Isabela abrió la boca fingiendo dar un mordisco, masticando solo aire:—Vaya, pero ¡qué dulce está!Luego alzó a Mateo en brazos y se marchó.No se dio cuenta de que Matías estaba parado detrás de ella desde hacía un rato, y al oír a Mateo llamarla "mamá", su mirada se ensombreció rápidamente. Solo cuando Catalina lo llamó, él se volteó.Catalina, tomada de su brazo, notó que miraba fijamente hacia un punto y, curiosa, también miró, pero al no ver nada inusual, dijo:—Max ya llegó, vámonos.Ambos caminaron del brazo, como una pareja de enamorados.Isabela llevó a Mateo donde Luciana, encontrándola sentada en una silla, absorta en sus pensamientos.Isabela la sacudió suavemente:—¿Qué es lo que pasa? ¿Ya salieron los resultados de Mateito?Luciana la miró, luego a Mateo, y de repente comenzó a llorar.Isabela, comprendiendo la gravedad de la situación, tomó el informe de las manos de Luciana y leyó "leucemia".—No puede ser... esto de veras debe ser un sueño...Luciana la abrazó, lloran
Isabela estaba a punto de hablar cuando escuchó la voz de Catalina por teléfono:—¿Señorita Mendoza? ¿Qué ocurre para que llame a Matías tan tarde?Isabela contuvo la respiración. ¿Acaso vivían juntos?Al no obtener respuesta, Catalina insistió:—¿Señorita Mendoza?Isabela respiró profundamente antes de responder:—Mañana hay una rueda de prensa de último momento. Quería confirmar los detalles finales con el señor Guzmán.Catalina hizo un sonido de comprensión y luego gritó:—¡Matías, es la señorita Mendoza! Devuélvele la llamada cuando termines de ducharte.Isabela creyó oír a Matías asentir, pero no tuvo el valor de seguir escuchando. Colgó antes de que Catalina pudiera decir algo más.Catalina miró el teléfono con una expresión feroz.—Isabela, ¿cómo puedes ser tan descarada y molestar a Matías tan tarde? — murmuró, sin apartar la vista del teléfono.Cuando Matías salió del baño, Catalina desvió su mirada hacia él, sonrojándose instantáneamente. En ese momento, Matías era como un ve
—¿Qué gano acaso yo al ayudarte? — La voz de Matías cayo fría tal tempano de hielo del otro lado del auricular:—Sabes muy bien que yo nunca hago nada sin recibir algo a cambio.—Yo... —Isabela no sabía ya de veras qué podría ofrecerle más a Matías.—Cuando lo tengas claro, ven a donde vivo y dímelo tú misma en persona.Después, Matías colgó. Isabela preocupada miró su celular. Al final le dijo a Catalina que tenía algo que hacer y se marchó. Catalina, ya un poco recompuesta de su tristeza, estaba preciso a punto de llevarse a Mateo a casa, así que dejó mejor que Isabela se marchara. Isabela tomó un taxi hasta la mansión donde vivía Matías. Cuando vio el imponente portón abriéndose lentamente ante ella, sintió como si se estuviese metiendo en las fauces de un lobo.El conductor, al verla parada durante un rato, la instó impacientemente:— Señorita, baje que ya llegamos.Isabela volvió en sí, pagó el taxi y con pasos firmes se dirigió a la mansión.Matías estaba de pie en el segundo pis
Al verse descubierta, una expresión de incomodidad apareció en el rostro de Isabela. Sin embargo, se mantuvo en su punto y miró a Matías a los ojos. —¡Incluso si hay solo una posibilidad entre diez mil, no me rendiré!Después de decir esto, se dio la vuelta y se fue. Matías observó con una expresión sombría en su rostro la espalda de Isabela mientras se alejaba. —¡Isabela, vendrás pronto a pedirme ayuda!Al salir de la mansión, Isabela se sintió completamente agotada. Deambulaba por la calle como un alma en pena cuando de repente comenzó a llover fuertemente. La lluvia golpeaba sin piedad su cara, como si intentara burlarse de ella. Eso de veras había enfurecido completamente a Matías. El favor que Isabela le había pedido hace un momento tenía muy pocas probabilidades de éxito. Pensó para sí misma, —¿si hubiera sido más indulgente antes, el resultado habría sido entonces quizás diferente?A pesar de todo, Isabela decidió buscar a Diego para ver si podía obtener alguna buena opción d
