Pido disculpas por mi error del capitulo 29 he estado con muchas cosas en mi cabeza y cuando programaba la autopublicación me equivoqué para remediar un poco haré doble Capitulo hoy.
Ha pasado casi dos meses, desde que llegué a España junto a la señora Sofia. Apenas y se de mi hermana Juliette aún esta molesta por mi embarazo, aunque más que eso está molesta por la versión de los hechos que yo le conté del padre de mi hijo. —¿Qué haré cuando ya no pueda esconderte? —cuestioné mirándome al espejo, aún no hay muestras de mi embarazo y creo que en vez de subir de peso, estoy adelgazando. Hace poco había ido a un médico, apenas y pude pagar la consulta, además me recetaron un montón de cosas, se supone que debo ahorrar ¿Pero como hacerlo? Si debo cuidar de mi embarazo a este paso mi plan de ahorrar, no se podrá. Bajé mi blusa, al escuchar que alguien tocaba la puerta, con fuerza, al abrir era Solecito que alzaba los brazos para que la cargara en mis brazos. —Hola linda madrugaste hoy —dije inclinnandome a su altura. Tome a la pequeña en brazos, últimamente verla así no era común, su tratamiento la dejaba cansada y sintiéndose mal—. Vamos a prepararte algo rico de
Tenía tres días de haber salido de la clínica, debía guardar reposo para mí era por demás incómodo mi actual situación; es decir se supone que yo trabajo para la señora Sofia. Ahora ella cuida de mi y contrato más personal para atender a Selene y también a mí esto era extraño. Por no decir otra cosa. —Gabi, Gabi —llamó Selene, sacándome de mi mar, de pensamientos—, quero helado. Acariciaba su coronilla pelirroja, Selene seguía una dieta estricta y el helado era uno de sus postres favoritos y a la vez prohibidos. Estaba por decirle que no pero la pequeña abrió sus ojos suplicantes, por un poco de helado y francamente no podía negarme a ese par de gemas de zafiro. —Esta bien pero solo por esta vez, pequeña tramposa. —Dije rendida ante la ternura. Tomé a Solecito en brazos, para llevarla a su silla, pero la enfermera nos vió y pegó un grito al cielo, por verme sostener a la niña. —Señorita debe tener cuidado, tiene prohibido hacer cualquier esfuerzo, es más no debería estar de
Si a Helios le pasa algo no se lo perdonaría, se recostó en la pared dejándose caer hasta quedar sentada en el frío piso del hospital, Artemis llegó en cuanto antes y trajo a Helios al hospital. —¡Ah porque tenía que ser así de impulsiva y soltarle todo a Helios! —se lamentaba llorando de frustración.Una mano se posó frente a la castaña, ofreciéndole un pañuelo, para limpiar las lágrimas. aceptó el gesto educadamente y limpió sus lágrimas. —Mu...chas gra...cias.—No hay de que Tranquila, Helios es fuerte.—¿Y usted cómo sabe eso?—preguntaba alzando la mirada hacia, la persona que amablemente le prestó su pañuelo. —Querida como no saberlo, si soy su madre. —Dijo la mujer riendo de forma jovial. —¡Madre ha dicho! —exclamaba, sorprendida la castaña. La mujer solo asintio, como respuesta a la muchacha. —Mi nombre es Valentina Lombardi tú debes ser Ángela Mendoza, la madre de mi nieta Emily muy linda mi nieta por cierto. —Dijo la mujer con una sonrisa de boca cerrada. No sabía qu
Había llegado a su departamento luego de haber sido dado de alta del hospital, su madre y hermano le acompañaban. —Helios ¿Por qué no vienes a casa? allí estarás mejor, y...—No y no insistas por favor madre, no estoy para eso —fue a su habitación tomó una maleta pequeña y metió ropa, su celular sonó, esperaba esa llamada—, necesito este listo el avión máximo mañana en la noche. Valentina siguió a su hijo estaba preocupada, se mostraba frío y calculador, no esperaba que Sofia actuara así, esa chica siempre mostraba ser una persona correcta y de buenos sentimientos. —Ok Diego en la noche estaré en el hangar, si Isotta pregunta solo dile que yo di la orden. —Colgó la llamada para ordenar un poco su maleta. —¿A dónde vas? hijo acabas de salir del hospital, no estás en condiciones, Artemis has algo ayúdame a convencer a tu hermano. —Llamaba Valentina a Artemis, pidiendo apoyo a su primogénito. —¡No voy a quedarme aquí de brazos cruzados! —cerró con fuerza la pequeña maleta—, no pien
