Cepillaba el corto cabello pelirrojo de Selene, aún corto le salían sus pares de coletas, la pequeña entretenida jugaba con una muñeca. —Gabrielle deberías estar en la cama, la enfermera puede cuidar de Selene, en un rato vendrá la nueva niñera. —Decía Sofia a manera de mamá regañona. Esto según yo que más que tratarme como a su empleada, más bien parecía una hija más de la señora Sofia, por lo sobreprotectora que se había vuelto conmigo. —No se preocupe señora Sofia solo peinaba a Solecito, sabe como es cuando alguien más le toca el cabello. —Dije mientras arreglaba, los pequeños caireles que se le hacían a la pequeña.—A pesar de que con las quimios a perdido mucho cabello, aún sigues preciosa. —Dijo Sofia poniéndose a la altura de la niña y hacerle mimos. El timbre sonó y Sofía se puso de pie nuevamente. —De seguro debe ser la niñera. —Pero al abrir la puerta, le sorprendió de sobra manera quienes eran. —¡Ar...te...mis, Helios que hacen aquí que sorpresa verlos!—Hola Sofia no
Desperté temprano, Selene también despertó llorando. Tome a la pequeña en brazos para que se calmara. —No llores nena aquí estoy si. La puerta se abrió dejando ver a Helios, el cual solo traía unos boxer negros puestos. —¿Por qué llora? —pregunto el rubio, acercándose a la cama. —No solo desperto confun... —Al darme la vuelta, la oración no terminó de salir de mis labios. Pues lo que ví me había sobresaltado ahí tras de mi estaba Helios en boxers negros—. ¡Oye vístete! —pedí cerrando mis ojos con fuerza. Parpadeó un par de veces confundido, la pelinegra cerraba sus ojos colorada como una fresa madura. —Si disculpa. —Rió ante la reacción de Gabrielle. Fue al closet y sacó un jogger negro y una camiseta gris, se vistió y regreso con la colorada pelinegra. —Lo siento yo...—Se más cuidados Helios recuerda, ahora vives con una niña. El rubio miraba inexpresivo a la chica, luego comenzó a reír a carcajada.—Selene es aún muy pequeña Gabrielle y si es por ti, no estoy mostrando na
Enero llegó luego de un tormentoso diciembre, ya estaba por llegar a mi cuarto mes y aún no había muestra visible de mi embarazo. Hoy llevé yo a Solecito a su quimio, hoy fue un día pesado para mí pequeña, pues la niña salió con malestar y vómitó tres veces lloraba por el malestar. Al parecer Helios estaría ocupado, por eso envíó a Artemis por Selene y por mi. —¿A dónde vamos? —pregunté mirando el camino, que no era el habitual. —Al aeropuerto. —¿Ah? Artemis no dijo nada solo le regaló una sonrisa a Gabrielle, al ver la graciosa expresión de la chica. —Entonces hoy se marchara la señorita Mendoza y se llevará a la pequeña Emily con ella. Artemis solo asintió como respuesta. —Esta bien le acompaño, así yo también me despido. —Selene estaba dormida no tenía corazón para despertarla la acomodé en el asiento y la cubrí con una manta, le pedí al chófer que la cuidara. Artemis y yo nos adentramos al aeropuerto, después de algunos minutos de caminatas dimos con la señorita Ángela.
