AVRIL STEEL Llegué a la oficina, apresurada mientras Alissa corría detrás de mí con todos mis pendientes. La pasarela fue un éxito y los vestidos se vendieron casi de inmediato y a precios muy altos. John había tenido razón, incluso conseguimos más clientela de la que teníamos, conquistamos a otra clase de compradoras y parecía prometedor. Aun así, avancé a paso rápido con el único fin de esperar a mi CEO para hacerle algunas preguntas, me sentía confundida, nerviosa y la voz de mi amante solo giraba en mi cabeza y me hacía pensar en… John. ¿Era mucha coincidencia que ambas voces se parecieran? —¿Ya llegó el señor Foster? —pregunté ansiosa. —¡Sí! De hecho… Creo que llegó desde anoche —contestó Alissa detrás de mí haciendo que me detuviera en seco y girara hacia ella. —¿Cómo? —pregunté confundida. —Sí, tengo entendido que pasó la noche trabajando en su oficina —agregó escondiendo medio rostro detrás de los papeles, dejando que sus ojos detrás de esos grandes y redondos lentes fue
AVRIL STEEL Como bien había advertido Alissa, mi oficina estaba llena de tulipanes. Con solo abrir la puerta me sentí como si hubiéramos entrado a un jardín. Era demasiado. —Avril… —dijo Derek al verme, con una mirada cargada de incertidumbre, pero en cuanto vio a mi celoso protector, comenzó a rabiar—. ¿Le puedes decir a tu perro que nos deje a solas? —No pienso dejarte «a solas» con ella… ¿Algún problema? ¿Piensas hacer algo al respecto? —preguntó John, parecía ansioso por desatar una pelea. —¡Qué valiente hijo de puta! ¿Quieres que arreglemos esto afuera? —Derek le hizo frente. Ambos hombres parecían listos para intercambiar puños. —¿Afuera? Lo podemos arreglar en este mismo momento… —contestó John rechinando los dientes. —¡Suficiente! ¡Ya basta! —exclamé preocupada porque esto se volviera un espectáculo para toda la empresa—. John, por favor, déjame a solas con Derek. —¿Qué? —preguntó ofendido, como si le hubiera dado un golpe. —Lo que escuchaste, «Johny». Vete a la m
JOHN FOSTER Creí que podría ignorar la actitud de Avril, pensé que no me importaría que me corriera de su oficina, quedándose a solas con el hombre que había arruinado su vida. Me era imposible creer que, pese a todo lo ocurrido, lo prefiriera a él. Los celos y la frustración me carcomían. ¿Por qué no permitió que lo sacara a patadas del edificio? ¿Por qué tratarlo con diplomacia cuando no se lo merecía? Me sentí a punto de abandonar este juego de ser su amante, salir de la habitación y simplemente desaparecer de la misma forma que lo hice hacía tantos años. Vi la hora en mi reloj… no faltaba mucho para que Avril llegara, aun así, podía escabullirme. Dejé a un lado esas ideas y esperé. Triste y al mismo tiempo iracundo, hasta que la puerta se abrió. Fue la primera vez que a Avril no le costó encontrarme entre la penumbra, como si ya estuviera acostumbrándose a la oscuridad y a mi presencia. Sus ojos brillaron con intensidad y sus carnosos labios se entreabrieron. Todo el coraje
AVRIL STEEL ¿Mi esposo? ¡¿Cuál esposo?! De pronto recordé que mi divorcio no era aún de dominio público y casi vomito ahí mismo. —Lo siento, ¿se refiere a Derek? —pregunté tragando saliva. —Sí, el señor Malone pasó por ella. ¿Todo está bien? —inquirió notando como se me fue el color de las mejillas. Sin contestar y con un fuerte dolor de estómago, regresé sobre mis pasos, directo hacia el auto, mientras tenía ganas de gritar y llorar. ¿Cómo pude olvidarme? La escuela pedía una pequeña lista de personas autorizadas que pudieran pasar por el infante a la salida, en esa lista estaba Derek, pero rara vez él pasaba por la niña. Cuando sucedió el divorcio, no me acordé de ese pequeño detalle. Tuve que hablar con la maestra antes, tuve que acudir a la dirección para borrarlo de la lista, tuve que… hacer tantas cosas que ahora no podía cambiar. Me apoyé con ambas manos sobre el cofre del auto y Damián de inmediato se acercó con el ceño fruncido y alerta, como si pensara que alguien