Cepillaba el corto cabello pelirrojo de Selene, aún corto le salían sus pares de coletas, la pequeña entretenida jugaba con una muñeca. —Gabrielle deberías estar en la cama, la enfermera puede cuidar de Selene, en un rato vendrá la nueva niñera. —Decía Sofia a manera de mamá regañona. Esto según yo que más que tratarme como a su empleada, más bien parecía una hija más de la señora Sofia, por lo sobreprotectora que se había vuelto conmigo. —No se preocupe señora Sofia solo peinaba a Solecito, sabe como es cuando alguien más le toca el cabello. —Dije mientras arreglaba, los pequeños caireles que se le hacían a la pequeña.—A pesar de que con las quimios a perdido mucho cabello, aún sigues preciosa. —Dijo Sofia poniéndose a la altura de la niña y hacerle mimos. El timbre sonó y Sofía se puso de pie nuevamente. —De seguro debe ser la niñera. —Pero al abrir la puerta, le sorprendió de sobra manera quienes eran. —¡Ar...te...mis, Helios que hacen aquí que sorpresa verlos!—Hola Sofia no
Desperté temprano, Selene también despertó llorando. Tome a la pequeña en brazos para que se calmara. —No llores nena aquí estoy si. La puerta se abrió dejando ver a Helios, el cual solo traía unos boxer negros puestos. —¿Por qué llora? —pregunto el rubio, acercándose a la cama. —No solo desperto confun... —Al darme la vuelta, la oración no terminó de salir de mis labios. Pues lo que ví me había sobresaltado ahí tras de mi estaba Helios en boxers negros—. ¡Oye vístete! —pedí cerrando mis ojos con fuerza. Parpadeó un par de veces confundido, la pelinegra cerraba sus ojos colorada como una fresa madura. —Si disculpa. —Rió ante la reacción de Gabrielle. Fue al closet y sacó un jogger negro y una camiseta gris, se vistió y regreso con la colorada pelinegra. —Lo siento yo...—Se más cuidados Helios recuerda, ahora vives con una niña. El rubio miraba inexpresivo a la chica, luego comenzó a reír a carcajada.—Selene es aún muy pequeña Gabrielle y si es por ti, no estoy mostrando na
Enero llegó luego de un tormentoso diciembre, ya estaba por llegar a mi cuarto mes y aún no había muestra visible de mi embarazo. Hoy llevé yo a Solecito a su quimio, hoy fue un día pesado para mí pequeña, pues la niña salió con malestar y vómitó tres veces lloraba por el malestar. Al parecer Helios estaría ocupado, por eso envíó a Artemis por Selene y por mi. —¿A dónde vamos? —pregunté mirando el camino, que no era el habitual. —Al aeropuerto. —¿Ah? Artemis no dijo nada solo le regaló una sonrisa a Gabrielle, al ver la graciosa expresión de la chica. —Entonces hoy se marchara la señorita Mendoza y se llevará a la pequeña Emily con ella. Artemis solo asintió como respuesta. —Esta bien le acompaño, así yo también me despido. —Selene estaba dormida no tenía corazón para despertarla la acomodé en el asiento y la cubrí con una manta, le pedí al chófer que la cuidara. Artemis y yo nos adentramos al aeropuerto, después de algunos minutos de caminatas dimos con la señorita Ángela.
El día de hoy iré a mi chequeo con el ginecólogo, desde hace un mes atrás mi vientre se hinchó y ahora sí parecía una mujer embarazada. La señora Valentina insistió mucho en acompañarme y terminé aceptando su petición; opté por unos pans y una sudadera grande, aún no comenzaba a comprar ropa para embarazadas, no sentía la necesidad de hacerlo porque mi ropa de siempre aún me servía y porque todo era enormemente costoso. —¿A dónde vas? —preguntaba Helios que al percatarse de la presencia de Gabrielle dejó de tocar el piano. —Al médico hoy me toca mi chequeo. —Me pareció tan tierna aquella escena, Helios al piano con Selene en sus piernas. Quiso preguntar si podía acompañarla, pero sabía que su presencia la incomodaba, que solo víve con él por Selene. —Gabrielle yo... El timbre sonó y Gabrielle fue abrir la puerta, ignorando al rubio. —Hola Gabrielle te traje algunas cosas —saludó una elegante pelirroja—, pruébalas, aún tenemos tiempo antes de llegar a la consulta. —No, no era ne