Capítulo38
Diego, preocupado por ella, revisó la lista de pacientes y al confirmar que Isabela era la última, le pidió a un colega que lo cubriera y salió tras ella.

Diego extendió su mano para sostener a Isabela, evitando que se cayera.

Isabela le agradeció:

—Doctor Espinosa, puedo caminar sola, no se moleste.

Diego notó que Isabela quería rechazar su ayuda, pero respondió seriamente:

—¿No ves lo débil que estás y aún quieres hacerte la fuerte?

Isabela se sonrojó ligeramente:

—Entonces, te agradezco por la molestia.

Diego la acompañó al área de extracción de sangre. Un colega de Diego, al verlo tan atento con Isabela, bromeó:

—Doctor Espinosa, ¿ella es tu novia? Está bien guapa.

Diego sonrió tímidamente y respondió:

—Aún no es mi novia, pero estoy esforzándome.

El colega lo animó y luego procedió a extraerle sangre a Isabela. Después, Diego la acompañó a esperar los resultados.

Isabela empezó a cabecear de sueño. Diego inclinó suavemente su hombro, permitiendo que la cabeza de Isabela descansara
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