensabas», me reprendi mentalmente, yo Sentía cosas por el joven Helios desde niña, pero para él yo era invisible y lo más probable era que él ni siquiera recordará, algo de lo ebrio que estaba anoche.—Gabrielle ¡¿Qué ocurrió anoche?! —inquirió un desconcertado Helios.. En momentos así literalmente quisiera ser invisible y que nadie pueda verme ¿Cómo pregunta algo así? Despertó con un jodido dolor de cab
Poco más de un mes ha pasado desde que Helios y yo tuvimos, aquello que él llamó error, era tanta la incomodidad que se mudó a un departamento. Esto último lo agradecía pues verlo tan seguido sería muy incómodo. —Gabrielle ¿Estás bien? —preguntaba Juliette entrando a la habitación, que compartía con su hermana mayor. —Si estoy bien hermana ¿Por qué lo preguntas? —cuestione confundida, ya que no era la primera persona en preguntar, Nina una amiga en la universidad, ya me había hecho la misma pregunta. —Estas pálida y anoche te escuché vomitar. —Ah eso no te preocupes, anoche creo tuve mala digestión, la palidez bueno hermana apenas y salgo, creo que es falta de sol. —Dije con simpleza. —¿Segura? Bueno aún así no te descuides, ahora alístate tenemos cosas que hacer. Juliette se marchó dejándome sola, era mejor así quería estar sola. Limpiaba la estancia, no podía evitar pensar lo grande que era está casa para tan pocas personas, habitando en ella, la señora Valentina era más lo qu
Por curiosidad, termine realizando una prueba de sangre, fui a la cafetería cerca del laboratorio. Allí me encontré a Nina mi amigo de la universidad. —¿Gabrielle es cierto que te vas? —preguntaba la castaña con curiosidad por saber si aquello era más que un simple rumor o por el contrario Gabrielle se iba. Solo asentí como respuesta, era más que seguro que la señora Sofia me aceptaría, mi concentración estaba en el resultado del examen que me había hecho. Aunque no sabía cómo interpretar esa prueba. —Nina ¿Me ayudas no entiendo está prueba? —cuestione esperando que mi amiga si supiera leer esta prueba. —Si claro dame —la muchacha tomó el sobre y a medida que leía el contenido de este, sus ojos se abrieron al máximo—. Por eso tenías esos sintomas ¡Felicidades! —la muchacha abrazó a la pelinegra a su lado dejando en ella más dudas que antes. —Felicitarme —dije confundida— ¿A mí por qué? —cuestioné cada vez, entendía menos. —¿Cómo que porqué? Amiga estás embarazada. —Comentó la ca
Ha pasado casi dos meses, desde que llegué a España junto a la señora Sofia. Apenas y se de mi hermana Juliette aún esta molesta por mi embarazo, aunque más que eso está molesta por la versión de los hechos que yo le conté del padre de mi hijo. —¿Qué haré cuando ya no pueda esconderte? —cuestioné mirándome al espejo, aún no hay muestras de mi embarazo y creo que en vez de subir de peso, estoy adelgazando. Hace poco había ido a un médico, apenas y pude pagar la consulta, además me recetaron un montón de cosas, se supone que debo ahorrar ¿Pero como hacerlo? Si debo cuidar de mi embarazo a este paso mi plan de ahorrar, no se podrá. Bajé mi blusa, al escuchar que alguien tocaba la puerta, con fuerza, al abrir era Solecito que alzaba los brazos para que la cargara en mis brazos. —Hola linda madrugaste hoy —dije inclinnandome a su altura. Tome a la pequeña en brazos, últimamente verla así no era común, su tratamiento la dejaba cansada y sintiéndose mal—. Vamos a prepararte algo rico de
