— Francesco, recuerda que tienes a los inversionistas españoles esperando por la firma de la fusión con la nueva compañía que hemos adquirido, de verdad, ya no sé qué más inventarle a esta gente — André hablaba con urgencia mientras revisaba los folders llenos de documentos y testeaba cada detalle con el grupo de abogados — Además, vas a tener que pagarme horas extras por hacer tu trabajo, esto ya no me está gustando.— Anduve deja de quejarte de que estás ganando el sueldo de un CEO.— Sí, ¡Pero con el trabajo del CEO y además el mío!— ¡Llorón!, ya sabes en lo que ando en estos días, solo dame tiempo, además, fue tu idea que me tomara una semana para mí, y no han sido tantos días como para una semana.— Te dije que te tomaras una semana para ti, sí, para que descansaras y te alejaras de los problemas, ¡Pero tú te la estás tomando para otras cosas! — Subrayando la última frase.— Descuida, necesito sentirme útil, ¡Ahí metido en la oficina, me estoy anquilosando!Francesco apagó el mo
— No te quedes ahí parada Vittoria, ven, vamos a nuestra habitación…Cuando Carlo mencionó la palabra “habitación” junto a “nuestra” en la misma oración, a Vittoria se le hizo un nudo en el estómago, ¿Él no pretendería que compartiera la cama con él?, ¿O sí?— ¿Vienes? — Él insistió.— No te conozco, ¿Recuerdas? Solo estoy aquí porque los abogados del hospital dijeron que habías comprobado que eres mi esposo, pero ni creas que actuaré como si yo lo recordara, porque en lo que a mí concierne, tú eres un completo desconocido para mí.Vittoria haría el papel de descerebrada hasta donde le fuera posible, además, era una manera de mantenerse firme y lejos del contacto físico o cualquier amabilidad innecesaria con Carlo, ya que no le nacía ni siquiera verle la cara, pero el instinto de supervivencia era más fuerte que todo lo demás.Jugaría el mismo juego de él, el de: “¡A ver hasta donde sabes que yo sé, lo que tú también sabes!”, pero, aunque le temblaban las piernas, no iba a demostrarle
— ¿Qué hiciste qué? — Los gritos de Giorgia eran tan fuertes que Carlo tuvo que alejar el móvil de su oreja — ¡No comprendo! ¡Explícame cuál es el objetivo de eso!— ¡Cálmate Giorgia! Es una estrategia excelente, ¿Acaso no lo ves?— ¡No, no la veo, ¡Solo veo estupidez! No VEO como tener a esa estúpida metida de nuevo en el departamento puede beneficiarnos, al contrario, ella representa un peligro para ambos, ¿Crees que seguirá callada? ¡En verdad no entiendo cómo no nos ha denunciado ya!— No lo ha hecho porque está amnésica, y a eso podemos sacarle mucho provecho, si la manejamos bien, haremos que nos firme los documentos que necesitamos, y luego de que todo esté a mi nombre procederemos con el plan inicial.— No estoy segura de que esto resulte, ¿Qué tan viable puede ser?— ¡Completamente viable! Muerta, no puede firmar nada, y no quiero tener que enfrentarme al viejo amargado de su padre.— ¡Es que ahí es donde está el problema! Si el viejo decide llevársela a la mansión de regreso
— ¿Vittoria? — Giorgia se detuvo tras ella esperando alguna respuesta de su parte, ¡Cualquier cosa!, aunque muy en lo profundo esperaba que ella se girara y se le lanzara encima, no estaba convencida de que la mujer lo hubiera olvidado todo.— Señorita Giorgia — Greta se acercó a Giorgia y le hablo en susurros — Ella no está bien señorita… mi niña Vittoria no recuerda ni quién es…Una sonrisa malévola y de profunda satisfacción se dibujó en los labios de Giorgia que no pudo controlar todo lo que sentía por dentro. Afortunadamente, para ella Greta no lo notó por tener la vista sobre Vittoria, que luchaba por no darse la vuelta para lanzarle el vaso de cristal a Giorgia por la cara.— ¿De veras? — Preguntó haciendo un esfuerzo por ocultar su enorme sonrisa.— Si señorita, llegué esta mañana a trabajar como todos los días, y cuando la vi me alegré mucho de que hubiera regresado a la casa, pero no me reconoció, ni siquiera sabe quién soy yo… — La tristeza se dejaba notar en la voz de la c
