En ese momento el Lamborghini de Joaquín, se detuvo delante del vehículo del mencionado caballero, entonces se bajó de su auto y caminó directo hacia aquel hombre.
—Vea pues, el excelentísimo doctor Carlos Mario Duque en persona. Bufó—. Su excelencia. ¿Qué hace por estos rumbos? —inquirió con sarcasmo.
Carlos le dedicó a su hermano menor una profunda mirada, mientras apretaba sus puños.
Joaquín, por su parte, dibujaba una amplia sonrisa, cruzándose de brazos.
—Dejá la broma, que no estoy para tus pendejadas, mi papá me mandó a averiguar en qué es qué te gastás la plata vos
—¿El viejo?, o ¿tu santa madre? —cuestionó Joaquín— por cierto, le das saludos de mi parte.
—Mi mamá no necesita nada de vos. —Levantó el tono de la voz Carlos, tensando la mandíbula—. Después de lo que le hiciste. —Resopló— eres un sinvergüenza.
—Ru
Queridos lectores el momento de la verdad llegó. Santy ya sabe del engaño de Alba, y lo tomó muy mal. ¿Qué sucederá más adelante con estos chicos? No olviden dejar sus reseñas y comentarios. Saludos desde Ecuador.
«Alba Alejandra Rodríguez Palacios, nacida en Caracas- Venezuela el doce de octubre de 1999, hija de María Teresa Rodríguez Palacios. A la edad de quince años viajó con su tía Graciela Rodríguez Palacios, a la ciudad de New York, la señora, quedó como tutora legal hasta que la mencionada niña cumpliera la mayoría de edad. Cuando la joven cumplió los dieciocho años, se postuló para una beca en la Universidad de Columbia, obteniendo solo la mitad del beneficio. En la actualidad labora como mesera en Hairos Night Club ubicado en Jackson Heights. María Teresa Rodríguez Palacios reside en el barrio La Candelaria en la ciudad de Caracas, de oficio costurera, por el momento no labora debido a problemas de salud, vive con una sobrina de nombre Patricia Rodríguez hija de su hermana Graciela. <
El dueño del club al ver el escándalo suscitado sin ninguna contemplación salió furioso a despedir a la muchacha. —Alba Rodríguez, sabes bien que yo no admito escándalos con los clientes, recoges tus cosas, vas por tu liquidación y te largas de aquí. A Alba, eso no le importaba en ese momento, seguía de rodillas llorando cuando los elegantes zapatos de una mujer se posaron frente a ella. La chica levantó su rostro y su triste mirada se sorprendió al ver a Eliana, quien la observaba con profundo odio y desprecio. —Muchachita interesada e impostora, es mejor que te alejes de Santiago para siempre, él y su familia te repudian y no quieren saber nada de ti. Agradece que no pongan una denuncia en tu contra. —Yo no he cometido un delito como para acusarme. —Tú sí que eres ingenua, no es necesario hacer algo para ir preso, te lo advierto Alba. ¡Aléjate! ¡Desaparece! —amenazó E
Jackson Heights- New- York, Usa. Horas después de esos duros momentos Joaquín y Santiago se encontraban sentados en El paisa Bar, más conocido como el bar de los despechados bebiendo sin reparo. —Ves parce, por eso te digo pues, que todas las mujeres son iguales, te juran que te aman y después salen con sorpresitas. —Yo no puedo creer que Alba, haya sido capaz de mentirme de esa manera. Yo la amo hermano...—comentó Santiago con lágrimas en los ojos, alzó su copa de aguardiente, el dolor que sentía en su alma era tal, que lo fuerte de la bebida no hacía estragos en él. —Vos sos más que un hermano para mí —dijo Joaquín rodeando con su brazo a su amigo. —Brindemos por esas ingratas. ¡Salud! Ambos bebieron de sus copas. El joven Duque por más que trataba de aparentar fortaleza, no podía, sabía a la perfección que Mar
Bronx- New York, Usa. Alba se mudó al condado del Bronx, un lugar algo peligroso, en varias ocasiones ya había sido víctima de la delincuencia. Consiguió trabajo en un restaurante de mesera, lo que ahí ganaba, le avanzaba para subsistir, ahora más que nunca necesitaba dinero. Estaba en su turno limpiando las mesas cuando todo empezó a dar vueltas, uno de los clientes la sostuvo para que no se golpeara la cabeza al momento de caer desmayada en el suelo. El dueño del restaurante pidió que la llevaran hasta su oficina, mientras trataban de reanimar a la chica, una de sus compañeras cometió una indiscreción. —¡Pobre muchacha! —exclamó la mujer. —¿Tú sabes que tiene la joven? ¿Está enferma? —inquirió el dueño del restaurante algo molesto. —Bueno, indispuesta no... Alba se encuentra embarazada...—declaró la compañera.
