Mientras la noche aún continuaba y las luces de la ciudad seguían encendidas; María Paz otra vez burló la seguridad de su casa, caminó un par de calles hasta llegar al Lamborghini de Joaquín, quien apenas la vio su corazón empezó a latir con fuerza, entonces bajó del auto.
—Mi reina gracias por venir. —La abrazó con intensidad como si necesitara de ese brazo para sentirse vivo.
—No me agradezcas, no sabes el problema que tuve el otro día con mi mamá, no me gusta decir mentiras.
Joaquín se separó de ella y la observó a los ojos.
—Vos no tenés idea de la importancia que tiene que estés aquí conmigo hoy. —Tomó de la mano a María Paz y le condujo al auto, abrió la puerta para que ella subiera, el rodeo el vehículo y se acomodó en su lugar.
La muchacha conocía muy bien a Joaquín, sabía que algo le agobiaba, no se atrevía a preguntarle.
«November
Alba colgó la llamada, una delgada línea se formó en sus labios, no le gustó que tanto su madre y su tía, pensaran que Santiago, solo quería burlarse de ella. El timbre de su departamento sonó, sacándola de sus cavilaciones, se acercó a la puerta, miró por el agujero, era su amiga Angélica, abrió de inmediato, mientras de nuevo se disfrazaban, le contó lo que ocurrió la noche anterior. —¿Es en serio? ¡No lo puedo creer!, ¿Te pidió ser su novia? —Si lo soy. —Ambas se abrazaron y dieron gritos de emoción—. Ahora más que nunca debes lucir como la prometida del apuesto Santiago Vidal. Angélica volvió a convencer a su amiga, de continuar con la mentira. Llegaron a la universidad, y la mirada de Alba se iluminó por completo al ver a su chico esperándola en la puerta del edificio de la facultad. El estómago de la joven se estremeció al observarlo enfundado en aquella camiseta negra que h
Caracas- Venezuela En la urbanización la Candelaria, a dos cuadras del parque Central, una pequeña casa de estructura colonial albergaba a la familia Rodríguez. María Teresa la madre de Alba desempolvaba una vieja caja de zapatos en la cual guardaba antiguos recuerdos del pasado, dolorosos al recordar al hombre que juró que volvería y se casaría con ella, varias lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. En esa caja conservaba fotos de él, el hombre un caballero de gran estatura, piel trigueña, impresionantes ojos celestes, cabello castaño, su hija era una viva copia de él. —Alejandro... ¿por qué me abandonaste?, yo te amaba —farfulló la mujer abrazada a la foto del hombre que se burló de ella y la dejó embarazada—. Mi madre tenía razón, tú tan solo eras un niño rico, que cuando conseguiste lo que querías, te fuiste de mi lado...—Sollozó la señora Rodríguez. En aquella caja tenía las cartas que él le enviaba, el
Al cabo de quince minutos Alba, volvió a aparecer en la sala. A Santiago, la mirada se le iluminó al verla con un hermoso vestido palo de rosa, elegante, pero sencillo, la falda acampanada llegaba hasta las rodillas de su novia, el vestido no tenía mangas, y el escote era discreto, lo que más conmovió a Santy, fue verla sonreír a gusto. Entraron de nuevo al ascensor, fue ahí que él, la tomó por sorpresa, aprisionándola a su cuerpo, robándole un apasionado beso que provocó que Alba, temblara por la intensidad. La chica se llevó las manos al pecho al momento que las puertas del elevador se abrieron, soltó un respiro, la caricia de Santiago le había robado hasta el aire. Una vez que llegaron al estacionamiento, él se acercó a su chica. —Te ves espectacular —susurró en el oído de ella, ese acto le erizó la piel a la joven. —Gracias, tú te ves increíble —musitó Alba con una