Tenía tres días de haber salido de la clínica, debía guardar reposo para mí era por demás incómodo mi actual situación; es decir se supone que yo trabajo para la señora Sofia. Ahora ella cuida de mi y contrato más personal para atender a Selene y también a mí esto era extraño. Por no decir otra cosa. —Gabi, Gabi —llamó Selene, sacándome de mi mar, de pensamientos—, quero helado. Acariciaba su coronilla pelirroja, Selene seguía una dieta estricta y el helado era uno de sus postres favoritos y a la vez prohibidos. Estaba por decirle que no pero la pequeña abrió sus ojos suplicantes, por un poco de helado y francamente no podía negarme a ese par de gemas de zafiro. —Esta bien pero solo por esta vez, pequeña tramposa. —Dije rendida ante la ternura. Tomé a Solecito en brazos, para llevarla a su silla, pero la enfermera nos vió y pegó un grito al cielo, por verme sostener a la niña. —Señorita debe tener cuidado, tiene prohibido hacer cualquier esfuerzo, es más no debería estar de
Si a Helios le pasa algo no se lo perdonaría, se recostó en la pared dejándose caer hasta quedar sentada en el frío piso del hospital, Artemis llegó en cuanto antes y trajo a Helios al hospital. —¡Ah porque tenía que ser así de impulsiva y soltarle todo a Helios! —se lamentaba llorando de frustración.Una mano se posó frente a la castaña, ofreciéndole un pañuelo, para limpiar las lágrimas. aceptó el gesto educadamente y limpió sus lágrimas. —Mu...chas gra...cias.—No hay de que Tranquila, Helios es fuerte.—¿Y usted cómo sabe eso?—preguntaba alzando la mirada hacia, la persona que amablemente le prestó su pañuelo. —Querida como no saberlo, si soy su madre. —Dijo la mujer riendo de forma jovial. —¡Madre ha dicho! —exclamaba, sorprendida la castaña. La mujer solo asintio, como respuesta a la muchacha. —Mi nombre es Valentina Lombardi tú debes ser Ángela Mendoza, la madre de mi nieta Emily muy linda mi nieta por cierto. —Dijo la mujer con una sonrisa de boca cerrada. No sabía qu
Había llegado a su departamento luego de haber sido dado de alta del hospital, su madre y hermano le acompañaban. —Helios ¿Por qué no vienes a casa? allí estarás mejor, y...—No y no insistas por favor madre, no estoy para eso —fue a su habitación tomó una maleta pequeña y metió ropa, su celular sonó, esperaba esa llamada—, necesito este listo el avión máximo mañana en la noche. Valentina siguió a su hijo estaba preocupada, se mostraba frío y calculador, no esperaba que Sofia actuara así, esa chica siempre mostraba ser una persona correcta y de buenos sentimientos. —Ok Diego en la noche estaré en el hangar, si Isotta pregunta solo dile que yo di la orden. —Colgó la llamada para ordenar un poco su maleta. —¿A dónde vas? hijo acabas de salir del hospital, no estás en condiciones, Artemis has algo ayúdame a convencer a tu hermano. —Llamaba Valentina a Artemis, pidiendo apoyo a su primogénito. —¡No voy a quedarme aquí de brazos cruzados! —cerró con fuerza la pequeña maleta—, no pien
Cepillaba el corto cabello pelirrojo de Selene, aún corto le salían sus pares de coletas, la pequeña entretenida jugaba con una muñeca. —Gabrielle deberías estar en la cama, la enfermera puede cuidar de Selene, en un rato vendrá la nueva niñera. —Decía Sofia a manera de mamá regañona. Esto según yo que más que tratarme como a su empleada, más bien parecía una hija más de la señora Sofia, por lo sobreprotectora que se había vuelto conmigo. —No se preocupe señora Sofia solo peinaba a Solecito, sabe como es cuando alguien más le toca el cabello. —Dije mientras arreglaba, los pequeños caireles que se le hacían a la pequeña.—A pesar de que con las quimios a perdido mucho cabello, aún sigues preciosa. —Dijo Sofia poniéndose a la altura de la niña y hacerle mimos. El timbre sonó y Sofía se puso de pie nuevamente. —De seguro debe ser la niñera. —Pero al abrir la puerta, le sorprendió de sobra manera quienes eran. —¡Ar...te...mis, Helios que hacen aquí que sorpresa verlos!—Hola Sofia no