Bronx- New- York, Usa.
Alba llegó emocionada al albergue con Alex en sus brazos.
—¿A qué no adivinan quién aprendió a caminar? —habló con la mirada iluminada, colocó al pequeño en el suelo, él se tambaleó un poco, entonces ella se agachó a la misma altura de su hijo, para que, si llegara a perder el equilibrio, sostenerlo.
Alex dio unos pequeños pasos, vaciló, y cayó sentado. Alba se llevó la mano a la boca, pensando que el bebé iba a llorar, para su sorpresa, emitió una gran risa.
—¡Es valiente! —exclamó la señora Rocío, quién era la persona que se quedaba a cargo de Alex, mientras su madre trabajaba.
—Claro que es un valiente, sí ha sobrevivido conmigo, cuando a veces no teníamos ni qué comer, ni dónde dormir, a pesar de las circunstancias en las que nació, es un niño sano y fuerte.
—Tú lo eres más muchacha, otra en tus co
Queridos lectores les dejo un nuevo capítulo. Les comento que estoy de vacaciones fuera de mi ciudad, por eso este fin de semana posiblemente no tendrán actualizaciones. Sin embargo si me dejan muchos comentarios y reseñas puedo hacer una excepción. Por otro lado: ¿Qué creen que sucedió con Joaquin? ¿No se rehabilitó? ¿Qué opinan?
Bronx- New York, Usa. Un año después. Alba, de nuevo fue despedida de su trabajo, esta vez su antiguo jefe había querido abusar de ella, la muchacha para defenderse golpeó al hombre con un florero, provocándole una gran herida. La joven pasó varias noches sin dormir pensando que ese sujeto iba a poner una demanda en su contra, la buena noticia fue que no la denunció, pero si le anuló todas las posibilidades de conseguir un nuevo empleo desacreditándola. Un mes llevaba sin encontrar nada, necesitaba la recomendación de su trabajo anterior y no la tenía. Llegó al albergue desilusionada, en ese momento no poseía un centavo en el bolsillo. Al ingresar a la casona Rocío salió presurosa, pálida y con la respiración agitada. —Al fin llegas muchacha... tu hijo... —¿Qué le pasa a Alex? —inquirió A
Alba caminó con lentitud hacia la salida. Con el corazón destrozado y la desesperanza reflejada en su rostro, estaba a punto de abandonar la droguería cuando de pronto sintió que alguien tocaba su hombro. Volteó y observó a una señora de unos sesenta y más años, de mirada dulce, de finas facciones, de rostro apacible. —Muchacha disculpa que me entrometa, escuché que necesitas unos remedios para tu niño —mencionó con su delicada voz. Alba se secó un poco las lágrimas con las manos. —¡Mi hijo se muere! —exclamó, y volvió a llorar sin consuelo, la amable mujer la abrazó, tratando que se tranquilizara, compartiendo el dolor de aquella joven, que era el mismo que sintió años atrás cuando perdió a su hijo. —Ven muchacha, pide lo que necesitas yo pago. Alba abrió sus ojos de par en par su corazón saltó en su pecho no podía creer lo que escuchaba. Se quedó sorprendida observand
Dos años después. Alba vestía a su pequeño hijo para su primer día de clases. Alex estaba muy emocionado porque le gustaba aprender cosas diferentes. —Déjame verte mi amor —pidió observando a su niño con su uniforme impecable. Los ojos de ella se cristalizaron sintiendo nostalgia, ver a Alex, con su pantalón de vestir azul marino, su camisa blanca y su chompa celeste revivió en ella tantos recuerdos en especial la imagen del padre de la criatura se vino a su memoria. —Vamos rápido, mamá, quiero conocer mi nueva escuela —dijo con emoción Alex. Alba se secó las lágrimas, tomó de la mano a su niño, caminaron varias cuadras, cuando llegaron a la escuela, la muchacha se inclinó y se puso a la misma altura de su hijo. —Alex recuerda que no puedes irte con extraños, la única persona que te viene a retirar soy yo. ¿Sabes nuestra clave? El niño
