María Paz, salió corriendo a esconderse por el jardín y Joaquín entró a la cocina.
—¿Qué pasa, por qué tardas tanto?
—Porque no encuentro a ninguna de las empleadas de esta casa —respondió disimulando su nerviosismo.
—Ve al comedor, yo me encargo —sugirió. —¿Has visto a mi hermana?
Queridos lectores Saludos desde Ecuador, espero estén disfrutando de esta historia. No olviden comentar.
Los señores Vidal invitaron a Alba a cenar, pero no aceptaron su negativa. La joven no tuvo más remedio que acceder, respiró aliviada al observar que a pesar de la opulencia en la que vivían, eran personas sencillas que compartían momentos con sus hijos. Santiago le tenía mucha confianza a su padre y una gran admiración a su madre. En la cena conversaron de varios temas, como de política que era el preferido del señor Vidal, de las costumbres de ambos países, del turismo, de la gastronomía. —Yo nunca he probado una arepa venezolana, me han dicho que son deliciosas —mencionó Diana. —Sí señora son las mejores de Sudamérica. —¿Y tú las sabes preparar? —Sí claro, es una elaboración sencilla. —Un día de estos debes volver a esta casa y enseñarme. Alba sonrió. —Con gusto, señora —contestó. <
Minutos después. Santiago aparcó el auto frente al edificio en donde supuestamente Alba se estaba quedando bajo el cuidado del alma de llaves, antes de dejarla salir, volvió a tomar los labios de su chica, la besó por largos segundos, grabando en su memoria y en su corazón su cálido sabor. —Sueña conmigo —susurró antes de despedirse. —Desde el día que te vi, por vez primera —aseguró ella, perdiéndose en el mar de la mirada de Santy—. Te amo —murmuró acariciando la mejilla de su novio, deseando no alejarse de él, pero eso era imposible. —También te amo —aseveró él, le brindó un delicado beso de despedida, y la dejó salir. Alba bajó del auto de Santiago, antes de que él se marchara ella giró su rostro hacía él, lo divisó con una gran sonrisa, y la mirada llena de ilusión, su corazón danzaba dentro de su pecho de felicidad porque era
Mientras la noche aún continuaba y las luces de la ciudad seguían encendidas; María Paz otra vez burló la seguridad de su casa, caminó un par de calles hasta llegar al Lamborghini de Joaquín, quien apenas la vio su corazón empezó a latir con fuerza, entonces bajó del auto. —Mi reina gracias por venir. —La abrazó con intensidad como si necesitara de ese brazo para sentirse vivo. —No me agradezcas, no sabes el problema que tuve el otro día con mi mamá, no me gusta decir mentiras. Joaquín se separó de ella y la observó a los ojos. —Vos no tenés idea de la importancia que tiene que estés aquí conmigo hoy. —Tomó de la mano a María Paz y le condujo al auto, abrió la puerta para que ella subiera, el rodeo el vehículo y se acomodó en su lugar. La muchacha conocía muy bien a Joaquín, sabía que algo le agobiaba, no se atrevía a preguntarle. «November
Alba colgó la llamada, una delgada línea se formó en sus labios, no le gustó que tanto su madre y su tía, pensaran que Santiago, solo quería burlarse de ella. El timbre de su departamento sonó, sacándola de sus cavilaciones, se acercó a la puerta, miró por el agujero, era su amiga Angélica, abrió de inmediato, mientras de nuevo se disfrazaban, le contó lo que ocurrió la noche anterior. —¿Es en serio? ¡No lo puedo creer!, ¿Te pidió ser su novia? —Si lo soy. —Ambas se abrazaron y dieron gritos de emoción—. Ahora más que nunca debes lucir como la prometida del apuesto Santiago Vidal. Angélica volvió a convencer a su amiga, de continuar con la mentira. Llegaron a la universidad, y la mirada de Alba se iluminó por completo al ver a su chico esperándola en la puerta del edificio de la facultad. El estómago de la joven se estremeció al observarlo enfundado en aquella camiseta negra que h
