—Parece que alguien aquí no paso muy buena noche —dice, Nina con tono burlón, al verme soltar un bostezo largo que debo disimular con mi mano.Le doy una corta mirada escéptica.—Bueno, tú tampoco tienes pinta de haber dormido muy bien —evidencio, enarcando una ceja.Ella se encoge de hombros.—No me quejo —tuerce la boca y me mira como si escondiera un gran secreto sucio—. Valió la pena cada minuto de sueño perdido.—Ay, no. Déjame adivinar —me giro sobre mi silla hacia ella—. ¿Pasaste la noche con Jared?—Podría ser —tantea sin confirmar mi suposición.—Aja, si… ese “podría ser” me suena a “claro que lo fue” —gesticulo, haciendo comillas con mis dedos.—Bueno, bueno… si, es verdad. Pase la noche con tu hermano y fue maravilloso. Tuvimos mucho sexo.Sonríe con satisfacción reflejada en sus ojos azules, sus mejillas lucen tan arreboladas como de costumbre.—Okay, no necesito que me des los detalles, Nina —recrimino con gesto de asco.—Ah, si… ahora hazte la santurrona que no sabe lo q
—Soy un viejo con suerte. La vida no puede ser más bella que en estos momentos.Veo a mi abuelo sonreír perezoso, observando los alrededores del jardín de la casa de reposo donde vive desde hace dos años.— ¿Por qué lo dices, Patrick? —Cuestiona Nina, sentada a su lado, dándole un poco de gelatina de fresa en la boca con un cucharita de plástico; yo estoy sentada a su otro lado sosteniendo para él un paquete de galletas saladas.Lo miro con curiosidad mientras él sonríe abiertamente a uno de sus compañeros del asilo que va pasando muy cerca de nosotros y le saluda con un movimiento de mano.— ¿Acaso no tienes ojos pequeña rusa? —le dice con tono guasón a Nina, quien enarca una ceja viéndolo con los ojos ladeados—. Todos envidian mi suerte hoy. Estoy sentando entra dos de las mujeres más hermosas de Australia y ellas me están alimentando como a un príncipe. No dejan de mirarnos.Abro mis ojos e intento ver lo mismo que mi abuelo; y tiene razón, todos nos observan con deleite y anhelo e
Mis dedos pican mientras mis ojos inquietos tratan de mirar cualquier otra cosa que no sea el celular que he dejado hace treinta minutos sobre una de las mesas que están en el jardín de mi casa, justo frente a la piscina. La tarde ya casi termina, la brisa mese con fuerza las hojas de los arboles alrededor y varias flores rojas caen del flamboyán, donde gato, mi mascota, salta de un lado a otro para cogerlas antes de que toquen el césped.Llegue hace una hora de ver a Patrick y la verdad, no he podido dejar de pensar en su deseo de conocer a Kenneth. En parte quisiera culpar a Nina por esto, pero sé perfectamente que tarde o temprano algo como esto sucedería. Además, Ninoska solo está preocupada por mí, no puedo culparla por eso. Kenneth no ha dado señales de vida en todo el día, cosa que me tiene un poco ansiosa y debatiéndome entre si es una buena idea, o no, ser yo quien lo llame; no quiero que piense que soy una mujer dependiente, que necesita constantemente de atención.—Hola, pe
—Por más que llevemos años en este mundo de la fama, no termino de acostumbrarme a este tipo de eventos —murmuro con hastió Nina, bebiendo un poco de champaña—. Es tan aburrido tener que fingir que te lo estás pasando bien, sonreír a diestra y siniestra cuando ni siquiera tienes ganas. Odio estar aquí cuando lo único que quiero es estar en mi habitación llorando y comiendo helado porque no veré a Jared dentro de quince días.Me rio por lo bajo y saludo a un hombre que pasa cerca de nosotras, alzando su copa a nuestra salud.—La verdad, yo también odio toda esta farsa que se inventan para socializar y hacer alianzas para su propio enriquecimiento —concuerdo y bebo también de mi copa, mirando a nuestro alrededor. Estamos en el mismo hotel donde semanas atrás irrumpí como justiciera en la boda de Jair, solo que esta vez estamos un uno de los salones de eventos.Esta noche se trata de una cena benéfica auspiciada por la cámara de ministros de Melbourne; y por supuesto que Úrsula no pudo r
