AVRIL STEEL Llegué a la joyería donde trabajaba esa m*****a mujer, recorrí con la mirada cada vitrina, fingiendo interés, prestando atención a cada joya mientras la rabia palpitaba dentro de mis venas. —¿Señorita, hay algo en lo que la pueda ayudar? —preguntó la encargada con una sonrisa cordial, lamentaba mucho lo que estaba a punto de hacer, pues ella no era la culpable. —Ahora que lo menciona, estoy buscando a una de sus empleadas, se llama Martina Díaz —contesté con una sonrisa mecánica y los dientes apretados. Ladeó la cabeza, confundida, pero al final alzó la voz. —¡Martina! ¡Te buscan! En ese momento la jovencita se asomó, con su cuerpo esbelto, sus ojos grandes y su sonrisa cordial, se acercó a mí. —Buenas tardes, bienvenida. ¿En qué le puedo ayudar? Inhalé profundamente y agrandé mi sonrisa. —Verás… Ya me quitaste a mi esposo y aunque me dolió, puedo sobrevivir bastante bien sin él. Un hombre tan débil como para fijarse en otras mujeres, no es necesario en mi vida… —com
AVRIL STEEL La comida estaba lista y el vino en la cubeta con hielos. Cualquiera que viera el comedor pensaría que se trataba de una cena romántica, pero en realidad era una de despedida. En cuanto escuché el sonido de la puerta, mi corazón se aceleró. Estaba emocionada, pero también triste. Mi madre siempre decía que un divorcio era un fracaso. Jamás creí que fuera algo para tomarse tan en serio o verlo de esa manera tan agresiva, pero ahora lo entendía. Mi matrimonio había fracasado. Yo había fracasado al escoger a mi compañero y… ¿por qué no admitirlo? Tal vez yo también había fracasado como esposa. Los ojos se me llenaron de lágrimas que tuve que limpiar en cuanto sentí su presencia. —¿Avril? ¿Qué es todo esto? —preguntó emocionado, acercándose a la mesa antes de voltear hacia mí. Su sonrisa y su mirada gentil podrían hacer que, cualquiera que lo viera, dudara de su infidelidad. ¿No parecía el esposo perfecto?—. ¿Me extrañaste tanto como yo a ti? Se acercó con intenciones d
AVRIL STEEL —Perdóname… Por favor… —suplicó Derek, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no le creí. Cuando volvió a acercarse, decidí mantener mi distancia, pero fue más rápido esta vez y me rodeó con los brazos, me estrechó contra su cuerpo y me suplicó al oído—. Avril, eres una mujer maravillosa, inteligente, hermosa… Jamás tuve que herirte de esta forma… —Suéltame, Derek. —Me removí entre sus brazos, pero me estrechó con más fuerza. —No… Ahora me toca hablar a mí —contestó consiguiendo que su rostro terminara frente al mío—. Me equivoqué, soy un idiota y me arrepiento de haberlo hecho. No te quiero perder, no quiero perder a mi familia. Dame una oportunidad de enmendar mi error. Prometo que las cosas cambiarán. —Por favor, Derek, tú no vas a cambiar —reclamé torciendo el rostro, alejando sus labios de los míos. —¿No vale la pena arreglar nuestro matrimonio por Amber? ¿Crees que se merece esto? —preguntó pegando su frente a mi sien—. Hagamos que esto funcione por ella. —
AVRIL STEEL Esa noche la pasé sola en casa. Decidí no tocar la cama que compartí por tanto tiempo con Derek y terminé en el sofá, viendo series y películas sin conseguir que el sueño llegara a mí. Mientras abrazaba un cojín y comía helado, mi teléfono comenzó a sonar. Era Alissa quien llamaba. ¿A esta hora? —¿Señora Avril? —preguntó en cuanto recibí la llamada. —¿Qué ocurre? —Vi mi reloj, eran las tres de la mañana. —Disculpe que la busque a esta hora, pero… Me han llegado tres solicitudes para revocar los contratos con tres socios poderosos de la empresa. Sus palabras me congelaron y mi alma se retorció. —¿Cómo? ¿De qué estás hablando? ¡¿Por qué?! —Ah… Los correos no son muy explícitos, pero… me comuniqué con una de las secretarias y me mandó el «link» de un perfil en I*******m, argumentando que ese era el motivo. Se lo envío. Colgó y de inmediato mi teléfono vibró. Cuando me puse a revisar, palidecí y de nuevo las heridas de mi corazón se abrieron. Era el perfil de Martina y
