—Carlo Santoni, ¿Acepta usted a Vittoria Guiulliani como su legítima esposa?
—Acepto — Respondió el novio en tono neutro.
— Vittoria Guiulliani, ¿Acepta usted a Carlo Santoni como su legítimo esposo?
Vittoria no podía controlar la emoción en su pecho.
—¡Sí! ¡Acepto! ¡Acepto, acepto casarme contigo! — Respondió con una mirada dulce hacia su prometido que mantenía en su rostro una expresión que hacía creer que tenía ganas de ir al baño.
—Entonces, ¡Lo que ha unido Dios, no lo puede separar el hombre! ¡Puede besar a la novia! — EL sacerdote dijo con júbilo y Carlo se giró lentamente conteniendo la respiración antes de acercarse a Vittoria, su novia de siempre, con la que su familia planeó casarlo desde que eran unos chavales debido a las ventajas económicas que suponía emparentarse con los Guiulliani, y más ahora, con la fuerte recesión económica de Santoni Indrustries.
—¡Vivan los novios! — Su suegro coreó entre gritos de alegría y lo siguieron los demás, familiares y amigos uniéndose a la celebración de la unión, una que desde siempre todos esperaban que se diera, solo estaban esperando a recibirse en la universidad para cumplir con el siguiente paso, casarse.
Vittoria estaba radiante de felicidad, no podía creer que al fin se cumplía su sueño de ser la esposa de Carlo Santoni, el hombre que le había dado su primer beso, a quien le había entregado su virginidad y a quien estaba destinada. No le cabía duda. Una lágrima se escapaba de los ojos de la novia que no podía contener la emoción de estar casada con el amor de su vida.
—¡Larga vida a los novios! — Los invitados corearon al unísono en medio de los aplausos.
—¡Muchas felicidades!
—¡Que Dios los bendiga con muchos hijos!
Las personas les decían abrazándolos mientras ambos tomados del brazo caminaban hacia la puerta de la iglesia con la marcha nupcial de fondo musical.
Al llegar a la salida, una lluvia de arroz cayó sobre ellos en señal de bendición y abundancia, pero de pronto, algo entró en uno de los hermosos ojos verdes de la novia causándole una fuerte punzada que la hizo detenerse en seco y llevarse la mano al rostro.
—¡Carlo! Algo me ha entrado en ojo, no puedo ver… me duele mucho, ¿Puedes revisar? — Pidió confiada en que su marido haría lo que fuera porque ella estuviera bien.
—Camina Vittoria, de seguro no es nada, tal vez un arroz, vamos, no hagamos esperar a la gente en la fiesta, ¡Sería de muy mal gusto! — Le dijo mientras alargaba la mano y tiraba de ella metiéndola al auto sin prestar demasiada atención a la molestia que sentía su esposa, para todos los novios la lluvia de arroz simboliza suerte, éxito y bendicion, pero el presagio no pintaba en blanco para Vittoria.
ya en la fiesta, después de lanzar el ramo, el padre de Carlo, Angelo Santoni, quiso hacer el brindis por los novios.
—Vittoria ¿Dónde diablos se ha metido Carlo? — Preguntó molesto.
—No sé, dijo que iría a saludar a unos amigos, pero puedo ir por él si usted gusta — Contestó la novia manteniendo la sonrrisa.
—¡Claro! ¡Ve por él!, voy a hacer el brindis y no está aquí, además, como esposa debes saber dónde está tu marido en todo momento — Agregó al final incomodando a Vittoria, nunca había sido necesario estar detrás de Carlo pisándole los talones a cada paso, ella pensaba que la confianza era absolutamente necesaria en una relación.
—Iré a buscarlo de inmediato, mientras tanto, prepare su discurso — Le dijo con una sonrisa, tragándose el mal comentario de su suegro y levantándose.
Los zapatos la estaban matando, así que después de darle la vuelta a los jardines y de preguntarle por él al setenta por ciento de los invitados a la celebración y no hallarlo, pensó que mejor subía a su habitación para deshacerse de los zapatos y ponerse algo cómodo mientras Carlo aparecía.
Seguro que su marido estaba enganchado en alguna conversación interesante y no se había dado cuenta de que ya era la hora del brindis.
Vittoria subió las escaleras con las zapatillas en la mano, se detuvo en la parte de arriba para masajearse un poco los pies y fue cuando escuchó...
Un jadeo proveniente de la habitación contigua le llamo la atención, era la voz de una mujer.
—¡Ah…! ¡Más cariño, dame más! — Exclamó con la voz entrecortada.
—¿Así?