East Hampton- New York, Usa. Varias noches después. María Paz se observó al espejo con sus entristecidos ojos verdes, enseguida tomó su chaqueta de piel café y se la colocó, deslizó sus pasos en aquellas botas largas que llevaba encima de sus pantalones de mezclilla. Su mejor amigo no tardó en llegar por ella, así que salió a recibirlo. —Hola, Matt —saludó al joven —Buenas noches, belleza... veo que vas a reconquistar al divino de tu novio. —¡Estás loco! —reprochó—. Tan solo deseo conocer el lugar en el cual se emborrachan él y mi hermano —comentó María Paz suspirando. —¿A dónde vamos? —Al bar de los despechados. Matt sonrió al escuchar el nombre del famoso lugar, condujo hasta el sitio, cuando llegaron constataron que era un bar colombiano, por la bandera del país flameando
María Paz resopló y se puso de pie. —No comprendo bien esa historia ni las causas exactas de ese matrimonio; si te dijera que no te creo te mentiría, porque a pesar de que me ocultaste tu estado civil, yo confío en tu palabra. —¿Entonces me perdonás? —preguntó él sintiendo su corazón agitado. —Esto no tiene nada que ver con el perdón Joaquín, sino con la confianza, yo te pedí que fueras honesto conmigo, que confiaras en mí como yo confió en ti, no te hubiera juzgado... nunca lo he hecho. La azulada mirada del chico perdió el brillo, entristeció ante las palabras de su novia. —Es que tenía miedo, temor de perderte... Yo no puedo vivir sin vos. —Me convertí en tu amante sin saberlo, y no es ningún reproche no, yo asumo las consecuencias de mis actos, yo no soy una niña caprichosa que va a venir a realizar un berrinche y a acusarte de burlarte de mí.
Manizales- Caldas, Colombia. El señor Duque, en ese momento se encontraba en una importante reunión con su hijo mayor Carlos. El sonido del teléfono de la oficina interrumpió la junta. —Doctor, tiene una llamada por la línea dos de Estados Unidos, es el señor Rodrigo Vidal. Miguel Ángel, no recordaba bien ese nombre, se quedó pensativo, y luego se dirigió a Carlos. — Ve mijo, a vos te suena el apellido Vidal. Carlos se llevó la mano a la barbilla, pensativo, después de un segundo respondió: —Así se apellida el amigo de Joaquín. El señor Duque, sintió como si un escalofrío le recorriera el cuerpo. De inmediato pidió que le comunicaran con Rodrigo. —Ingeniero Vidal, buenas tardes, no me diga que le paso algo a mi hijo. Carlos cerró los pu
Bronx- New York, Usa. Días después. Alba observaba con un vacío en su corazón, como sus compañeras de habitación recibían visitas de sus familiares, en especial de los padres de sus bebés. Miraba a su pequeño con lágrimas en los ojos, y se recriminaba por todo lo sucedido, y más porque su niño, repetiría su misma historia, al no crecer junto a su padre. —Hola muchacha. Esa dulce voz la sacó de sus cavilaciones, limpió su rostro con el dorso de su mano, mientras sostenía a su bebé en sus brazos. —Buenos días —saludó con emoción, observando con ternura a la mujer. —Me alegra que tú y tu niño estén bien. —Muchas gracias, señora. Me gustaría saber su nombre —solicitó Alba mirando con cariño a la buena mujer.