Capítulo 82: Una tregua inesperada

AVRIL STEEL

Contrario a lo que esperaba, durante el resto del parto, Chapman se ahorró sus malos chistes e insinuaciones y guio a mi bebé por el canal de parto con respeto y profesionalidad. Intentaba no verlo a los ojos mientras mis manos se aferraban a los barandales de la cama. Seguí sus indicaciones imaginándome que no lo conocía y era un médico cualquiera, hasta que de pronto el llanto de mi bebé me hizo olvidar la vergüenza y la desconfianza.

Chapman lo tenía entre sus brazos, envuelto en una cobijita. Lo veía con inmensa ternura y le ofreció su dedo, el cual mi bebé sujetó con fuerza. —Tenemos un varoncito, fuerte y con buenos pulmones.

Todos los que estaban asistiendo el parto mostraron un júbilo silencioso y complicidad entre ellos por el buen trabajo que habían realizado.

—Vamos a que conozcas a mamita —dijo Chapman con inmenso cariño y rodeó la cama para por fin ponerlo entre mis brazos.

Estreché a mi bebé con lágrimas en los ojos y el corazón agitado. Estaba siendo
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