AVRIL STEEL —Derek está en la casa, vino con la niña… —dijo mi madre, congelándome en ese momento—. Explicó que pasó por ella a la escuela. Trajo regalos para nosotros y unas flores para ti. De hecho, te estamos esperando. —¡¿Qué?! —exclamé furiosa—. ¿Por qué lo recibieron como si…? —Avril, tu abuelo no sabe nada… —siseó en voz baja. Eso significaba que no podía hablar con libertad, de seguro Derek estaba cerca o tal vez el abuelo—. No pienso arriesgar a mi padre a un escándalo, así que no podemos sacar a Derek de la casa a patadas como de seguro te gustaría, tampoco podíamos negarle la entrada, traía a la niña, podía llevársela a cualquier lado. »Espero que no tardes en llegar y arregles esto sin que tu abuelo se infarte y sin que ese hombre se lleve a Amber. —Voy para allá. —Colgué y me asomé entre los asientos de adelante—. Damián, llévame a casa de mis padres, ahí se encuentra… él con mi hija. Por favor, necesitaré que… —No se preocupe, señora —contestó Damián haciendo rug
JOHN FOSTER —¿Por qué tantos estudios? —pregunté harto mientras me abrochaba el pantalón. De pronto Rita levantó la mirada de su tabla y cada palabra en la que había pensado se le evaporó de la cabeza al revisar mi torso desnudo—. ¿Algún problema, doctora? No pude evitar sonreír, divertido. Aunque la consideraba mi amiga, era obvio que los instintos primarios de reproducción estaban ahí y era gracioso verla con la guardia baja. Sus mejillas se enrojecieron y desvió la mirada para poder descender su temperatura. —¿Qué necesidad de llenarte de tatuajes? —preguntó torciendo los ojos como si ese fuera el problema. —¿Bromeas? Me ejercité para poder tatuarme y que me viera sexy —contesté divertido y no pude evitar verme en ese espejo de una sola vista, flexionando mi brazo para tensar los músculos y hacer que luciera mejor la tinta en mi piel. De pronto las luces de la habitación parpadearon y Rita me arrojó mi camisa. —¡Cúbrete! Estás poniendo nerviosas a las doctoras del otro lado.
AVRIL STEEL —¿Qué es lo que quieres? —pregunté en cuanto llegamos al jardín y por fin estuvimos a solas. Damián nos veía desde la ventana, esperando cualquier señal para atacar, pero, por mi abuelo, estaba dispuesta a arreglar esto de manera civilizada. —Estoy consciente de que quieres quedarte con la custodia total de Amber —dijo Derek con la mirada fija en el cielo estrellado—. ¿Creíste que no me daría cuenta? —¿Para qué quieres tener su custodia? Nunca le prestaste atención cuando estuvimos casados, no lo harás ahora que estás soltero. Sé que preferirías perder tu tiempo con mujeres de dudosa procedencia —contesté malhumorada y de brazos cruzados. Ahora que sabía donde estaba Amber me sentía fuerte. —También es mi hija —agregó molesto—. Me mentiste con respecto a la empresa, ¿piensas jugar de la misma forma con la custodia de Amber? —No te mentí… —¡¿No?! Dijiste que la empresa estaba a punto de quebrar… Ahora es una de las más importantes a nivel nacional y pronto lo será a
JOHN FOSTER —No puedo creer que estemos haciendo esto —dijo Rita acurrucada en mi sillón con una taza llena de helado—. ¿Estás de acuerdo que no podré regresar a esta hora a mi casa? —Te puedes quedar en mi cama… —contesté de inmediato. Su compañía había aliviado un poco mi dolor, pero no del todo. Aún seguía pensando en Avril y en el mensaje que me envió. ¿En verdad me había desechado de esa forma? ¿Era cierto que regresaría con su esposo? Me estaba volviendo loco. —Y… ¿Dónde dormirás tú? —preguntó Rita y noté como sus mejillas se enrojecían. —En el sofá, aunque no parezca es bastante cómodo —agregué con media sonrisa, queriendo ocultar mi melancolía. —No lo sé… Creo que después de tantos años de conocernos, no creo que haya problema si compartimos la cama. —Se levantó del sofá de un brinco y dejó la taza en la mesita auxiliar. Caminó descalza hacia la habitación y justo en la puerta se quitó la blusa, quedando en brassier y extendiendo su mano hacia mí—. ¿No vienes? —Rita…