―Voy a casarme.
Esas tres palabras resonaron con fuerza por encima del ruido que se oía proveniente del televisor encendido; estaba algo distraída mirando un canal de música, pero eso no impidió que prestara atención a sus palabras.
Gire hacia él sintiéndome de pronto confundida.
¿Acaso él me había pedido matrimonio y yo no lo recordaba?
Imposible, yo nunca olvidaría algo tan importante como eso.
― ¿A qué te refieres con eso, bomboncito? ―cuestione de vuelta con una risita nerviosa.
No pasó desapercibida ante mí la incomodidad que se reflejó en la mirada de Jair.
―Me voy a casar, Gigi —esas cinco palabras se clavaron con fuerza en el centro de mi pecho, muy cerca de mi corazón—. Hice todo lo posible por evitar el compromiso pero me fue imposible, mi padre juró que s
Mi acción lo hizo sonreír mientras alzaba una mano para hacer una mueca como si estuviera loca. Quizás sí, estaba enloqueciendo, eso ya no me importaba; en realidad ya pocas cosas habían dejado de tener valor para mí. Razón por la cual, comencé a correr los últimos metros que me separaban del mar, sin importar que el vestido que aun llevaba puesto se arruinara, pues costaba unos cuantos miles de dólares. Cuando el agua me hubo cubierto casi por completo, el vestido me hacía difícil mantener el equilibrio y con cada ola que surgía mi cuerpo cedía a contrapeso. ¡A la m****a todo! Fue lo que pensé cuando decidí soltar el trenzado que sujetaba la parte de arriba del vestido, y cuando estuvo listo me moví un poco más dentro del agua hasta que deje de sentir la arena bajo mis pies. Me sumergí en la profundidad del mar buscando escurrirme entre las capas de seda, por un instante sentí que la tela me hundía y por poco me ahogaría, hasta que el agua hizo su trabajo y facilito mi huida. Una v
Comencé a caminar de puntillas por el pasillo donde me indico se encontraba la habitación principal.Al entrar en la habitación, me gusto lo que vi. Una estancia amplia, decorada con tonos blancos y beige, una cama grande cercada de telas blancas cubría el dosel; estaba dispuesta contra una de las paredes, justo al frente de un pequeño balcón con vista al mar. Me acerqué sosteniendo mejor la toalla sobre mis hombros, abrí la puerta corrediza, similar a los ventanales que habían en el salón, y me apoyé en un pequeño barandal de madera que separaba la habitación del exterior; cerré mis ojos al sentir la brisa fresca, provocándome varios estornudos y aunque el piso de madera se sentía frío bajo mis pies haciéndome estremecer, sonreí envuelta como en una nube de felicidad; aunque sabía que cuando volviera a la realidad tendría que enfr
Me mantengo en silencio no sé por cuanto tiempo, sin decir nada con respecto a sus últimas palabras.¿Acaso está coqueteando conmigo?Le observo ponerse de pie al tiempo que recoge los pocos platos que hemos usado para cenar. Me miro de reojo, guiñándome unos de sus hermosos ojos grises, sumada una pequeña sonrisa burlona.Esa mirada sin duda comenzaba a hacer estragos en mí.― ¿Necesitas ayuda con los platos? ―ofrecí, era lo menos que podía hacer luego de todas sus atenciones; aunque lavar platos no era lo mío, jamás había lavado platos en mi vida, pero no veía problemas en hacerlo.No parecía una labor muy difícil.― ¡Oh! ¿Me hablas a mí, muñeca? ―voltee los ojos; lo cual, hizo que sonriera―. Es que pensé que te habías quedado sin voz después de probar mi maravillosa comida.
