Brooklyn- New York, Usa.
El viento soplaba con fuerza por la ciudad, Alba de pie en la entrada del museo sobaba sus brazos debido al frío que calaba sus huesos, entonces una especie de corriente la recorrió al ver el BMW de Santiago aproximarse, sintió su estómago encogerse. Suspiró profundo cuando lo vio bajar del auto irguiendo su metro noventa de estatura.
Una gran O se dibujó en la boca de Alba, al verlo caminar hacia ella con esa seguridad característica de él, mojó sus labios al mirar lo bien que le lucían esos vaqueros azules, y esa chompa de cuero negra. Cuando lo tuvo frente a ella, la respiración se le cortó por milésimas de segundos, sus piernas temblaron.
—Hola —saludó él, sonriéndole, entonces se acercó a ella y besó su mejilla, aspirando su aroma a gardenias.
—Buenas noches —contestó con una sonrisa tímida.
Queridos lectores les dejo un nuevo capítulo. ¿Quién será la chica misteriosa que se encuentra con Joaquin? Dejen sus comentarios.
Brooklyn- New York, Usa. Santiago sin dejar de observar a Alba, le dio un último sorbo a su café. Miró como la chica terminaba su arepa, y mojaba sus labios con su lengua, ese gesto inocente de ella, activó los sentidos de él, el joven deseó tanto probar esa boca, inhaló profundo para contenerse, ella era distinta al resto de chicas con las que acostumbraba a salir. Él quedó satisfecho con las arepas venezolanas, el sabor exquisito del platillo le había encantado. Esa noche conversaron de diferentes temas, de sus gustos por la comida, cine. Ambos percibieron que eran muy afines en ciertas cosas, y en otros no. Cuando uno trataba de convencer al otro de cambiar de opinión, ambos exponían sus argumentos. Santiago se dio cuenta de que Alba sería una gran profesional y si quería conquistarla el método convencional de las flores y chocolates quizás no iban
Jackson Heights- New- York, Usa. Angélica, de nuevo apareció en el apartamento de Alba, con ropa de la boutique, esta vez optó por otras marcas, y nuevos diseños. A la joven Rodríguez todo eso le parecía una locura, así que estaba decidida a decirle la verdad a Santiago. —Yo no me pienso seguir disfrazando, tengo ropa sencilla, y si Santiago está interesado en mí, debe conocer la verdad. —Amiga tú sí que eres boba. —Bufó—. Los hombres del tipo de él no se fijan en mujeres como nosotras. —Obligó a Alba, a sentarse en un taburete de plástico que tenía en la habitación—. Te explico: llevamos estudiando casi dos años cerca de Santiago Vidal, y nunca se fijó en ti. Alba se quedó pensativa, creyó que, hasta antes de la exposición, él jamás había notado su presencia. —Yo sé que nunca se ha interesado en mí. —Frunció sus labios—. Tamp
Alba se separó de los brazos de Santiago, con el rostro carmín, avergonzada. —Discúlpame qué pena contigo. Él la observó de manera muy tierna. —No tienes porqué sentir vergüenza de demostrar tus emociones, me alegra haber sido yo el que estaba en este momento contigo. Alba inclinó su rostro y mordió sus labios, luego irguió su barbilla y con una tímida mirada se dirigió a él. —Gracias Santiago. —Ladeó una sonrisa. —¿Te sucedió algo? ¿Fue por la forma tan grosera que me comporté contigo? Alba elevó ambas cejas, y lo miró a los ojos. —No claro que no —expresó con naturalidad—. Hay días que extraño a mi familia, que me hace falta el abrazo de mi madre. —Suspiró profundo con el corazón temblando en su pecho. —Estoy seguro que no me parezco a tu m
Días después. La calma volvió a la vida de Santiago cuando Eliana regresó a Ecuador, en el tiempo de estadía de su amiga casi no había podido salir con Alba. Con el fin de congraciarse con ella debido al incidente con Eliana decidió comprarle un obsequio, la tarde anterior anduvo con su hermana María Paz, buscando el adecuado hasta que lo consiguieron. En toda la mañana esperó que Alba saliera de clases, cuando lo hizo, él la sorprendió tomándola del brazo con delicadeza, luego la llevó a uno de los pasillos, en donde no había muchos estudiantes. —¡Santiago! —exclamó tocando el pecho con su mano, sorprendida. —¿Qué ocurre? —averiguó mordiendo sus labios intentando mostrarse serena. —No quise asustarte —se disculpó el joven, solo deseo darte algo. Santiago sacó de su mochila una bolsa de regalo y se
Semanas después. Dos meses pasaron desde el día que Alba y Santiago se hicieron amigos, durante ese tiempo habían salido varias veces, poco a poco ese sentimiento que días atrás comenzó a florecer empezaba a tener nombre, ambos iban descubriendo por primera vez el amor. El joven Vidal se encontraba seguro de estar enamorado de Alba, y que ella era la mujer por la cual había esperado toda su vida. Alba, que pasó casi dos años admirando en silencio a Santiago, ahora que eran amigos también comprendió que aquella ilusión que sentía por él al principio se había convertido en amor. Aquel joven era el hombre perfecto para ella. **** Un nuevo día de clases empezó. Santiago se sentó junto a Alba, la chica sonrió complacida. En la cátedra de economía el docente envió una tarea grupal de cuatro integrantes a libre elección. Joaquín de inmediato se dirigió en voz alta a su amigo Santy. —Po
María Paz, salió corriendo a esconderse por el jardín y Joaquín entró a la cocina. —¿Qué pasa, por qué tardas tanto? —Porque no encuentro a ninguna de las empleadas de esta casa —respondió disimulando su nerviosismo. —Ve al comedor, yo me encargo —sugirió. —¿Has visto a mi hermana?
Los señores Vidal invitaron a Alba a cenar, pero no aceptaron su negativa. La joven no tuvo más remedio que acceder, respiró aliviada al observar que a pesar de la opulencia en la que vivían, eran personas sencillas que compartían momentos con sus hijos. Santiago le tenía mucha confianza a su padre y una gran admiración a su madre. En la cena conversaron de varios temas, como de política que era el preferido del señor Vidal, de las costumbres de ambos países, del turismo, de la gastronomía. —Yo nunca he probado una arepa venezolana, me han dicho que son deliciosas —mencionó Diana. —Sí señora son las mejores de Sudamérica. —¿Y tú las sabes preparar? —Sí claro, es una elaboración sencilla. —Un día de estos debes volver a esta casa y enseñarme. Alba sonrió. —Con gusto, señora —contestó. <
Minutos después. Santiago aparcó el auto frente al edificio en donde supuestamente Alba se estaba quedando bajo el cuidado del alma de llaves, antes de dejarla salir, volvió a tomar los labios de su chica, la besó por largos segundos, grabando en su memoria y en su corazón su cálido sabor. —Sueña conmigo —susurró antes de despedirse. —Desde el día que te vi, por vez primera —aseguró ella, perdiéndose en el mar de la mirada de Santy—. Te amo —murmuró acariciando la mejilla de su novio, deseando no alejarse de él, pero eso era imposible. —También te amo —aseveró él, le brindó un delicado beso de despedida, y la dejó salir. Alba bajó del auto de Santiago, antes de que él se marchara ella giró su rostro hacía él, lo divisó con una gran sonrisa, y la mirada llena de ilusión, su corazón danzaba dentro de su pecho de felicidad porque era