—¡Oh!, ¡así, así! No te detengas… — Elevando la voz en una octava.
Vittoria dejó caer las zapatillas al suelo de la impresión, no podía ser, seguramente estaba escuchando mal, el cansancio y el estrés del evento le estaban jugando una mala pasada, ¡Era imposible que estuviera escuchando eso!
—¡No! ¡Calma Vittoria, es solo el cansancio, no pueden ser ellos, ¡Es ilógico! ¡Él no me haría eso jamás! Y ella tampoco.
Sin embargo, no pudo dejarlo pasar y caminó como en automático hasta la puerta y girando el picaporte empujó para abrir.
Su cabeza no pudo procesar lo que estaba viendo, necesitó un par de segundos antes de entender que Giorgia, su mejor amiga, estaba desnuda bajo su esposo mientras este le hacía el amor de una forma casi animal, casi devorando el cuerpo extasiado de la otra.
El ruido de afuera se incrementó cuando alguien comenzó a llamar al novio para que se acercara a la mesa familiar y la música cobraba más volumen, por lo que la pareja adúltera no se dio cuenta de que Vittoria estaba ahí de pie junto a la puerta sosteniéndose del borde para no dejarse caer de la impresión.
—¡Ah…! ¡Carlo! ¡No pares! ¡Quiero que me lo hagas como nunca! ¡Quiero saber que soy tu dueña incluso hoy! — Casi gritaba aquella bandida mentirosa.
—¡Lo eres! — Él respondió entre los jadeos y la excitación — ¡Tú eres mi dueña!
Vittoria logró reaccionar, y antes de que se hubiera dado cuenta, ya las lágrimas corrían a raudales por su rostro y estaba lanzando cosas sobre los dos.
—¡Traidores! — Gritó — ¿Cómo pudieron? ¿Cómo pudieron hacerme esto? — Dijo furibunda.
—¡Vittoria! — Exclamo Carlo lanzando a la otra mujer sobre la cama y cubriéndose con la sábana — ¡Mi amor, no es lo que parece!
—Ah, ¿No? ¿Y entonces qué es? A ver, ¡Dime! Porque tengo rato viendo cómo se revuelcan ustedes dos con muchas ganas justo en el día de nuestra boda, ¡Y en mi propia cama!
—¡Te juro que no es lo que parece!
—¡Ah! ¡Expresión tan trillada y estúpida! ¡Ni siquiera tienes la creatividad de inventarte otra cosa!
—¡Si es lo que parece Vittoria! — Esta vez fue Giorgia quien hablo, salió del lecho, desnuda y pavoneándose con ese cuerpo escultural suyo, como mostrando todo lo que tenía para ofrecer al adúltero de su marido — ¡Es tal cual lo viste!
—¿Qué haces Giorgia? — él preguntó nervioso.
—Ella debe saber la verdad, esto iba a suceder en cualquier momento, así que se lo diré todo.
—¡No! ¡Espera!
—Somos amantes Vittoria, los más deliciosos amantes desde hace años, solo que tú estabas tan ciega y tan ilusionada con la idea de tu amor perfecto y tu boda soñada que no pudiste verlo, pero la verdad es que nos amamos, ¡Eso nunca nos lo podrás quitar! — Tomando aire para proseguir y deteniéndose frente a Vittoria que seguía con la vista nublada por las lágrimas — Desde siempre has sido tú en público, pero yo en privado, mientras tú eras la novia mojigata, yo le daba lo que tú no, ¡Yo lo hice hombre!, yo le enseñé a amar… pero ahora que lo sabes, ¡Yo saldré de las sombras!
—Pero si hemos sido novios desde la secundaria Carlo, fuiste mi primer amor, me diste mi primer beso… — Desviando la mirada hacia su esposo.
—¡Y también fue al primero que te cogiste! Eso ya lo sabemos — Escupió Giorgia con rabia.
—¿Por qué…? ¿Por qué lo hicieron? — Vittoria estuvo a punto de desplomarse, sintió como el suelo se hundía ante sus ojos y el sudor frío recorría su espalda — ¿Por qué seguiste adelante con esta boda si es evidente que la amas a ella? — La expresión del rostro de Vittoria era de total desconcierto, sentía como si le estuvieran abriendo el pecho sobre una mesa de cirugía en vivo, sin anestesia, como si le extirparan el corazón.
—¿Sabes lo que debes hacer? — Le preguntó mientras avanzaba de nuevo haciendo que Vittoria comenzara a retroceder de espaldas a la escalera — Deberías irte ya, quitarte ese ridículo vestidito de novia y lanzarlo a la basura, o mejor quemarlo, total el circo aquí ya se acabó, ¡Anda y dile a todos que tu marido te engañó! ¡Que no fuiste suficiente mujer para mantenerlo amarrado más de un día!