—Ser amigos, conocernos mejor —contesto sentándose a mi lado, apoyando uno de sus brazos en el respaldo del sofá—. Aunque lo dudes, no me considero un hombre tan básico. Entiendo que no todo en la vida es sexo y tampoco soy tan liberal como para acostarme con alguien que apenas y conozco.Su sinceridad, sin duda escoció un poco en mi orgullo.—No sé, pero creo que mis palabras te han decepcionado un poco —ladee la cabeza hacia él y sonreí.—Ya quisieras tú —desestime, disfrutando del calor que había dentro del cobertor.—Con una mujer como tú querría cualquier cosa pero, eres muy misteriosa.Lo vi coger un aparato que reposaba en la mesilla central, era una especie de control táctil donde podía manipular ciertas cosas de su sala; lo sabía porque yo también ten&iacu
No sé cuánto tiempo pasa, hasta que siento que mi cuerpo es alzado y de inmediato la calidez de otro cuerpo me envuelve por completo. Sé que se trata de Kenneth por lo que extrañamente me relajo contra su pecho y aspiro el aroma de la piel de su cuello.Quisiera hablar, decirle más cosas sobre mí, sobre lo que siento, sobre lo que deseo pero, estoy cansada, mi cuerpo pide a gritos dormir. Han sido días difíciles para mi desde que supe que Jair Garret estuvo jugando con mis sentimientos, noches de sufrimiento en silencio y días de trabajo llenos de sonrisas fingidas, y es que ser alguien que no eres te cansa, termina por absorberte.Y te crees tus propias mentiras, esas mismas que te hacen sentir que eres feliz.Un leve mareo me sorprende cuando soy puesta en una superficie suave y acolchada, abro un poco los ojos; a pesar de la oscuridad, puedo notar que se t
Abro los ojos de golpe, mirando todo a mí alrededor entre las sabanas que cuelgan del dosel de la cama. Al principio me siento un poco confundida pero luego recuerdo en donde estoy.Palpo a tientas con la mano detrás de mí y me encuentro con el colchón vacío, me giro y en efecto, no hay nadie junto a mí; me alzo sobre mis codos y paso una mano por mi alborotado cabello, quitando los mechones que caen sobre mi frente. La habitación, a diferencia de anoche, se encuentra plagada de una agradable calidez y un olor a salitre que se filtra con la brisa matutina entrando por el balcón abierto mientras las cortinas blancas son mecidas al compás del viento.Me dejo caer de nuevo sobre la almohada y sonrió al recordar lo que paso anoche; lo que me lleva a preguntarme, ¿Dónde podría estar Kenneth en estos momentos? Seguramente habrá salid
Me sobresalto cuando siento el contraste de su piel contra la mía, tocando el hueso que sobresale de mi cadera y casi puedo sentir como mi piel comienza a quemar.— ¿Qué intentas hacer, Kenneth? —Cuestiono tomando su mano, no queriendo perder el control de la situación, lo veo a los ojos.—No lo sé, quizás solo quiero ayudarte a que sientas un poco menos de miedo de ti misma —murmura en mi oído, haciendo mi piel erizar—. Dijiste que ya no hacías planes, así que… por que no improvisar un poco y ver qué pasa. ¿Qué dices, muñeca?Mi corazón palpita con fuerza cuando suelto su mano, siendo esa la respuesta a su ofrecimiento.Dejo que mis instintos tomen el control y cierro de nuevo mis ojos cuando sus dedos comienzan a explorar un poco más allá dentro del pa
Es la segunda vez que viajo con mi rostro pegado contra la espalda de Kenneth y debo confesar que es una nueva sensación que sin duda me agrada y a la cual fácilmente podría acostumbrarme. Y es que en estas últimas semanas, las cosas más sencillas de la vida habían comenzado a tener un gran significado para mí; y es que, he vivido siempre rodeada de lujos y excentricidades, personas influyentes y con mucho poder, he asistido a grandes fiestas, he viajado por muchos países y disfrutado de los mejores caprichos. A mis 24 años he disfrutado de todo lo material que cualquier persona puede desear pero había llegado a un punto en mi vida donde todas esas cosas ya no me hacían feliz, ni satisfacían mis necesidades; quizás mi perspectiva hacia la vida había cambiado, no lo sé. — ¡Hemos llegado, princesita! Alzo mi rostro y en efecto, nos encontramos frente al edificio donde vive mi mejor amiga. Ni muerta le habría pedido q