Capitulo 33.

Tenía tres días de haber salido de la clínica, debía guardar reposo para mí era por demás incómodo mi actual situación; es decir se supone que yo trabajo para la señora Sofia. Ahora ella cuida de mi y contrato más personal para atender a Selene y también a mí esto era extraño. Por no decir otra cosa.

—Gabi, Gabi —llamó Selene, sacándome de mi mar, de pensamientos—, quero helado.

Acariciaba su coronilla pelirroja, Selene seguía una dieta estricta y el helado era uno de sus postres favoritos y a la vez prohibidos. Estaba por decirle que no pero la pequeña abrió sus ojos suplicantes, por un poco de helado y francamente no podía negarme a ese par de gemas de zafiro.

—Esta bien pero solo por esta vez, pequeña tramposa. —Dije rendida ante la ternura.

Tomé a Solecito en brazos, para llevarla a su silla, pero la enfermera nos vió y pegó un grito al cielo, por verme sostener a la niña.

—Señorita debe tener cuidado, tiene prohibido hacer cualquier esfuerzo, es más no debería estar de
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