Francesco entró con expresión pensativa mientras la secretaria corría hacia él cargada con una pila de papeles por firmar.— ¡Señor Romano, que bueno que vino hoy! Ya me estaba preocupando usted nunca falta a la oficina… hay mucho trabajo atrasado… — Comenzando a poner la papelería sobre el enorme escritorio de Francesco, que apenas si notó que la chica estaba allí dejándole cosas por hacer.El empresario continuaba moviéndose de un lado al otro de la oficina, como si fuera una bestia enjaulada buscando por donde escapar.— Señor, ¿Escuchó lo que le dije?Francesco levantó la mirada a la mujer regordeta que lo miraba tras las gafas.— ¿Qué? ¿Dijo algo?— Señor, que la fusión con…— No quiero saber nada de la fusión, llama a los abogados y que ellos se encarguen, ¡Para eso les pago una fortuna!— Sí, señor, pero dicen que esta es la última oferta y que es necesario que usted la apruebe…— Llama a André y dile que venga…— Él está en una junta…— Pues dile que la junta terminó, que se p
Vittoria se quedó mirando los huevos revueltos con jamón y el pan tostado que tenía en frente. Greta se había esmerado en preparar algo que a ella le gustara para desayunar, pero no habían pasado más de veinte minutos desde que prácticamente la obligaron a tomarse aquel par de píldoras. Giorgia se llevaba la taza de café a los labios sin quitarle la mirada de encima.— ¿Te sientes bien? — le preguntó mientras mordisqueaba un panecillo — Estás pálida Vittoria.La morena vio cuando todo lo que había en la mesa comenzó a ponerse borroso.— ¿Qué me pasa? ¿Qué fue lo que me dieron?— Fueron tus medicinas, amor, no deberían hacerte sentir mal — Esta vez fue Carlo.La cabeza comenzó a darle vueltas y también todo lo que estaba a su alrededor, incluso le pareció haber visto a Giorgia con una enorme y retorcida sonrisa en el rostro, y a Carlo que se burlaba de ella. Por su puesto que estaba a consciente de que aquello no era real, seguramente le había dado algo para drogarla.Apoyó las manos s
— ¡Francesco, Francesco! No hagas una locu… — PiiiiiiipYa Francesco había cortado la llamada dejando a Russo con la palabra en la boca —¡Maldición!— ¿Qué sucede cariño? — Su esposa Allegra quiso saber.— No te gustará, mejor no me preguntes…— Pero Antonio…— Amor… — El acunó su delicado y hermoso rostro entre sus manos, Allegra había cambiado su color de cabello rojo intenso a uno rubio más parecido a su color natural y Antonio apenas comenzaba a acostumbrarse — ¿Sabes que eres la rubia más ardiente que he conocido?— No me cambies el tema, sé que sucede algo y no quieres decírmelo.— No creo que sea sano para ti, ¿Confiarás en mí si te digo que es mejor para tu salud emocional que no lo sepas?— Mmm…— Solo déjamelo a mí, en todo caso es parte de mi trabajo y no me gusta traer el trabajo a la casa…— Entiendo cariño, pero ese trabajo implica al padre de mi hijo…— Lo sé… si algo está mal te lo haré saber, por ahora descuida, ¡Yo me encargaré de que ese idiota no meta la pata! — So
Carlo se dirigió hasta la puerta y Giorgia corrió a la cocina para interceptar a Greta que servía un zumo de frutas para Vittoria.— Dame eso, yo se lo llevaré a Vittoria — Giorgia tomó la charola de las manos de la mujer.— Pero señorita, ese mi trabajo, además, no me molesta llevarle algo de comer a mi niña Vittoria.— ¡Ya te he dicho que lo haré yo! — Le dijo cortante y perdiendo la clase.El timbre seguía sonando de manera insistente, y Carlo se apresuró para abrir, sacó el pestillo y abrió para encontrarse con la enorme mole de músculo de Russo de pie junto a la puerta, acompañado del tipo elegante y estirado con aires de realeza que venía con él.— Señores, supongo que son los de la policía, ¿Qué se les ofrece? — Saludó en tono neutro para evitar que su voz delatara su nerviosismo.— Buenos días, señor Santoni, soy el Teniente Russo — Le dijo mostrándole su placa — Venimos a conversar con su señora esposa.Carlo se tensó de inmediato, supuso erróneamente que la conversación serí