—Estas muy callada, princesita. ¿Te sucede algo?Mantengo mi vista en el paisaje nocturno que se difumina en el cristal del auto debido a la velocidad con la que Kenneth conduce su auto.—A personas como yo siempre nos suceden cosas —lo miro de reojo y suspiro—. Estoy bien, solo un poco cansada —admito con voz pausada.—Si quieres podemos dejar esta salida para otro día —me mira cuando el auto se detiene en un semáforo en rojo—. Puedo entender que estés cansada.Sonrió y niego con la cabeza.—Deseo pasar algo de tiempo contigo —susurro pegando mi cabeza del cabezal del asiento.Me acaricia con dulzura una de mis mejillas.—De acuerdo —acepta y sonríe—. Aunque se escuche un poco egoísta, yo también tengo muchas ganas de pasar tiempo contigo, muñeca —me guiña un ojo y vuelve su atención al frente; el semáforo ha vuelto a verde.Lo observo mientras maneja y me quedo sin aliento al detallar lo apuesto que se ve esta noche; por la pequeña disputa que tuvo con Nina y luego el beso, no tuve
Un camino delimitado por antorchas encendidas es lo primero que veo y ya con eso estoy más que sorprendida. Miro a Kenneth junto a mí, él sonríe y con un movimiento de cabeza me invita a recorrer los cortos trayectos juntos, abrazados. Mi pecho vibra con las palpitaciones de mi corazón y mis ojos pican con lágrimas de pura emoción. Quiero gritar de emoción. Cuando el sendero de antorchas llega a su fin, nos recibe una pequeña churuata cubierta de sábanas blancas que ondean con el viento y dentro hay una manta roja extendida y rodeada de muchos cojines de distintas formas y tamaños, pétalos de rosas blancas esparcido por cada rincón. Hay una mesa baja dispuesta con platos, copas y demás utensilios para una comida y en una esquina hay una cava, también una cesta de picnic.— ¿Cuándo preparaste todo esto? —pregunto muy impresionada de estos detalles.Kenneth sonríe como un bribón.—Digamos que hoy salí temprano de trabajar —se encoge de hombros.—Te quedo muy bonito —admito con una peque
Si esto es la felicidad plena, entonces quiero vivir eternamente así; sintiendo la plenitud entre sus brazos, sintiéndome amada. Y no es que sea un estado de dependencia emocional, se trata de poder elegir estar donde me siento feliz. Porque mi verdadera dependencia siempre ha sido al desapego y el desamor de mi madre. No recordaba lo que era vivir de otra forma, sentirme realmente amada y libre hasta que me descubrí en los brazos de Kenneth.— ¿No tienes hambre, muñeca? —pregunta Kenneth acariciándome los pechos desnudos. Hemos hecho el amor una vez más y aún seguimos lánguidos de placer, desnudos sobre la manta que ahora es un desastre.No siento vergüenza de esto, tampoco miedo de que alguien nos haya visto y mañana estemos reseñados en la portada de miles de revistas. Solo me importa el ahora y que me siento feliz.—La verdad es que no tengo —admito viéndolo a través de mis parpados, mi cabeza reposa más debajo de su pecho, casi cerca de su estómago por lo que escucho claramente e
—No quiero que te vayas. ¿De verdad no puedes quedarte, princesita?Su voz es un suave ronroneo contra la piel de mi abdomen que me tiene al borde del abismo; a estas alturas ya he perdido la cuenta de cuantas veces hemos hecho el amor.—Puedo, pero no debo hacerlo —respondo a regañadientes mientras hundo mis dedos en las hebras suaves de su cabello negro—. No quiero más problemas con Úrsula. Además, quiero ir a ver a mi abuelo mañana. Ha estado deprimido y necesita compañía.La mención de mi abuelo llama la atención de Kenneth, levanta su cara y me mira con una pequeña sonrisa cargada de energía.—Me gustaría acompañarte a verlo —dice entusiasmado, acercándose a mi rostro; enarco una ceja—. ¿Podría conocerlo?Toco su rostro, delineando cada facción en él; es tan apuesto y encantador que no veo forma de decirle que no.—Déjame pensarlo esta noche y te aviso —murmuro a medias, no estoy segura de querer compartir con él a una de las personas más importantes de mi vida.Forma un puchero
