Apolo
Me metí en su cama. La cama era suya y no pude resistir la tentación de dormir a su lado. Aunque fue un error, y luego fue un error aún mayor quedarme retosando a su lado. Ella me miró con ojos cándidos y me dijo:
—Y…¿puedes hacerlo de nuevo? Eso basto para que estuviese duro como una roca deseando follarla por el resto del día y la noche. No había logrado contener mi voluntad, carajo. Napoleón no debió desear tomar Rusia, tanto como yo anhelaba tomar a mi esposa. Después todo se redujo a un solo momento. La gloria. Me había sentido un rey, como Aníbal sobre los enormes elefantes. Tocar esa piel morena y tersa, acariciar cada rincón, cada detalle mientras le arrancaba gemidos ahogados y sollozos de placer, era sin duda una droga difícil de ignorar. Me arrepent&iApolo No había una forma fácil de admitirlo, sin darle la razón a todos los que me lo advirtieron. Lo había estropeado todo de la peor manera posible, y la única manera de arreglarlo sería actuando por mi propia cuenta. Estaba con alguien por primera vez en casi cinco años y ni siquiera podía verla sin sentirme culpable.Realmente me gustaba, también fuera del dormitorio. Brianna se filtraba en mis pensamientos cuando menos lo esperaba, hacía mejores mis noches con su risa y sus intentos por cocinar, mantenía mi mente activa con sus conversaciones y sus cuestionarios infinitos: ¿Dónde estudiaste? ¿Cuántos libros leíste?...Me gustaría mucho leer una novela de amor, ¿podrías ayudarme? ¿Fuiste a muchos museos? ¿Has ido a la opera? ¿Y a ver el ballet? Me gustaría tanto ver una obra de teatro o ver el ballet… ¿Cómo no caer rendido a los pies d
BriannaCuando entre a la cocina, me detuve en seco para observar a Apolo frente a la vitrocerámica. Iba vestido de negro, con las mangas de su camisa subidas por los codos, y estaba mirando fijamente a la sartén con un aspecto jodidamente sexy.La camisa se ceñía a sus músculos de una forma inimaginable, y llevaba su perfecta y cincelada mandíbula recién afeitada. Incluso desde donde estaba, se podía oler un leve rastro de su narcótica colonia.Noté que se había hecho un nuevo tatuaje en el brazo derecho, un tridente negro que cubría gran parte de su antebrazo.También llevaba un nuevo reloj, que costaba más de lo que valía toda mi existencia. Era casi un ángel caído, rudo, inmoral, jodidamente ardiente.Al notar mi presencia, se dio la vuelta y sonrío, haciendo que unas mariposas indeseadas revolo
Brianna Me duché me afeite las piernas, y corrí escaleras abajo cuando llamaron a la puerta. Pietro la abrió justo cuando Ludovico apareció radiante y vestido a la moda con una valija, un perchero donde llevaba fundas negras con los suntuosos vestidos que me probaría para la noche, además de un maletín. Ludovico era muy atractivo, tenía los ojos color avellana, era alto con un cuerpo firme y el cabello oscuro. Supongo que muchas lo considerarían un auténtico desperdicio. Pero yo solía podía ver en él un potencial amigo, alguien con quien cotillear mientras me peinaba. Corrí hacia él y me abracé como si fuese un viejo amigo que hacía tiempo que no veía. Me tomó entre sus brazos y me levantó a unos centímetro del suelo. —Te ves fantástica, cariño. Un regalo a la vista, que necesito luego de ver ciertos tormentos —Miró a Pietro de reojo —. Vamos arriba, llévame a tu nidito de amor, espero que nadie in
BriannaLa sensación de la mano dominante de Apolo me estaban haciendo sentir un cosquilleo en todos los sentidos, una fuerza infernal que me hacía sentir ahogada.Nunca había sido completamente inocente no importa lo que creyera él, pero indudablemente siempre fui un poco tonta. Porque mi corazón se apretaba con su roce, y se encogía de dicha cuando él se mostraba posesivo también.Quizás debía temerle, como había dicho Ludovico, si esa era su nombre. Habían señales en todos lados. Él me miró ligeramente con complicidad, y yo negué de forma casi imperceptible.Me aparté del espejo y caminé hacia la puerta.Apolo colocó su mano en la espalda baja y me indicó que saliera.—Nuestro coche espera, bella.El viaje de una hora se me a
Brianna Observé mi entorno, buscando una entrada discreta. Sin embargo, en un baile donde mi esposo y su familia eran el centro de atención no tenía cómo permanecer desapercibida… en especial con aquel vestido ridículamente provocador. Maldije cuando cada ojo en la sala se giró hacia nosotros cuando pasamos. La apariencia de semental de Ciro tampoco ayudaba demasiado. La estancia era impresionante; parecía lo suficiente grande como para albergar un campo de futbol. El techo y las paredes estaban hechas de cristal, y conté al menos cincuenta candelabros de plata y cristal colgando por encima de nuestras cabezas. Incluso había un escenario enorme en el extremo opuesto que se extendía a lo largo y ancho de la pared. Los camareros se paseaban de un lado al otro con bandejas con aperitivos y champaña para aquellos que aún no se habían sentado en su sitio. —Allí está. —Señaló a un hombre bajo y rec
La opresión en el pecho que me provocaba escuchar su voz temblorosa apenas si me permitía respirar.—Te amo. —Ella se aferró a él, suplicando con los ojos muy abiertos —. Lamento mucho haberte apartado, pero aún podemos volver a estar juntos. Podemos solucionar esto. Te protegeré, yo misma meteré a Bellomo a la cárcel, por eso estoy aquí para dar con el culpable de la muerte de tu tío. No has consumado el matrimonio. Habla con el sacerdote, pide una anulación. Envía bien lejos a esa prostituta y…—No es una prostituta, Geraldine. —la voz profunda de Apolo la hizo dar un respingo de sorpresa. —Ella era virgen…Incliné el torso
BriannaSalí del cuarto de baño sosteniéndome como podía, el vestido era demasiado elegante, pero nada práctico, además no me ayudaba estar sin bragas o haber bebido demasiado durante la cena. Aunque como no hacerlo, Geraldine lejos de darse por vencida, se mostró más decidida que nunca a llevarse por delante, lo que se interpusiera entre ella y Apolo.Obligo a Leone a cambiarle el sitio y se pasó gran parte de la cena picando abiertamente a mi esposo, que se limitaba a gruñir de tanto en tanto cuando me veía reír con Ciro.—¡Guau! —Ciro se levantó de una de las sillas cuando salí del baño. —. Ahora entiendo por qué tu esposo me envió a cuidarte, estas como una cuba.
Las notas se hicieron largas, oscuras, y comenzaron a envolverme mientras la canción progresaba, me aseguré de que cada movimiento de mis manos fuera suave y grácil. Mientras giraba por el salón y completaba una serie de piruetas perfectas, que pude ver que impresionaron a Apolo. Aunque aquello no era por él, era por mí, porque extrañaba moverme al ritmo de la música vibrando con cada nota. Sin embargo, debía admitir que ver la expresión en su rostro al verme bailar tenía su encanto. Era una mirada tan intensa como la de la noche que me había conocido, con algo más que no lograba descifrar.Antes de saberlo, me encontraba en un trance y bailaba en medio de un escenario debajo de las luces, y una multitud miraba asombrada cada uno de mis movimientos.Seguí bai