Caracas- Venezuela En la urbanización la Candelaria, a dos cuadras del parque Central, una pequeña casa de estructura colonial albergaba a la familia Rodríguez. María Teresa la madre de Alba desempolvaba una vieja caja de zapatos en la cual guardaba antiguos recuerdos del pasado, dolorosos al recordar al hombre que juró que volvería y se casaría con ella, varias lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. En esa caja conservaba fotos de él, el hombre un caballero de gran estatura, piel trigueña, impresionantes ojos celestes, cabello castaño, su hija era una viva copia de él. —Alejandro... ¿por qué me abandonaste?, yo te amaba —farfulló la mujer abrazada a la foto del hombre que se burló de ella y la dejó embarazada—. Mi madre tenía razón, tú tan solo eras un niño rico, que cuando conseguiste lo que querías, te fuiste de mi lado...—Sollozó la señora Rodríguez. En aquella caja tenía las cartas que él le enviaba, el
Al cabo de quince minutos Alba, volvió a aparecer en la sala. A Santiago, la mirada se le iluminó al verla con un hermoso vestido palo de rosa, elegante, pero sencillo, la falda acampanada llegaba hasta las rodillas de su novia, el vestido no tenía mangas, y el escote era discreto, lo que más conmovió a Santy, fue verla sonreír a gusto. Entraron de nuevo al ascensor, fue ahí que él, la tomó por sorpresa, aprisionándola a su cuerpo, robándole un apasionado beso que provocó que Alba, temblara por la intensidad. La chica se llevó las manos al pecho al momento que las puertas del elevador se abrieron, soltó un respiro, la caricia de Santiago le había robado hasta el aire. Una vez que llegaron al estacionamiento, él se acercó a su chica. —Te ves espectacular —susurró en el oído de ella, ese acto le erizó la piel a la joven. —Gracias, tú te ves increíble —musitó Alba con una
La propuesta tomó por sorpresa al joven, su corazón se agitó en su interior. Sus principios y convicciones habían aplacado en anteriores ocasiones el fuego que ella despertaba en su ser. No había querido precipitar las cosas, pero ya llevaban cuatro meses de novios, y con la petición de ella todo era diferente, no existían barreras entre ambos, tan solo el anhelo de demostrar que su amor duraría una eternidad. El joven Vidal volvió a tomarla de la cintura y la atrajo hacia él, la miró a los ojos, y buscó sus labios, la besó con vehemencia. Con las manos entrelazadas y el corazón de ambos temblando, llegaron hasta el camarote. Alba abrió sus ojos con sorpresa al contemplar el lujo de aquella habitación en la cual no solo entregaría su cuerpo, sino su alma, al hombre que tanto amaba. Santiago la abrazó por la espalda, y ella sintió un corrientazo recorrer su piel al percibir el aliento con sab
En medio de la oscuridad de la noche, como era costumbre María Paz, burló la seguridad de su casa, para ir al encuentro con Joaquín, caminó lo más rápido que pudo, mirando hacia atrás revisando que los agentes que custodiaban su casa no estuvieran tras de ella. A su mente se vino el momento en que su madre la descubrió llegando a la madrugada y le confesó que salía con un muchacho, sin embargo, no se atrevió a decirle el nombre de aquel joven, porque sabía que sus padres no iban a aceptar su relación con Joaquín. —Mi reina hermosa, pensé que no ibas a venir —farfulló, mientras abría sus brazos, y ella se entrega a aquel abrazo, rodeándolo con los suyos. —Yo no sé por cuánto tiempo más siga haciendo esto, el día que mi papá se dé cuenta, se va a poner furioso y tú no conoces a Rodrigo Vidal, en esa faceta —comentó con tristeza. — Acaso yo estoy pintando, yo por vos me enfrento a tu padre y a q