Ha sido una cita perfecta, de ensueño como ninguna antes; más aún porque Kenneth fue parte de ella. No sé cómo lo adivino, pero una de las cosas que más me gustaba hacer cuando era niña, es patinar, más específicamente sobre hielo. Fue un secreto que compartimos mi padre y yo porque a ninguno de mis hermanos le gustaba, siempre solían decir que se trataba de una actividad muy femenina; Jared aun lo piensa. Así que cuando había alguna oportunidad, Akram y yo nos escapábamos para pasar horas y horas sobre el hielo, patinando y haciendo infinidad de piruetas. Muchas veces desee poder dedicarme de manera profesional al patinaje, era de las pocas cosas que me apasionaban y me hacían fantasear con un millón de posibilidades. Papá prometió apoyarme, pero ambos sabíamos que no sería tan fácil porque mamá tenía otros planes para mí.Afortunadamente Úrsula nunca supo sobre esta parte de mi vida.Kenneth parecía un poco asombrado al ver que tan buena soy sobre el hielo, fue algo que lo dejo un p
Siento una aprensión en el centro del pecho cuando lo veo alejarse de mí; mis ojos se tornan acuosos y un nudo se atora en mi garganta. Odio esta sensación de dependencia que estoy desarrollando por Kenneth, pero es algo que no puedo evitar.—Señorita, entre al auto —la voz de Mike es un sonido lejano en mi mente mientras sigo con la mirada el trayecto que hace el auto de Kenneth antes de abandonar el estacionamiento; le digo adiós con la mano cuando toca el claxon—. ¿Señorita, Gigi?Me giro hacia Mike; lo veo con desinterés y algo de rencor.— ¡Sube de una vez al maldito auto, Mike! —le gruño enojada pasando a su lado y montándome en el asiento de copiloto.Doy un portazo dejando en evidencia mi estado de ánimo y él se queda unos segundos de pie, viéndome a través del vidrio polarizado. Sé muy bien que desde afuera es imposible ver el interior del auto, pero la forma en que sus ojos conectan con los míos me hace pensar que él sabe que yo lo estoy mirando también. Incomoda por esa peq
Me he quedado a su lado en completo silencio, haciéndole compañía a su soledad, misma soledad que por años ella se había encargado de cultivar en su interior; sus ojos verdes parecen perdidos en lo profundo de sus recuerdos. La música ya no suena tan alta y ahora se reproduce un mix ochentero, Waiting for a Girl like you del grupo musical Foreigner. El ritmo suave hace que mi madre comience a mecer su cuerpo, tarareando en voz baja la letra, pero frustrada por su hablar lento, desiste y se deja caer su cabeza sobre mi regazo; ambas estamos sentadas sobre su escritorio de cristal. —Eres toda una preciosidad —murmura viéndome con sus ojos empequeñecidos por el alcohol en su sistema—. Te pareces tanto a tu papá. Mi cuerpo esta entumecido ante lo inesperado de su actitud cariñosa; esta es la misma Úrsula que conocí en mi infancia, la mujer amable y afectuosa, rebosante de amor para dar. Esta es la madre que yo recordaba y sé que puede ser algo egoísta de mi parte, pero necesito sacar pr
— ¡Buenos días! ¡Buenos días! —Escucho que alguien alardea dentro de mi habitación—. ¡Es hora de levantarse bella durmiente!Meto mi cabeza bajo el cobertor y lo uso como un escudo para que sea quien sea la persona que ha venido a molestar, me deje en paz y se largue.—Oh, vamos, cariño. No seas perezosa y mueve ese lindo culo que tienes —lo sentí palparme a tientas por encima de la tela mullida—. Hoy es un día esplendido. Perfecto para una sesión de fotos.Abro los ojos al tino sin descubrir mi rostro.— ¿Quién te dejo entrar a mi casa, Junior? —Refunfuño al reconocerlo—. Nadie me dijo que tenía una sesión de fotos hoy.—Yo la programe la sesión a último momento, Gigi.Me paro de golpe al escuchar la voz de Úrsula; no necesito más para espantar mis ganas de dormir.—Buenos días, mamá —la saludo nada más quitarme el cobertor de encima.Úrsula esta vestida impecablemente como siempre, perfectamente maquillada y peinada, en su rostro no hay ni un solo indicio de su borrachera de anoche.