Santiago Vidal, observaba a través de los grandes ventanales de su imponente oficina como la lluvia caía con fuerza. Ese ruido ensordecedor lo atormentaba. Le recordaba esa fatídica noche en la que todo terminó cinco años atrás. Resopló con un sentimiento de congoja anidado en su pecho, con sus tristes ojos azules miró el agua golpear el vidrio, de la misma forma en que los recuerdos martillaban su corazón. Colocó sus manos sobre la cornisa, y suspiró. Divisó como una bruma de neblina cubría los grandes rascacielos, tornando el cielo gris, tal cual su vida se transformó desde aquel instante. De nuevo aquella sensación de soledad cubrió su corazón, los remordimientos, no lo dejaban en paz hace ya un largo tiempo, en especial en la
Alex subió al ascensor tomado de la mano de la señora Roxanne. Santiago con la voz temblorosa y los ojos enrojecidos, suspendió la reunión, y enseguida invitó a Angélica a su oficina de él.La joven venezolana miró el lujo de esa habitación mientras el pequeño Álex estos años había vivido en un humilde albergue.Angélica se sentó frente a él. Santiago no sabía ni por dónde empezar, ni qué preguntar, todo eso era tan inesperado.—¿Por qué no me dijo? ¿Por qué no me buscó? —cuestionó llevándose ambas manos al cabello—. Yo tenía derecho a saber de la existencia del niño —expresó él respirando con dificultad.Angélica resopló molesta.—Tú sí que no tienes sangre a la cara ¿Cómo te iba a buscar después de todo lo que le dijiste? ¿Le hubieras creído que el niño era tuyo? —cuestionó mirando a Santiago, con sus profundos ojos negros que centellaban de ira.—Ella me mintió,
El auditorio de la Universidad de Columbia, era el escenario del gran Congreso de Finanzas Internacionales. Se habían dado cita empresarios de todas partes del mundo, entre ellos: Carlos Mario Duque, el hermano mayor de Joaquín. El coach estaba por terminar la charla, y él veía el reloj a cada instante, esperaba encontrarse con María Paz. El seminario se dio por finalizado, guardó su laptop en el portafolio, se despidió de algunos ex compañeros de Harvard, cuando dio vuelta y se encontró con su hermano Joaquín, entonces palideció por completo. —¿Vos qué hacés acá? —cuestionó—. Se supone que no ibas a venir. —Me decidí de último momento hermanito, ¿No te agrada mi presencia? —Sabés bien que vos y yo no podemos estar en el mismo lugar, pues. —Entonces sacá las cosas de mi departamento y hospedáte en un hotel, te recuerdo que donde te estás quedando es mi domicilio. <
El rostro de Eliana se desencajó por completo. —¿¡Te volviste loco!? ¿¡A una semana de la boda!? —cuestionó presionando sus labios con fuerza—. No, Santiago Vidal, tú no puedes suspender el matrimonio, no lo acepto. —Sollozó llevándose las manos temblorosas al rostro, dejó caer su cuerpo sobre el piso del departamento. Santiago en ese momento pasó la saliva con dificultad. Se sentía un miserable, le había destrozado la vida a la mujer que amaba que era Alba, y ahora el llanto descontrolado de Eliana no lo soportaba, ella había estado a su lado durante todos estos años, pero no podía unir su vida a ella. —Eliana, yo no te amo, no puedo hacerte daño, tú te mereces a un hombre que te ame. —Todo por esa estúpida de Alba —bramó levantando su rostro. —¡Maldita zorra! ¡Ojalá se muera!— exclamó elevando su mirada llena de ira hacía Santiago, abrió y cerró sus puños con fuerza—. Mientras tú sigu
El joven Vidal sostenía su IPhone con las manos temblorosas, escuchando los repiques del móvil, al oír la voz de Antonio, habló: —Hola, necesito entrevistarme contigo urgente. El agente supuso que de nuevo lo iba a contratar para buscar a Alba. —¿Te parece en media hora, en el café que está en la esquina de mi casa? —Estaré ahí Antonio, gracias. Santiago dirigió su última mirada al sitio donde minutos atrás dejó a su hijo junto a Alba, pero ellos ya no estaban, suspiró con tristeza, encendió su auto para ir rumbo al encuentro con Antonio. Llegó al café donde el agente Duarte, lo estaba esperando. Él se puso de pie, con un fuerte apretón de manos y un abrazo saludó a Santiago, ambos tomaron asiento. El agente ya había pedido un café, solicitó otro para su amigo. —¿Cuál es la urgencia? —Antonio qui