No me odien, los designios del señor son inciertos, las cosas siempre pasan por algún motivo, como dice Lolita, ya tiene a Emma y Alexa. No olviden las reseñas.
Luego de que Alex se despidió de Óscar, los cuatro salieron rumbo al hotel, en el camino Lolita no dijo nada, a pesar de que Emma a cada instante reía recordando la boda de Angelito y Norita; la pequeña Alexa iba dormida. —¿Estás muy callada? —averiguó Alex a María Dolores. Ella sacudió su cabeza para volver a la realidad. —Solo estoy cansada, y algo triste —expresó sintiendo un nudo en la garganta—, no me agradan las despedidas —confesó. Alex la miró con ternura y la tomó de la mano. —Lo comprendo —expresó—, pero estaremos viajando constantemente a este lugar, recuerda que el grupo Vidal Espinoza tiene resorts en México. —Sonrió. Lolita ladeó los labios intentando quitarse aquel mal sabor de boca que vivió minutos atrás en casa de Sam, inhaló profundo y una vez que llegaron al hotel, se dedicó a desvestir a Alexa para colocarle el pijama, la pequeña abrió sus ojitos, y observó con atención a María Dolores. —¿Estás triste por qué Angelito no quiso casarse conmigo? —indagó con c
—¡Sos un imbécil! —gruñó con las mejillas rojas, abarrotadas de ira—. Casi me matas, idiota —expresó y nadó a la orilla, él se apresuró a hacerlo, y salió antes, entonces estiró su mano para ayudarla a salir, cuando ella correspondió el gesto, con delicadeza la tiró y la chica quedó a escasos centímetros de sus cuerpos. Sus miradas se cruzaron, y él se quedó hechizado ante esos ojos de cielo, entonces notó ese particular acento, que le recordaba mucho a su tierra natal. —Disculpadme, este chaval no me ha dicho que no sabe conducir un jeep —expresó con acento español. Malú elevó una de sus cejas. —Ostia, tío —expresó mofándose de él—, la gente como vos, no está acostumbrada a estos sitios. —Carcajeó. El hombre la miró atento, esa risa se quedó grabada en su memoria, además que la recorrió con los ojos, era una muchacha muy bella. —Solo viví en España, pero no soy europeo —confesó, sonriendo con amplitud, mostrando su perfecta dentadura bajo esos carnosos labios. —Eso no te
Lolita tomó asiento en un sillón, a un lado de la cama de Jacqueline, la mujer la miró con atención. —¿Estás bien? —indagó con aflicción al mirar el rostro lleno de palidez de María Dolores. Lola se aclaró la garganta. —No es nada, me desmayé en la empresa, vengo del hospital, y antes de irme a descansar pase a saludarte, y saber si necesitas algo. Jackie frunció los labios al instante que se acomodó para incorporarse. —Estoy estable. —Miró con ternura a Lolita—, hazle caso al doctor, ve y descansa, entre cuidarme a mí, a las niñas, la empresa, y Alex, te tienen agotada —expresó y extendió su mano hacia María Dolores. Lolita sintió su corazón estremecerse y apretó los dedos de Jacqueline con ternura. —Sí, eso haré, iré a dormir toda la tarde. —Sonrió. —Gracias, por ser mi amiga —le dijo Jackie—, y por estar pendiente de mí, pero deberías cuidarte también. —La observó con ternura. La mirada de Lolita se iluminó al escucharla. —No tienes nada de que agradecer, me encanta ser t
Alto Beni - Bolivia. —Malú, no creo que estos atuendos sean los adecuados para este pueblo —indicó Aurora mirándose al espejo, enfundada en un vestido turquesa brillante, entallado a su esbelta figura, con un escote discreto en el busto, la falda le llegaba más arriba de la rodilla. Malú entornó los ojos. —Ese hombre de la selva, debe darse cuenta de lo que se perdió —gruñó. —¿Cómo me veo? —indagó a Aurora. —Yo creo que esta noche los hombres del pueblo se van a quedar con la boca abierta al verte. —Al vernos —aseguró ella, sonrió y tomó su bolso—. Vamos prima —solicitó. Las chicas deslizaban sus pasos sobre las sandalias de tacón alto caminando con sensualidad por las calles del pueblo. Varias mujeres las miraban y murmuraban entre ellas, mientras que los hombres se quedaban con la boca abierta tal como Aurora lo predijo. Cuando ingresaron al bar, un profundo silencio se hizo en el ambiente al verlas, pues con su belleza y presencia captaron la atención de todos. Sayri