La propuesta tomó por sorpresa al joven, su corazón se agitó en su interior. Sus principios y convicciones habían aplacado en anteriores ocasiones el fuego que ella despertaba en su ser. No había querido precipitar las cosas, pero ya llevaban cuatro meses de novios, y con la petición de ella todo era diferente, no existían barreras entre ambos, tan solo el anhelo de demostrar que su amor duraría una eternidad. El joven Vidal volvió a tomarla de la cintura y la atrajo hacia él, la miró a los ojos, y buscó sus labios, la besó con vehemencia. Con las manos entrelazadas y el corazón de ambos temblando, llegaron hasta el camarote. Alba abrió sus ojos con sorpresa al contemplar el lujo de aquella habitación en la cual no solo entregaría su cuerpo, sino su alma, al hombre que tanto amaba. Santiago la abrazó por la espalda, y ella sintió un corrientazo recorrer su piel al percibir el aliento con sab
En medio de la oscuridad de la noche, como era costumbre María Paz, burló la seguridad de su casa, para ir al encuentro con Joaquín, caminó lo más rápido que pudo, mirando hacia atrás revisando que los agentes que custodiaban su casa no estuvieran tras de ella. A su mente se vino el momento en que su madre la descubrió llegando a la madrugada y le confesó que salía con un muchacho, sin embargo, no se atrevió a decirle el nombre de aquel joven, porque sabía que sus padres no iban a aceptar su relación con Joaquín. —Mi reina hermosa, pensé que no ibas a venir —farfulló, mientras abría sus brazos, y ella se entrega a aquel abrazo, rodeándolo con los suyos. —Yo no sé por cuánto tiempo más siga haciendo esto, el día que mi papá se dé cuenta, se va a poner furioso y tú no conoces a Rodrigo Vidal, en esa faceta —comentó con tristeza. — Acaso yo estoy pintando, yo por vos me enfrento a tu padre y a q
East Hampton- New York, Usa. María Paz se armó de valor y enfrentó a la persona que los había descubierto. —¿Mamá qué haces aquí? —Las preguntas las hago yo niña. ¿Qué significa esto? —Señora Diana, no se moleste con Paz, yo soy el culpable. La joven lo miró asombrada. —En todo caso los dos somos responsables —comentó María Paz. —En este momento me explican qué tipo de relación tienen ustedes — musitó Diana, colocando sus manos en la cintura, mirando ambos jóvenes. —Nosotros somos novios —confesó la chica. —Señora Diana déjeme explicarle...— la madre de María Paz interrumpió a Joaquín. —¿Aclararme qué cosa?, ¿Qué te aprovechaste de la amistad con mi hijo Santiago para seducir a su hermana menor? ¿No te das cuenta de que
Guayaquil- Ecuador Un mes después. Eliana, miraba con atención al investigador, mientras con un gesto de la mano le pedía tomar asiento. La joven también se acomodó en un sillón frente al agente, cruzó su pierna con elegancia, irguió su barbilla, para escuchar. —Señorita Valdiviezo aquí tiene el informe que me pidió. —Agente Martínez, detesto leer —mencionó haciendo una mueca con sus labios. —Descubrí cosas muy interesantes —informó mirando a la joven, entonces se aclaró la garganta—. La señorita Rodríguez, no es millonaria. Sus padres no son empresarios venezolanos. Es hija de madre soltera, la mamá se llama María Teresa Rodríguez, vive en el sector de La Candelaria en Caracas, la señora está muy enferma, su hija Alba, trabaja de mesera las tardes en un restaurante en el sector de Queens y en las noches ese mismo lugar se tran
En ese momento el Lamborghini de Joaquín, se detuvo delante del vehículo del mencionado caballero, entonces se bajó de su auto y caminó directo hacia aquel hombre. —Vea pues, el excelentísimo doctor Carlos Mario Duque en persona. Bufó—. Su excelencia. ¿Qué hace por estos rumbos? —inquirió con sarcasmo. Carlos le dedicó a su hermano menor una profunda mirada, mientras apretaba sus puños. Joaquín, por su parte, dibujaba una amplia sonrisa, cruzándose de brazos. —Dejá la broma, que no estoy para tus pendejadas, mi papá me mandó a averiguar en qué es qué te gastás la plata vos —¿El viejo?, o ¿tu santa madre? —cuestionó Joaquín— por cierto, le das saludos de mi parte. —Mi mamá no necesita nada de vos. —Levantó el tono de la voz Carlos, tensando la mandíbula—. Después de lo que le hiciste. —Resopló— eres un sinvergüenza. —Ru