Vittoria movía la cabeza de lado a lado en señal de negación mientras continuaba retrocediendo, cuando en un descuido, Giorgia la empujó escaleras abajo haciendo que rodara y se golpeara fuertemente en la cabeza. Un hilillo de sangre brotó de cráneo manchando la costosa alfombra persa que forraba los escalones.
La sangre pronto manchó el hermoso y blanco vestido de novia, dejando en él la marca premonitoria de que esa unión estaba siendo sellada con dolor y sangre.
— ¿Qué has hecho Giorgia? — Carlo corrió a ver lo que había sucedido.— No te hagas ahora el santurrón Carlo, hemos hablado de esta posibilidad desde hace mucho, además, fueron las circunstancias, nadie se imaginó que esta tonta nos iba a descubrir justo hoy, ¡Así que ven y ayúdame!— ¡No!, no será creíble… es mejor dar aviso, como si hubiera sido un accidente — Él dijo llevándose la mano a la cabeza con angustia.— Entonces vístete y déjame lo demás a mí, yo me encargaré, soy buena actuando…Luego de unos minutos, Carlo bajó las escaleras pasando, por un lado, de su esposa, sin siquiera atreverse a mirarla el muy cobarde, y se dirigió hacia la mesa familiar.— ¿En dónde estabas? Tu mujer te ha estado buscando desde hacer rato — Su padre le increpó.— No la he visto…Y justo cuando iba a inventar cualquier excusa, Giorgia salió de la casa dando gritos y anunciando una calamidad.— ¡Auxilio! ¡Auxilio! Es Vittoria, ¡Alguien que me ayude!— ¿Qué pasa Giogia? — alguien preguntó.— Se ha c
Vittoria esperó a que todos quienes la buscaban se alejaran para levantarse y cruzar la puerta de salida, sorprendentemente el hombre de seguridad no reparó en ella.Vittoria aprovechó sus cinco minutos de suerte y se alejó todo lo que pudo del hospital, mientras más terreno pusiera de por medio sería mucho mejor, no sabía a donde ir, no podía ir a su casa porque seguramente Carlo llegaría hasta allá para darle la noticia a su padre de su desaparición.Sin saber qué hacer por el momento, se sentó en un parque, necesitaba organizar sus ideas, todavía se sentía aturdida y era necesario idear un plan pronto, antes de que alguien diera con ella. No supo cuando tiempo pasó, pero cuando sintió como las gotas de lluvia comenzaban a caer sobre ella ya había comenzado a oscurecer.Se levantó y comenzó a caminar de nuevo sin rumbo fijo, pensando en que no tenía un lugar en donde pasar la noche, tal vez si iba a un lugar público, a una terminal de autobuses o algo así… Vittoria seguía perdida en
Francesco sacudió la cabeza para apartar los malos pensamientos, era muy tormentoso pensar en todo lo que sucedió entonces, ahora estaba obligado consigo mismo a superarlo y a retomar su vida, aunque fuera casi imposible creer que había alguna esperanza para él de ser feliz después de lo que hizo…« No hay segundas oportunidades para alguien como yo », solía decirse mentalmente.La chica finalmente recibió medicación y se quedó profundamente dormida.— Locantore, ¿Crees que ella pueda recuperarse sin necesidad de trasladarla?— No lo sé Francesco, no puedo asegurarlo, la veo muy agotada, y la fiebre puede ser por alguna infección, la trataremos con antibióticos de amplio espectro, pero se le deben administrar cuidadosamente, puedo decirle a una de mis enfermeras que venga…— Sí, eso estaría bien, te lo agradezco mucho…— ¿De dónde sacaste a esta chica Francesco?— Te juro que no la vi hasta que tuve que maniobrar para no partirle las piernas con el auto.— Bueno, le administraremos tr
— Parece que estos ineptos no son capaces de encontrar a nadie, habrá que pagar a alguien para que lo haga — Giorgia caminaba de un lado para otro echando chispas — ¡Voy a amenazar al hospital con demandar si no hacen algo!— Creo que te estás ahogando en un vaso de agua Giorgia, es mejor que no aparezca, al menos no viva…— Ese es el problema Carlo, no olvides que solo tienes acceso a esa cuenta de caja chica de la que no puedes obtener los millones que necesitas para salvar a Santoni Indrustries de la ruina, y tampoco puedes vender los bienes de Vittoria sin su consentimiento, así que debemos hallarla viva o muerte… ¡De preferencia lo segundo!— Señores, lamento informarles que la búsqueda ha culminado y sin éxito, su señora esposa no está en el edificio… — El policía anunció antes de pedirle a sus hombres que se retiraran, su voz profunda hizo saltar a Giorgia que enmudeció de inmediato.— Teniente Russo, estoy angustiado por mi mujer, ¡Debe usted hacer algo! — Carlo fingió estar p