AVRIL STEEL —No veo el problema de compartir esas fotos… —contestó Martina cruzada de brazos sobre el sofá de su apartamento. Me había llenado de rabia al saber a dónde nos dirigíamos. ¿Cuántas veces Derek pasó las noches aquí? —¡Quita esas malditas fotos! —exclamó Derek iracundo, acercándose altanero y dominante hacia ella. Noté como Martina por un momento se aterró, cerró los ojos y desvió el rostro, como si temiera ser golpeada. —¡Suficiente! —grité deteniendo el andar de Derek—. Mejor seamos claros, ¿qué es lo que quieres para quitar esas fotos de tu I*******m? No lo pensó mucho cuando respondió: —Dinero, mucho dinero. Ofréceme una cantidad tentadora y hasta cierro mi perfil. —¿Cuánto quieres? —preguntó Derek con desconfianza. —Sorpréndeme —contestó Martina con una sonrisa, sabiendo que se había salido con la suya. ↓ Por lo menos la mitad del dinero que me había dado John en ese cheque terminó en la cuenta de Martina. Estaba furiosa, pues el daño estaba hecho, los con
AVRIL STEEL Noté la mirada de todos esos millonarios y empresarios, algunos parecían apenados por las recientes noticias, en otros era notoria su intención de acercarse, de enamorar a la recién divorciada y traicionada, de usarla hasta saciarse con sus huesos. No podía medir las intenciones de todos a mi alrededor, pero no tenía ganas de aceptar a nadie en mi vida, bueno o malo. Después de pedirle el divorcio a Derek era como si mi pecho estuviera vacío. No había nada dentro, estaba hueca. No aseguraba que mi corazón se hubiera quedado con él, más bien había sido triturado, casi pulverizado y parecía incluso inexistente, tal vez solo muerto, renuente a volver a latir. Pasé frente a una columna de la que pendía un espejo decorativo, me veía hermosa, como bien me había dicho mi osita, pero mi mirada solo reflejaba la profunda soledad y miseria que había dentro de mí. Estaba muerta por dentro, pero de pie, como los árboles. De pronto sentí una curiosa necesidad por acercarme a la
JOHN FOSTER No creí que Avril fuera a aceptar venir conmigo o eso fue lo que creí hasta que la vi entrar en el hangar, con su vestido violeta y sus ojos cargados de sueño, producto de todas esas noches sin dormir. Se plantó frente a mí y noté que sus hombros temblaron por el frío aire nocturno o tal vez por mi presencia y el viaje al que ella estaba aceptando. Me quité mi saco y cubrí sus hombros. Sentirla tan cerca me embriagaba, su calor, la suavidad de su piel, mis ansias por tocarla. Me di cuenta de que no había perdido el deseo que nació desde que éramos jóvenes. Subimos al avión privado mientras el teléfono en mi bolsillo vibraba impaciente. Era mi madre quien de seguro había notado que ya no me encontraba en la fiesta. En cuanto nos sentamos en la comodidad del interior, apagué el teléfono. La mirada de Avril se desvió hacia la ventanilla y vi como tragó saliva. Estaba nerviosa, dudando si estaba haciendo una buena elección mientras yo estaba desesperado porque el avión d
AVRIL STEEL Cuando desperté me tallé la cara con fuerza. Me sentía tan cansada que deseaba pasar el resto del día en la cama. Me senté sobre el colchón y al principio me asusté, pues la habitación se me hizo completamente desconocida. Al bajar mi atención hacia el vestido que portaba, recordé la fiesta y el viaje en avión. ¿En qué momento me había quedado dormida? Bostecé casi hasta dislocar mi mandíbula y entonces vi un hermoso vestido azul colgando de un gancho. Iba acompañado de unas lindas zapatillas. Se veía más cómodo que mi vestido largo y mis tacones de más de diez centímetros. Me asomé al baño y noté que tenía todo para disfrutar de burbujas en una enorme tina. Sin dudarlo, la llené de agua tibia, vacíe un par de sales de azahar y lavanda y me sumergí, tentada a quedarme dormida una vez más. ↓ No sabía dónde estaba John, creí que tocaría a mi puerta, pero el tiempo pasaba y eso no ocurrió. De pronto noté que mis anillos de compromiso y boda no estaban. ¿Se me habrían