Alto Beni - Bolivia. Las notas de «Colgado en tus manos by Carlos Baute y Martha Sanchez» se escuchaban en las voces de Abel y Malú. Aurora observaba sorprendida el coqueteo entre su prima y aquel extraño, abría sus ojos de par en par cuando Malú restregaba su cuerpo en el de aquel hombre, y él cada que aprovechaba la tomaba de la cintura, o acariciaba sus hombros, y hasta la cogía de la mano. —Que mi corazón está colgando en tus manos —entonaron a dúo y entrelazaron sus manos. Abel se reflejó en la azulada mirada de Malú, y ella le brindó una sonrisa sensual, entonces al finalizar el tema, él de un tirón la atrajo hacia él y sus rostros quedaron a escasos centímetros, ambos podían escuchar sus respiraciones agitadas. Entonces él aprovechó el momento y sin pensar en las consecuencias, hizo lo que había deseado durante toda la canción, la besó sin darle tiempo a ella de reaccionar. Malú abrió los ojos con amplitud, se iba a hacer para atrás, pero él al notar sus intenciones la to
New York - Usa. —Buenos días, amor —susurró Alex y acarició la mejilla de Lolita con los pétalos de una rosa. María Dolores se removió en la cama, parpadeó un par de veces, y luego sonrió al ver a Alex de pie a su lado. —Hola —respondió y cuando se sentó los abrazos de Emma y Alexa no se hicieron esperar. —Feliz cumpleaños, mami —dijo la mayor de las niñas estrechándola con cariño. —Gracias mi vida —respondió Lolita con la voz entrecortada. —Muchas felicidades —expresó con dulce voz Alexa. María Dolores abrazó a la niña, con calidez. —Mil gracias, cariño —le dijo a la pequeña. —Te preparamos el desayuno —intervino Alejandro—, hicimos todo lo que te gusta: tostadas, huevos revueltos, frutas, yogurt —enumeró. Lolita parpadeó y su corazón se agitó, lo observó con la mirada iluminada. —Ven —solicitó. Enseguida Alex se aproximó a ella. —¿No me has dado mi beso? —reclamó. Alex sonrió y acercó sus labios a los de ella, la besó con ternura, pues estaban las niñas presentes. —Feli
María Dolores presionó la mano de Alex al instante que ingresaron a la clínica. —¿Nerviosa? —indagó él. —Asustada —confesó Lolita reflejándose en los ojos de él—, tengo cuarenta años, y… Alejandro colocó sus dedos en los labios de ella. —No pienses mal, hoy en día hay muchas mujeres de tu edad embarazadas —expresó suspirando—, más bien esperemos a qué el médico nos atienda. Lolita inspiró profundo, y esbozó una sonrisa. —Tienes razón —expresó, enseguida llegaron al consultorio y la asistente los hizo pasar. —Buenos días —saludó el médico poniéndose de pie. Alejandro y Lolita contestaron la salutación con un apretón de manos y enseguida tomaron asiento frente al escritorio del especialista. El médico se acomodó los lentes y empezó a leer en su computador la historia clínica de María Dolores. —Por lo que veo gozas de excelente salud, además superaste el problema de la tiroides con la medicación —indicó observando a la paciente—, veo que no posees antecedentes de presió
Justo cuando Lolita sintió una especie de escalofrío, el móvil de Alejandro empezó a sonar, miró la pantalla con seriedad. —¿Qué sucede? —indagó a la enfermera que, cuidada a Jackie, entonces palideció por completo—. Tráela al hospital en una ambulancia acá la esperamos. —¿Qué está pasando? —cuestionó María Dolores abriendo sus ojos con amplitud. —Es Jacqueline, está muy mal —expresó con la voz entrecortada. Lolita se llevó las manos al rostro, su corazón dolió, pensó en Alexa, y empezó a llorar. Alex la ayudó a sentarse en una silla, y la abrazó, él también sentía un nudo en la garganta, aunque ya no amaba a Jackie, en el tiempo que estuvo en su apartamento, y la cuidó, dejó de odiarla, y aprendió a quererla, era la madre de su hija, y le afligía pensar en la niña. ****Varios minutos después Jackie inconsciente fue ingresada a urgencias al hospital y luego fue remitida al área de oncología. María Dolores y Alex esperaban impacientes en la sala, hasta que el especialista que at