—Parece que alguien aquí no paso muy buena noche —dice, Nina con tono burlón, al verme soltar un bostezo largo que debo disimular con mi mano.Le doy una corta mirada escéptica.—Bueno, tú tampoco tienes pinta de haber dormido muy bien —evidencio, enarcando una ceja.Ella se encoge de hombros.—No me quejo —tuerce la boca y me mira como si escondiera un gran secreto sucio—. Valió la pena cada minuto de sueño perdido.—Ay, no. Déjame adivinar —me giro sobre mi silla hacia ella—. ¿Pasaste la noche con Jared?—Podría ser —tantea sin confirmar mi suposición.—Aja, si… ese “podría ser” me suena a “claro que lo fue” —gesticulo, haciendo comillas con mis dedos.—Bueno, bueno… si, es verdad. Pase la noche con tu hermano y fue maravilloso. Tuvimos mucho sexo.Sonríe con satisfacción reflejada en sus ojos azules, sus mejillas lucen tan arreboladas como de costumbre.—Okay, no necesito que me des los detalles, Nina —recrimino con gesto de asco.—Ah, si… ahora hazte la santurrona que no sabe lo q
—Soy un viejo con suerte. La vida no puede ser más bella que en estos momentos.Veo a mi abuelo sonreír perezoso, observando los alrededores del jardín de la casa de reposo donde vive desde hace dos años.— ¿Por qué lo dices, Patrick? —Cuestiona Nina, sentada a su lado, dándole un poco de gelatina de fresa en la boca con un cucharita de plástico; yo estoy sentada a su otro lado sosteniendo para él un paquete de galletas saladas.Lo miro con curiosidad mientras él sonríe abiertamente a uno de sus compañeros del asilo que va pasando muy cerca de nosotros y le saluda con un movimiento de mano.— ¿Acaso no tienes ojos pequeña rusa? —le dice con tono guasón a Nina, quien enarca una ceja viéndolo con los ojos ladeados—. Todos envidian mi suerte hoy. Estoy sentando entra dos de las mujeres más hermosas de Australia y ellas me están alimentando como a un príncipe. No dejan de mirarnos.Abro mis ojos e intento ver lo mismo que mi abuelo; y tiene razón, todos nos observan con deleite y anhelo e
Mis dedos pican mientras mis ojos inquietos tratan de mirar cualquier otra cosa que no sea el celular que he dejado hace treinta minutos sobre una de las mesas que están en el jardín de mi casa, justo frente a la piscina. La tarde ya casi termina, la brisa mese con fuerza las hojas de los arboles alrededor y varias flores rojas caen del flamboyán, donde gato, mi mascota, salta de un lado a otro para cogerlas antes de que toquen el césped.Llegue hace una hora de ver a Patrick y la verdad, no he podido dejar de pensar en su deseo de conocer a Kenneth. En parte quisiera culpar a Nina por esto, pero sé perfectamente que tarde o temprano algo como esto sucedería. Además, Ninoska solo está preocupada por mí, no puedo culparla por eso. Kenneth no ha dado señales de vida en todo el día, cosa que me tiene un poco ansiosa y debatiéndome entre si es una buena idea, o no, ser yo quien lo llame; no quiero que piense que soy una mujer dependiente, que necesita constantemente de atención.—Hola, pe
—Por más que llevemos años en este mundo de la fama, no termino de acostumbrarme a este tipo de eventos —murmuro con hastió Nina, bebiendo un poco de champaña—. Es tan aburrido tener que fingir que te lo estás pasando bien, sonreír a diestra y siniestra cuando ni siquiera tienes ganas. Odio estar aquí cuando lo único que quiero es estar en mi habitación llorando y comiendo helado porque no veré a Jared dentro de quince días.Me rio por lo bajo y saludo a un hombre que pasa cerca de nosotras, alzando su copa a nuestra salud.—La verdad, yo también odio toda esta farsa que se inventan para socializar y hacer alianzas para su propio enriquecimiento —concuerdo y bebo también de mi copa, mirando a nuestro alrededor. Estamos en el mismo hotel donde semanas atrás irrumpí como justiciera en la boda de Jair, solo que esta vez estamos un uno de los salones de eventos.Esta noche se trata de una cena benéfica auspiciada por la cámara de ministros de Melbourne; y por supuesto que Úrsula no pudo r