Capítulo 6: Su protector

JOHN FOSTER

Jamás creí que una mujer casi me vomitaría encima. Por lo general recibía halagos, tragos, coqueteos, incluso lencería, pero… ¿vómito? Para completar su hazaña, terminó desmayándose. ¿Había tomado tanto como para perder el conocimiento o el patán con el que había estado hablando le había echado algo en su bebida?

La tomé en brazos y le pedí a mi asistente que se encargara de todo aquí mientras yo la llevaba a un lugar seguro, donde sabía que nadie le haría daño. 

Desde que la había visto pasar frente a mi mesa, no pude despegar mi atención de ella. Era curioso que vistiera tan elegante en un lugar así. Se veía tan refinada y distinguida que no podía pasar desapercibida entre tantas mujeres con ropa diminuta y comportamiento vulgar.

↓ 

—Señor Foster, bienvenido —dijo la recepcionista del hotel al verme llegar. No pudo ocultar su rostro sorprendido al ver a Avril en mis brazos.

—Necesito una habitación…

Le pedí a un grupo de mucamas que prepararan el baño, que buscaran ropa y que cuidaran de ella hasta que despertara. Vi una vez más su rostro de apariencia angelical, dormía tan profundamente que ni siquiera el tacto de mis dedos acariciando su mejilla fue suficiente para despertarla.

Antes de abandonar la habitación, mi atención se posó en ese par de anillos que adornaban su dedo anular, el de compromiso y el de bodas, gritando con fuerza que era una mujer casada. 

Salí del hotel, malhumorado y cansado, para regresar al club. Pasé entre las mesas, evadí a cada mujer que se atravesó en mi camino, no tenía tiempo para más distracciones, y llegué a la zona VIP donde me recibió mi asistente.

—El hombre con el que discutió la señora Malone, es el señor Smith —dijo en un susurro, como si la música no fuera suficiente para esconder su voz. 

El señor Smith era uno de los hombres más adinerados de la ciudad y, no solo eso, también un gran socio de mi familia. Eso no evitó que la sangre me hirviera de solo pensar en ese maldito hombre queriendo abusar de Avril.

—Perfecto —contesté acomodándome los puños de la camisa por debajo de las mangas de mi saco, acercándome hacia la mesa donde se encontraba.

—¡Oye! ¡Tú! Creí que te habías ido a divertir con mi presa —exclamó el viejo Smith mientras un par de jovencitas ya habían comenzado a consolarlo.

—De ahora en adelante cada negocio que tenga con la familia Foster será concluido, así como cada contrato futuro será rechazado. La familia Foster no tiene intenciones de hacer negocios con un hombre tan despreciable y asqueroso como usted —dije tajante, entre dientes, viendo como la expresión de su rostro cambiaba por sorpresa y enojo. 

—¿Perdón? ¿Cómo dices? —preguntó desconcertado y tiró a la mujer sobre sus piernas—. ¡¿Quién te crees para hablarme así?! 

—Hágame caso y evítese la vergüenza de ser rechazado la próxima vez que quiera llevar a cabo un proyecto con la familia Foster.  En el transcurso de la semana le haré llegar la rescisión de cada contrato. —Con una última sonrisa me despedí—. Que pase buena noche, señor Smith. 

—¡¿Quién eres?! ¡¿Quién te crees?! —exclamó poniéndose de pie mientras le daba la espalda—. Eres el hijo de los Foster… ¿cierto? —comenzó a carcajearse con fuerza, como si quisiera que escuchara con claridad su risa—. ¡El moribundo! ¡Creí que te habías muerto de cáncer! ¡Desapareciste tanto tiempo que esta ciudad te cree muerto! ¡No eres nadie! 

Seguí con mi camino, ignorando las blasfemias de un borracho. Ya veríamos quien salía bien parado de esto. 

AVRIL STEEL

Me quedé en el borde de la cama viendo ese cheque. La suma era impresionante, más de lo que necesitaba para corregir el horrible error de Derek, pero lo que me desconcertaba era el nombre escrito con una caligrafía impecable. Era imposible que hubiera dos personas con el mismo nombre y apellido, incluso la misma firma. 

Esto debía de ser una m*****a broma y me dolió el corazón, tanto que casi termino llorando, mojando ese cheque con mis lágrimas.

La única manera de corroborar la validez de esto era yendo al banco. Ahí me dirían si era solo una burla o en verdad el hombre que me había dado el cheque se llamaba igual que el chico que había marcado mi corazón.

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