María Paz resopló y se puso de pie.
—No comprendo bien esa historia ni las causas exactas de ese matrimonio; si te dijera que no te creo te mentiría, porque a pesar de que me ocultaste tu estado civil, yo confío en tu palabra.
—¿Entonces me perdonás? —preguntó él sintiendo su corazón agitado.
—Esto no tiene nada que ver con el perdón Joaquín, sino con la confianza, yo te pedí que fueras honesto conmigo, que confiaras en mí como yo confió en ti, no te hubiera juzgado... nunca lo he hecho.
La azulada mirada del chico perdió el brillo, entristeció ante las palabras de su novia.
—Es que tenía miedo, temor de perderte... Yo no puedo vivir sin vos.
—Me convertí en tu amante sin saberlo, y no es ningún reproche no, yo asumo las consecuencias de mis actos, yo no soy una niña caprichosa que va a venir a realizar un berrinche y a acusarte de burlarte de mí.
Manizales- Caldas, Colombia. El señor Duque, en ese momento se encontraba en una importante reunión con su hijo mayor Carlos. El sonido del teléfono de la oficina interrumpió la junta. —Doctor, tiene una llamada por la línea dos de Estados Unidos, es el señor Rodrigo Vidal. Miguel Ángel, no recordaba bien ese nombre, se quedó pensativo, y luego se dirigió a Carlos. — Ve mijo, a vos te suena el apellido Vidal. Carlos se llevó la mano a la barbilla, pensativo, después de un segundo respondió: —Así se apellida el amigo de Joaquín. El señor Duque, sintió como si un escalofrío le recorriera el cuerpo. De inmediato pidió que le comunicaran con Rodrigo. —Ingeniero Vidal, buenas tardes, no me diga que le paso algo a mi hijo. Carlos cerró los pu
Bronx- New York, Usa. Días después. Alba observaba con un vacío en su corazón, como sus compañeras de habitación recibían visitas de sus familiares, en especial de los padres de sus bebés. Miraba a su pequeño con lágrimas en los ojos, y se recriminaba por todo lo sucedido, y más porque su niño, repetiría su misma historia, al no crecer junto a su padre. —Hola muchacha. Esa dulce voz la sacó de sus cavilaciones, limpió su rostro con el dorso de su mano, mientras sostenía a su bebé en sus brazos. —Buenos días —saludó con emoción, observando con ternura a la mujer. —Me alegra que tú y tu niño estén bien. —Muchas gracias, señora. Me gustaría saber su nombre —solicitó Alba mirando con cariño a la buena mujer.
Nueve meses después La recuperación de Joaquin y Santiago, no fue nada fácil, ambos jóvenes tuvieron en primer lugar que aceptar que estaban enfermos, para que ellos por sí mismos pudieran colaborar con la siguiente fase del tratamiento que era recibir terapia de desintoxicación con fármacos y luego recibir terapia psicológica, Al principio no recibían visitas de sus familiares, cuando fueron tomando conciencia y se dieron cuenta del daño que se hacían a ellos mismo, empezaron a hablar de las causas que los motivaron a perderse en el alcohol, en el caso de Santiago la decepción amorosa que sufrió con Alba, entre tanto Joaquín, tenía graves problemas ocasionados en la niñez, la culpa que sentía por la muerte de su madre, aquel miedo de perder a las personas que amaba, sumado a que la mujer que amaba lo había rechazado, conllevaron a que su adicción al alcohol se agudizara. Santiago una vez recuperado de s
Bronx- New York, Usa. Alba jugaba con el pequeño Alex, quien gateaba por el piso de la alcoba que aún compartían en el albergue, miraba a su hijo con mucha ternura, ella desde el día que nació se dedicó en cuerpo y alma a él. El niño ya tenía un año de vida, A la joven madre no le importaba andar con los zapatos viejos, o la ropa con remiendos, con tal que su bebé tuviera lo mejor. No tenía lujos, sin embargo, con lo poco que ganaba no dudaba en gastar en el infante, él había llegado al mundo a ser su alegría, no le importaba las habladurías de la gente sin oficio, cuando la discriminaban e insultaban por ser madre soltera, a pesar de eso ella se sentía orgullosa de su pequeño. La muchacha trabajaba las mañanas limpiando casas, esta era la tercera vez que empezaba un empleo nuevo; el motivo: el asedio de sus jefes, algunos se querían pasar de listos con ella, la muchacha no se dejaba y por eso fue despedida en dos ocasiones.<