— ¿Esto es lo que has estado haciendo Francesco? — André se llevó la mano a la cabeza — ¡Dime que no estás metido en un problema! Francesco se levantó haciéndole señas a André de que no hiciera ruido porque Vittoria todavía dormía. — Vamos afuera y te lo explicaré todo — Le dijo sacándolo de la habitación — Y no, no estoy en problemas, ella es… ella es solo una situación temporal… — Tu última situación temporal estuvo husmeando en la oficina durante casi un año y causó muchos inconvenientes porque metía sus narices en todo… Le recordó el jefe de personal a su jefe, refiriéndose Carmina, la última amante que había tenido. — No ese tipo de “situación temporal”, a ella… la arrollé con el auto… André arrugó la cara en un gesto de susto. — ¡Si tienes problemas, amigo! — No, pero creo que ella sí los tiene. — ¿Tan mal la dejaste? — No, si no fue nada, un par de raspones, pero creo que está huyendo de algo… André no dijo nada, le parecía que su jefe estaba ahora obsesionado con que
Francesco esperó impaciente, caminando de un lado para el otro a que hubiera noticias de los estudios mientras era observado desde el cristal por Carlo.El móvil sonó en el bolsillo del esposo adúltero y este respondió la llamada.— ¿Ya lo hiciste?— Aún no, estoy esperando, creo que he descubierto algo…— ¿El qué?— Ella está con un tipo, no estoy seguro, pero pareciera que lo hubiera tenido todo planeado… que estuviera con él desde hace tiempo.— No puede ser posible, ¡Solo piénsalo! Ella siempre estuvo enamorada de ti, así que estoy segura de que no es lo que piensas… pero lo que, si podemos hacer, es llamar al policía, ya verás cómo voy a aprovechar esta situación para nuestro beneficio.— ¿Qué harás?— Observa…Al cabo de un par de horas luego de salir de las pruebas, Francesco ayudaba a Vittoria con la comida, en realidad no era necesario, pero aun así se ofreció a hacerlo.— No puedo creer que hagas eso, me haces sentir como si tuviera cinco años, o peor, como si estuviera lisi
— En todo caso Vittoria, eres mi esposa y yo decido sobre esta situación, como ha dicho el Doctor, en este momento estás imposibilitada de tomar decisiones, así que estaremos aquí solo tiempo absolutamente necesario.El pulso de Vittoria se aceleró llevándose la mano al pecho mientras sentía un intenso dolor, Francesco apartó a Carlo de un empujón para tomar su pulso, pero el médico ya lo estaba monitoreando en la pantalla del equipo.— ¡Salgan todos fuera! — Ordenó el galeno — Usted, lame a una enfermera, ¡Corra!Russo corrió a buscar a una enfermera y los otros dos se vieron obligados a salir de la habitación y a esperar en el pasillo mientras se dedicaban las miradas asesinas más intensas.— Señora, cálmese está a punto de sufrir un ataque al corazón, debe calmarse…— Doctor, no me deje en manos de ese hombre, ¡Se lo ruego!— Señora, no comprendo lo que sucede, y no puedo hacer nada al respecto, el señor Santori es su esposo, pero si tiene algo que decir de él, ahí está el Teniente
— Francesco, recuerda que tienes a los inversionistas españoles esperando por la firma de la fusión con la nueva compañía que hemos adquirido, de verdad, ya no sé qué más inventarle a esta gente — André hablaba con urgencia mientras revisaba los folders llenos de documentos y testeaba cada detalle con el grupo de abogados — Además, vas a tener que pagarme horas extras por hacer tu trabajo, esto ya no me está gustando.— Anduve deja de quejarte de que estás ganando el sueldo de un CEO.— Sí, ¡Pero con el trabajo del CEO y además el mío!— ¡Llorón!, ya sabes en lo que ando en estos días, solo dame tiempo, además, fue tu idea que me tomara una semana para mí, y no han sido tantos días como para una semana.— Te dije que te tomaras una semana para ti, sí, para que descansaras y te alejaras de los problemas, ¡Pero tú te la estás tomando para otras cosas! — Subrayando la última frase.— Descuida, necesito sentirme útil, ¡Ahí metido en la oficina, me estoy anquilosando!Francesco apagó el mo