DEREK MALONE —¿Dónde está la niña? —pregunté después de notar ese silencio imperioso como si la casa sufriera de su ausencia. —Está con mis papás, hacía mucho tiempo que no la veían y ella quiso quedarse —contestó Avril con tranquilidad, sentándose del otro lado de la mesa, como siempre—. Espero que te guste. Tomé mi lugar al otro extremo. Aunque el comedor no era muy grande, era la primera vez que no intentaba sentarse a mi derecha, cerca de mí. En cuanto levanté la mirada, me sonrió con calidez antes de meter un trozo de pollo a su boca. Parecía la de siempre y al mismo tiempo, algo había cambiado. ¿Se habría enterado de lo ocurrido anoche? ¡No! Era imposible, había sido cuidadoso, no había dejado ninguna pista ni huella. —Quiero volver al trabajo… —dijo con su atención perdida en su plato. —¿Qué? —Extraño mucho ir a la oficina y convivir con los empleados. Ya sabes, seguir todo el proceso desde que se planea una prenda hasta que sale al mercado —contestó con una sonrisa y u
AVRIL STEEL Departamento por departamento, proyecto por proyecto, revisé cada cambio, cada despido y cada decisión que tomó Derek en todo este tiempo. Entre más revisaba, más coraje me daba. ¡¿Cómo pude confiar ciegamente en él?! Todas sus mentiras salieron a la luz conforme inspeccionaba cada contrato y acuerdo. ¡Era un caos! Le pedí a mis padres que pasaran por Amber y cuidaran de ella, me quedaría todo el día en la oficina arreglando sus estupideces. Alissa, gustosa de volver a trabajar conmigo, se quedó hasta que el sol se escondió. Reprendí a cada jefe de departamento que encubrió las pésimas decisiones de mi esposo. Incluso algunos fueron despedidos. Era notoria la predilección que le daban, no quería más traidores en mi vida, mucho menos en mi empresa. Las cosas cambiarían de ahora en adelante. ↓ JOHN FOSTER —¡¿Cómo pudiste terminar con la relación que teníamos con el señor Smith?! —exclamó mi madre entrando a mi oficina, sacudiendo todos los acuerdos cancelados. —¿Por
DEREK MALONE El sonido de la bofetada resonó en toda la habitación y, cuando me di cuenta, Martina estaba en el suelo, cubriendo su mejilla y con los ojos bien abiertos. Nunca había levantado mi mano contra ella, pero me había hecho explotar de ira cuando la vi subiendo las fotos a I*******m. —¡¿Cómo carajos se te ocurre?! ¡¿Eres estúpida?! —grité furioso mientras borraba las imágenes no solo de su perfil, sino también de su teléfono. —¡¿Por qué me pegaste?! ¡¿Estás loco?! ¡¿Qué hice mal?! —Su voz se quebró mientras lloraba desconsolada. Su mejilla se había inflamado, pero no fue suficiente ver su miseria para que mi enojo cediera. —¿Por qué subiste las fotos? ¿Quieres que nos descubran? ¿Quieres perder lo que tenemos? ¡Te recuerdo que ese puto collar y cada cosa «bonita» que te he comprado a sido gracias a la empresa de mi esposa! ¡¿Qué crees que pase si nos descubre?! —exclamé tratándola como si fuera una retrasada. —¡¿Eso qué importa?! ¡Avril jamás las vería! ¡Ni siquiera m
AVRIL STEEL Sentada en una incómoda silla de plástico, con los codos sobre mis muslos y mi rostro apoyado en mis manos, esperaba impaciente fuera de la oficina de mi abogado. Le entregué mi teléfono y llamó a unos especialistas para que valoraran las pruebas. Mi mirada se paseaba por el pasillo mientras mis ojos se clavaban en las manecillas del reloj o en el tecleo constante de la secretaria, cuando por fin la puerta se abrió. El hombre entrado en años, con mi teléfono entre sus manos me sonrió. —Funcionará… —dijo iluminándome con una luz celestial, rompiendo las cadenas y dándome una mano para salir de esas oscuras aguas—. Con esto podemos solicitar el divorcio y meter las fotos como prueba de que no se merece ni una sola parte de la empresa, y mucho menos la custodia de tu hija. Salí prácticamente corriendo de su despacho, ansiosa por llegar a casa, sin saber cómo abordaría el tema con Derek, pero estaba segura de que lo haría llena de emoción. En cuanto atravesé la puerta de m