Todo mi cuerpo está en negación total, mi cerebro se rehúsa a creer lo que ve. Kenneth Lawler, esta frente a mí, en mi casa y vestido tan elegante como nunca antes, que su belleza es capaz de cegarte; y lo que más me sorprende de verlo, es que su atuendo combina a la perfección con el mío, como si este encuentro hubiese sido planificado.— ¡¿Qué demonios haces tú aquí?! —siseé por lo bajo disimulando una sonrisa.Kenneth miro a Úrsula muy serio y fue como si con eso bastara para comunicarse entre ellos sin necesidad de palabras.¿Pero de que me perdí?—Fue idea mía —respondió tranquilamente mi madre—. Después de tu nueva aparición en prensa, decidí tomar medidas drásticas.Los mire a ambos sin entender nada.—Ustedes me están jodiendo, ¿verdad? —Cuestione en medio de una risa nerviosa—. ¿Qué broma de mal gusto es esta, Kenneth?—Cálmate, princesita. Todo tiene una explicación —se acercó y me tomo de la mano con tanta naturalidad, sin importarle que mi madre estuviera frente a nosotros
La sesión de fotos no fue tanto como pensé en un principio; tampoco se trató de una confesión directa de mi relación con Kenneth, fue más como afianzar lo que ya circulaba en los medios pero no como un chisme sino como algo premeditado y en total control. Las fotos variaron de lo profesional hasta lo romántico y misterioso, alguna poses eran solo mías mostrándome como una mujer fuerte, empoderada y dueña de mis actos; mientras que en otras tomas se me veía como la chica joven de 24 años, natural, sencilla y enamorada que solo quería disfrutar de las mieles del amor… y era ahí donde Kenneth formaba parte del espectáculo orquestado por Úrsula. Nuestras fotos confesas iban desde besos a mitad de ángulo donde solo se apreciaban ínfimas facciones del rostro de mi ángel, en especial sus ojos grises. Una foto en particular era mi preferida, él me tenía abrazada de frente bajo la sombra del flamboyán, mi cabeza reposando contra su pecho y gracias a nuestra estatura similar, la mitad de rostro
— ¡¿Por qué le dijiste a Nina esas cosas de Jared?!Mi entrada en el despacho de mi madre fue como un vendaval de furia e indignación juntas; me sentía enojada, molesta y frustrada por la falta de escrúpulos que cada día se hacía más notoria en Úrsula.— ¿Disculpa? —Cuestiono alzando solo una fracción de su rostro en mi dirección a través de la montura de sus lentes—. No veo la necesidad de que entres a mi estudio con esos modos tan… grotescos. Te calmas y me explicas que sucede.Dejo a un lado los papeles que estaba examinando antes de mi aparición inesperada y se recostó hacia atrás en su cómoda silla, juntando sus manos a la altura de su mentón.—Acabo de dejar a Nina en su casa hecha un mar de llanto porque tú —di unos pasos hasta quedar de frente a su escritorio, zarandeando mis manos—, le dijiste no sé qué tantas cosas sobre Jared. ¿Por qué te gusta tanto fastidiar la felicidad de otros?Enarco una ceja y ladeo una de las comisuras de boca.— ¿Eso es lo que piensas de mí?—Bueno
—Hace un tiempo me prometí nunca volver aquí —hable bajito, sintiendo mi pelo hondear sobre mi rostro al ritmo del viento—. Pero ya vez que nunca se me dio bien eso de cumplir promesas —Me arrodille sobre la verde grama que rodeaba el lugar donde hacían diez años que le dije adiós por última vez entre un mar de lágrimas—, y creo que a ti tampoco, papá.Paso mi mano por la lápida de mármol que tiene grabada un corto y emotivo mensaje:“Akram Nahúm Nowak; 1964-2011Porque a pesar de que ha llegado el fin de mis días, mi paso por el mundo nunca será borrado… viviré por siempre en sus recuerdos y mi amor en sus corazones.”—Siempre creí que eras un hombre transparente, sincero, pero creo que estuve equivocada —aparte con mi mano un mechón que se me había metido en la boca—. Úrsula tiene razón… el amor nos hace idealizar a las personas sin dejarnos ver sus errores —veo las flores ya marchitas que adornan el panteón y me siento triste—. ¿Cuáles fueron tus errores, papá? —Hice una pausa—. ¿Q