Nina se ha marchado hace veinte minutos del evento y para mi suerte no me ha faltado buena compañía desde entonces; he hablado con varios colegas del medio y alguno que otro político amigo de Úrsula, todos muy amables. Ahora me encuentro bastante entretenida mientras platico cerca de la pista de baile con una de las mujeres más vistas en toda Australia.—Te juro que ame el último desfile que hicieron en Mila, incluso me compre dos vestidos de esa colección —me dice muy animada, Sophie Pratt, presentadora de televisión nacional.—Espero que haya sido de los que yo modele —le digo en tono cómplice y juguetón.— ¡Pero por supuesto que sí! —Exclama alzando las manos—. Y también el que desfilo Nina Bianchi. Ame ese vestido, no sé si es el color rojo o el escote que tiene pero es jodidamente sensual y me trajo buenos resultados cuando lo use —se ríe disimuladamente viendo hacia un grupito de personas al otro extremo del salón.—Me alegra mucho que te hayan gustado tanto —le digo tocando su
—Llegue a pensar que este encuentro nunca se daría —sonríe abiertamente y su felicidad infantil me llena de calidez el pecho—. Me da gusto haberme equivocado.—Y yo lamento haberlo olvidado, Charlotte —le tomo la mano y ella le resta importancia al asunto con un gesto cabeza—. ¿Cómo has estado? Digo, después de todo lo que sucedió con Jair.Ella suspira largamente y baja la mirada. Luce tan indefensa que siento unas ganas terribles de abrazarla; quizás tenga que ver con que hoy se ve mucho más joven con ese vestido rosa de escote cuadrado y mangas de farol, largo y sin mucho entalle. Me atrevería a decir que le queda una talla más grande.Esta chica necesita con urgencia que alguien asesore su imagen.—Bueno, en términos generales estoy bien —dice bajito, casi con voz pausada—. No te voy a mentir, después de enterarme del engaño de Jair, llore muchísimo y me sentí tan miserable y poca cosa —su voz se quiebra y me mira entre sus pestañas con al de timidez—. Verte a ti y luego a mí, pue
Me estremezco entera cuando mi ángel de ojos grises no pierde tiempo y me toma de la cintura, encajando sus deliciosos labios contra los míos. Gimo de placer al sentir la humedad de su lengua mientras recorre y saborea mi boca; estoy en el paraíso y no quiero que nadie me saque de él. Una desenfrenada tibieza brota de las profundidades de mi vientre, expandiéndose en electrificantes ondas de placer que recorren cada parte de mi cuerpo, mis piernas tiemblan sobre mis altos tacones y tengo que aferrarme con más fuerza al cuello de Kenneth.—No existe nada más embriagador que tus labios, muñeca —me dice haciendo una corta pausa mientras recuperamos el aliento; nuestras frentes unidas, ojos cerrados y alientos entremezclándose. Sonrió feliz de estar a su lado—. Te juro que nunca había probado nada que me generara tanto placer. Eres sin duda muy adictiva, Agatha.—Supongo que esa es tu manera de decirme que beso bien, ¿no? —me rio y termino por abrir mis ojos, la intensidad de los suyos me
— ¿Qué lugar es este, ángel? —Miro a través del vidrio tintado; sé que estamos en Docklands, pero no reconozco el sitio al que hemos venido. Kenneth se ha estacionado en la parte trasera del establecimiento.Volteo a ver su rostro es la semi oscuridad del auto y parece que sonríe.—Para poder entrar necesito que te cambies de ropa —comenta sin resolver mi duda y creándome otra incógnita.—No tengo nada más que lo que traigo puesto —miro mi vestido de fiesta y frunzo el ceño—. ¿Hay algo de malo con él?—En absoluto, princesita —suelta su cinturón y se inclina hacia mi asiento—. Si por mí fuera, jamás dejaría que te lo quitaras, pero para lo que tengo preparado esta noche, dudo mucho que lo necesites.Mi ceño se frunce aún más sin entender de lo que se trata.—Pero, es que no tengo que ponerme —digo arrugando mis labios; Kenneth los mira y luego me besa dejando un lametazo sobre ellos—. ¡No hagas eso!Él ríe mientras extiende su brazo al asiento trasero para coger una pequeña mochila, l