Bronx- New- York, Usa. Alba llegó emocionada al albergue con Alex en sus brazos. —¿A qué no adivinan quién aprendió a caminar? —habló con la mirada iluminada, colocó al pequeño en el suelo, él se tambaleó un poco, entonces ella se agachó a la misma altura de su hijo, para que, si llegara a perder el equilibrio, sostenerlo. Alex dio unos pequeños pasos, vaciló, y cayó sentado. Alba se llevó la mano a la boca, pensando que el bebé iba a llorar, para su sorpresa, emitió una gran risa. —¡Es valiente! —exclamó la señora Rocío, quién era la persona que se quedaba a cargo de Alex, mientras su madre trabajaba. —Claro que es un valiente, sí ha sobrevivido conmigo, cuando a veces no teníamos ni qué comer, ni dónde dormir, a pesar de las circunstancias en las que nació, es un niño sano y fuerte. —Tú lo eres más muchacha, otra en tus co
Bronx- New York, Usa. Un año después. Alba, de nuevo fue despedida de su trabajo, esta vez su antiguo jefe había querido abusar de ella, la muchacha para defenderse golpeó al hombre con un florero, provocándole una gran herida. La joven pasó varias noches sin dormir pensando que ese sujeto iba a poner una demanda en su contra, la buena noticia fue que no la denunció, pero si le anuló todas las posibilidades de conseguir un nuevo empleo desacreditándola. Un mes llevaba sin encontrar nada, necesitaba la recomendación de su trabajo anterior y no la tenía. Llegó al albergue desilusionada, en ese momento no poseía un centavo en el bolsillo. Al ingresar a la casona Rocío salió presurosa, pálida y con la respiración agitada. —Al fin llegas muchacha... tu hijo... —¿Qué le pasa a Alex? —inquirió A
Alba caminó con lentitud hacia la salida. Con el corazón destrozado y la desesperanza reflejada en su rostro, estaba a punto de abandonar la droguería cuando de pronto sintió que alguien tocaba su hombro. Volteó y observó a una señora de unos sesenta y más años, de mirada dulce, de finas facciones, de rostro apacible. —Muchacha disculpa que me entrometa, escuché que necesitas unos remedios para tu niño —mencionó con su delicada voz. Alba se secó un poco las lágrimas con las manos. —¡Mi hijo se muere! —exclamó, y volvió a llorar sin consuelo, la amable mujer la abrazó, tratando que se tranquilizara, compartiendo el dolor de aquella joven, que era el mismo que sintió años atrás cuando perdió a su hijo. —Ven muchacha, pide lo que necesitas yo pago. Alba abrió sus ojos de par en par su corazón saltó en su pecho no podía creer lo que escuchaba. Se quedó sorprendida observand
Dos años después. Alba vestía a su pequeño hijo para su primer día de clases. Alex estaba muy emocionado porque le gustaba aprender cosas diferentes. —Déjame verte mi amor —pidió observando a su niño con su uniforme impecable. Los ojos de ella se cristalizaron sintiendo nostalgia, ver a Alex, con su pantalón de vestir azul marino, su camisa blanca y su chompa celeste revivió en ella tantos recuerdos en especial la imagen del padre de la criatura se vino a su memoria. —Vamos rápido, mamá, quiero conocer mi nueva escuela —dijo con emoción Alex. Alba se secó las lágrimas, tomó de la mano a su niño, caminaron varias cuadras, cuando llegaron a la escuela, la muchacha se inclinó y se puso a la misma altura de su hijo. —Alex recuerda que no puedes irte con extraños, la única persona que te viene a retirar soy yo. ¿Sabes nuestra clave? El niño