El día de hoy iré a mi chequeo con el ginecólogo, desde hace un mes atrás mi vientre se hinchó y ahora sí parecía una mujer embarazada. La señora Valentina insistió mucho en acompañarme y terminé aceptando su petición; opté por unos pans y una sudadera grande, aún no comenzaba a comprar ropa para embarazadas, no sentía la necesidad de hacerlo porque mi ropa de siempre aún me servía y porque todo era enormemente costoso. —¿A dónde vas? —preguntaba Helios que al percatarse de la presencia de Gabrielle dejó de tocar el piano. —Al médico hoy me toca mi chequeo. —Me pareció tan tierna aquella escena, Helios al piano con Selene en sus piernas. Quiso preguntar si podía acompañarla, pero sabía que su presencia la incomodaba, que solo víve con él por Selene. —Gabrielle yo... El timbre sonó y Gabrielle fue abrir la puerta, ignorando al rubio. —Hola Gabrielle te traje algunas cosas —saludó una elegante pelirroja—, pruébalas, aún tenemos tiempo antes de llegar a la consulta. —No, no era ne
Llegamos a la mansión, lo que ví ahí me cayó como balde de agua fría. Frente a mi estaba la hermana de Zackary la señorita Gardner junto a Artemis. —¡Pero que sorpresa! —exclamó Tabita, acercándose a Gabrielle—, eres la... la chica que salió con mi hermano felicidades por tu bebé. —Comentó con ironía y burla la platinada rubia. —Artemis ¿Sabés si ya llegó Helios? —preguntó Valentina al mayor de sus hijos ignorando el comentario. —Si madre llegó y dejo unas maletas y luego se fue. —Bueno cuando la señorita Gardner se retire, quiero hablar contigo —Dijo la pelirroja con sequedad—, vamos Gabrielle sígueme. —Valentina se retiró ignorando a la modelo. Al entrar a la mansión, ví a mi hermana y a otra muchacha, era delgada de cabello corto y castaño, de ojos miel y cara de niña. —¿Juliette ya todo está listo?—Si señora. —Respondió la pelinegra fulminando a su hermana menor con la mirada. —Sora tu labor ahora será cuidar de Selene y asistir a Gabrielle, pues su embarazo ha estado deli
—No tenías que venir conmigo, yo podía haber venido sola. —No se porque ese afán de la nada, en estar atento. —¿Y por qué no hacerlo? —inquirió él con desinterés—, son mis hijos después de todo. —Respondió Helios encogiéndose de hombros, estaba agotado por el humor de la pelinegra, él solo quería estar al pendiente de ella y su embarazo. —Eso no es tu obligación, yo puedo ir y venir sola...—Gabrielle llevemos la situación como dos adultos, maduros, responsables y civilizados. —Habló el rubio bajando un poco sus gafas oscuras, suspiró cansado apagando el auto últimamente Gabrielle estaba demasiado irritable y susceptible. Salí del auto en dirección al área de consultorios, ya me había rendido Helios era insistente y no era que yo quisiera ser antipática con él; pero no podía evitar sentirme rara estando juntos, era un poco incómodo y su cercanía me ponía de nervios. Suspiró frustrado Gabrielle le trataba como si fuera un jodido leproso, la situación no era llevadera, también salió
Tres días han pasado desde el nacimiento de los mellizos, el transplante de Selene se había hecho con éxito la pequeña seguía aún inconsciente después de la cirugía la habían pasado a una habitación. Sofia logró escabullirse y ver a la niña, a pesar de que su Solecito ya no estaba a su lado estaba feliz, su pequeña viviría. Helios entró a la habitación sorprendido por la presencia de la morena, no imaginó que ella estuviera ahí. —Por favor déjame quedarme un poco más la extraño, sabes. —Suplicó la mujer derramando algunas lágrimas, mientras tomaba la manita de la pequeña pelirroja. Miró a la morena tomando a su hija de la mano, las lágrimas en su mejillas lograron remover algo en él. —Puedes quedarte tranquila Sofia no pretendía sacarte solo me sorprendiste —dijo con sinceridad—, pensé estabas aún en España. —Comentó el rubio encogiéndose de hombros. —Gracias Helios, por cierto ví a los mellizos y son preciosos, tienes suerte por estar con alguien como Gabrielle. —Dijo Sofia recor
Los días transcurrieron y era el día esperado por Helios darían de alta a su pequeña Selene, Valentina le preparó una pequeña reunión a su nieta, para darle la bienvenida a ella y a los mellizos. Acababa de alimentar a los pequeños, Valentina entró a la habitación, sorprendiendome un poco, pues aún no me adaptaba a tanta cercania de la señora para la que trabajaba.La pelirroja se acercó a la cuna para apreciar a sus nietos.—Parece que la pequeña Serena heredó la cabellera roja de su abuela. —Comientó la elegante mujer con orgullo y ternura, acariciando la mejilla de la niña.—Y tú eres la misma imagen de tu padre pequeño Apolo, Gabrielle linda ¿Cómo te sientes? —inquiere con sinceridad en sus palabras. —Estoy bien señora mis niños están sanos y mi chiquita Selene está bien. —Respondí honesta, pues que mis niños pudieran salvar a su hermanita Selene me llenaba de tanta emoción. —Me alegra querida y dime te quedarás en la mansión, o tú y Helios tienen planeado, volver a irse a el de