—Él es el hijo de mi mejor amiga. — Al mencionar a Catalina, Isabela no pudo evitar suspirar. —Doctor Espinosa, realmente le agradezco mucho por todo lo que hizo hoy.—Isabela, pero ¿por qué me das las gracias? —dijo Diego con una sonrisa. — Pensé que entre nosotros no necesitábamos de ser tan formales.—Doctor Espinosa, yo solo... Isabela no tuvo tiempo de terminar su frase cuando alguien la agarró del brazo. Antes de que pudiera reaccionar, ya escuchó la voz de Matías junto a su oído. —¿Qué están haciendo aquí?El brazo a Isabela se le puso rojo al instante.—¡Matías, suéltame! — La mirada iracunda de Matías se posó en ella.—¿Estás acaso tan desesperada? ¿Tan ansiosa por tener una cita con tu querido amante?—¡Matías, cierra la boca! —Le respondió Isabela. —No pienses que todos los demás son tan sucios como tú. Vine aquí solo para ver a Diego por el hijo de mi amiga. Después de hablar, Isabela se dio cuenta de que en realidad no tenía que explicarse con Matías.—¿Discutir ese “a
Mario se rio mientras lo miraba.— No hay forma de que te deje pasar esta. Si no quieres beber, entonces quédate ahí quietico.Diego no quería perder el tiempo discutiendo con él, así que le lanzó un puñetazo a la cara aprovechando su descuido. Mario no esperaba que Diego lo atacara a traición y recibió el golpe en plena narizota.— No se pega en la cara carajo, ¿no lo sabes? —Mario siseó de dolor, escupiendo un poco.—Soy tu hermano mayor y ya olvidare esto. La próxima vez que te atrevas a tocarme la cara, te lo haré pagar.—¿Mayor? —Diego se rio. —Tú, un traidor que ha deshonrado a quien tan bien lo ha instruido, ¿cómo puedes llamarte hermano mayor?—No entiendes de eso aún. Pero ya algún día lo comprenderás. — Dijo Mario con voz tranquila mientras lo miraba. —Ahora no quiero perder el tiempo hablando contigo, ¡quítate del medio! — Dijo Diego con el rostro sombrío.Mario se quedó en silencio unos segundos y de repente se apartó, dejándole el camino libre a Diego. Diego miró rápidame
Isabela se tensó, ya que sabía muy bien que si se acercaba a él no habría nada bueno. A lo que dijo: —Me mareo cuando subo a cualquier auto, aquí estoy más cómoda.Pero apenas terminó de hablar, Matías la atrajo hacia él. Y la levantó por las caderas, haciéndola caer sobre sus piernas. Isabela se vio obligada a estar cara a cara con él.—Matías, bájame ahora mismo — dijo Isabela.—No te muevas — respondió Matías con un tono inusualmente cansado.Isabela permaneció rígida mientras él la abrazo durante todo el camino. Al bajar del auto, el Isabela estaba entumecida, y sus piernas temblaban mientras caminaba. Con un leve grito de victoria, Matías la llevó en brazos hasta la habitación. Isabela ya había renunciado a luchar, porque sabía que cuanto más resistiera, más Matías la torturaría tal cual desquiciado, así que decidió dejar que él hiciera lo que quisiera con ella. Sin embargo, para sorpresa de Isabela, Matías la dejó en la cama y se marchó. Ella logró dormir bien por una vez en la
Debido a que Isabela y Matías estaban perdidos del planeta tierra durante casi tres días y habían de repente regresado al mismo tiempo, comenzaron a circular rumores en la empresa de que Isabela era la amante secreta de Matías.Cuando regresó a la oficina del presidente, Isabela notó que todos la miraban con desprecio, burla y, sobre todo, gran temor. Temían que Isabela se vengara de ellos, ya que algunos se habían burlado de ella con comentarios sarcásticos y ofensivos en los últimos días.Sin embargo, Isabela nunca pensó en usar a Matías para nada, después de todo, ella misma estaba en una posición que no podía ver la luz del día.¿Qué había en ese tipo de relación que valiera la pena mostrar con orgullo? Isabela continuó ocupada con su trabajo como de costumbre, pero entonces Catalina se acercó. Catalina se encargó de destapar el tema, mirando a Isabela con lágrimas en los ojos y diciendo:—Isabela, dime que no es verdad que estás con el señor Guzmán, ¿verdad dímelo?Catalina lo hiz