31 El corazón

Antonio respiró profundo después de emitir unas cuantas maldiciones mentales contra Francesco luego de haber visto en su imagen de salva pantallas una fotografía de Allegra y Francesco junior, una que seguramente la obtuvo de las redes, y procedió a ver los mensajes de texto que estaban llegando a nombre del doctor Locantore.

“Francesco, acabo de encontrar a la chica que atendí la otra noche, la joven que usted golpeó con el auto”.

— ¡Bingo! Ya apareció… — Se dijo Russo para sí mismo.

— ¿Quién apareció? — Era Carlo Santoni tras su espalda.

— Nadie, mi gato… estaba desaparecido… — Contestó de mala gana — ¡Equipo, debo retirarme, hay algo que debo atender, les agradezco mantenerme informado y no dejar ingresar a nadie dentro del departamento!

— ¡Pero es mi casa! ¿

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