AVRIL STEEL Llegué a la joyería donde trabajaba esa m*****a mujer, recorrí con la mirada cada vitrina, fingiendo interés, prestando atención a cada joya mientras la rabia palpitaba dentro de mis venas. —¿Señorita, hay algo en lo que la pueda ayudar? —preguntó la encargada con una sonrisa cordial, lamentaba mucho lo que estaba a punto de hacer, pues ella no era la culpable. —Ahora que lo menciona, estoy buscando a una de sus empleadas, se llama Martina Díaz —contesté con una sonrisa mecánica y los dientes apretados. Ladeó la cabeza, confundida, pero al final alzó la voz. —¡Martina! ¡Te buscan! En ese momento la jovencita se asomó, con su cuerpo esbelto, sus ojos grandes y su sonrisa cordial, se acercó a mí. —Buenas tardes, bienvenida. ¿En qué le puedo ayudar? Inhalé profundamente y agrandé mi sonrisa. —Verás… Ya me quitaste a mi esposo y aunque me dolió, puedo sobrevivir bastante bien sin él. Un hombre tan débil como para fijarse en otras mujeres, no es necesario en mi vida… —com
AVRIL STEEL La comida estaba lista y el vino en la cubeta con hielos. Cualquiera que viera el comedor pensaría que se trataba de una cena romántica, pero en realidad era una de despedida. En cuanto escuché el sonido de la puerta, mi corazón se aceleró. Estaba emocionada, pero también triste. Mi madre siempre decía que un divorcio era un fracaso. Jamás creí que fuera algo para tomarse tan en serio o verlo de esa manera tan agresiva, pero ahora lo entendía. Mi matrimonio había fracasado. Yo había fracasado al escoger a mi compañero y… ¿por qué no admitirlo? Tal vez yo también había fracasado como esposa. Los ojos se me llenaron de lágrimas que tuve que limpiar en cuanto sentí su presencia. —¿Avril? ¿Qué es todo esto? —preguntó emocionado, acercándose a la mesa antes de voltear hacia mí. Su sonrisa y su mirada gentil podrían hacer que, cualquiera que lo viera, dudara de su infidelidad. ¿No parecía el esposo perfecto?—. ¿Me extrañaste tanto como yo a ti? Se acercó con intenciones d
AVRIL STEEL —Perdóname… Por favor… —suplicó Derek, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no le creí. Cuando volvió a acercarse, decidí mantener mi distancia, pero fue más rápido esta vez y me rodeó con los brazos, me estrechó contra su cuerpo y me suplicó al oído—. Avril, eres una mujer maravillosa, inteligente, hermosa… Jamás tuve que herirte de esta forma… —Suéltame, Derek. —Me removí entre sus brazos, pero me estrechó con más fuerza. —No… Ahora me toca hablar a mí —contestó consiguiendo que su rostro terminara frente al mío—. Me equivoqué, soy un idiota y me arrepiento de haberlo hecho. No te quiero perder, no quiero perder a mi familia. Dame una oportunidad de enmendar mi error. Prometo que las cosas cambiarán. —Por favor, Derek, tú no vas a cambiar —reclamé torciendo el rostro, alejando sus labios de los míos. —¿No vale la pena arreglar nuestro matrimonio por Amber? ¿Crees que se merece esto? —preguntó pegando su frente a mi sien—. Hagamos que esto funcione por ella. —
AVRIL STEEL Esa noche la pasé sola en casa. Decidí no tocar la cama que compartí por tanto tiempo con Derek y terminé en el sofá, viendo series y películas sin conseguir que el sueño llegara a mí. Mientras abrazaba un cojín y comía helado, mi teléfono comenzó a sonar. Era Alissa quien llamaba. ¿A esta hora? —¿Señora Avril? —preguntó en cuanto recibí la llamada. —¿Qué ocurre? —Vi mi reloj, eran las tres de la mañana. —Disculpe que la busque a esta hora, pero… Me han llegado tres solicitudes para revocar los contratos con tres socios poderosos de la empresa. Sus palabras me congelaron y mi alma se retorció. —¿Cómo? ¿De qué estás hablando? ¡¿Por qué?! —Ah… Los correos no son muy explícitos, pero… me comuniqué con una de las secretarias y me mandó el «link» de un perfil en I*******m, argumentando que ese era el motivo. Se lo envío. Colgó y de inmediato mi teléfono vibró. Cuando me puse a revisar, palidecí y de nuevo las heridas de mi corazón se abrieron. Era el perfil de Martina y