AVRIL STEEL Mi solicitud había sido respondida bastante rápido. Un hombre de actitud fría y reservada se presentó a mi despacho. Sabía que muchos CEOs y millonarios recurrían a esta clase de personas para sentirse seguros y resolver algunos problemas en los que no se podían involucrar. Tanto Alissa como yo lo vimos asombradas, parecía un robot, rígido y feroz. Mi ayudante se acomodó los lentes antes de dejar los papeles que iba cargando, sobre mi escritorio, y salir de la oficina, sin despegar la mirada de su nuevo «compañero» de trabajo. —Entonces… —No sabía por dónde empezar. Su «curriculum» era muy complejo. —Exmilitar y expolicía… —contestó con firmeza—. Ya he trabajado para otras personas adineradas y poderosas. Entiendo de qué se trata este negocio. —Ah… y… ¿de qué crees tú que se trata este trabajo? —pregunté preocupada. ¿Qué tal si creía que sería un matón a sueldo? Solo necesitaba que nos cuidara y que hiciera acto de presencia para que Derek no se acercara, no que
AVRIL STEEL El resto del día permanecí encerrada en mi oficina, no quería ver a John ni siquiera por equivocación. Quien tuvo que sufrir conmigo fue mi pequeña Amber; permaneció aburrida y cabizbaja en el sofá. Ya se había cansado de preguntar por qué no podía ir con su amigo el CEO. Cuando llegó la hora de regresar a casa, nos acercamos a nuestro nuevo guardaespaldas quien esperaba al lado del auto, listo para escoltarnos. —¡John! —exclamó Amber jalándose de mi mano. En cuanto se zafó corrió hacia él, con los brazos extendidos—. ¡John! ¡John! ¡John! Parecía ansiosa por llamar su atención y detener su andar. Mis pies se clavaron al piso en cuanto vi como John la recibió en sus brazos y la estrechó con dulzura. Amber parecía tan desesperada porque la cargara que casi se le subía al hombro mientras restregaba su rostro contra su pecho y sus manos se aferraban a su saco. —¡John! ¡¿Me extrañaste?! ¡Yo sí! ¡Mucho! —exclamó ansiosa, tomando el rostro de John entre sus manos, como si
AVRIL STEEL —A tu abuelo le dará mucho gusto verte… —dijo mi madre mientras la acompañaba hacia la habitación de huéspedes. Apenas había dejado a Amber en la escuela cuando mi madre me dijo que el abuelo se iría a vivir con ella y mi papá. Ya era un hombre grande y con problemas cardíacos que tomaba con optimismo. Decía que tenía el corazón agrandado por tanto amor que guardaba. —Papá… Avril vino a visitarte —agregó mi mamá en cuanto abrió la puerta. Mi abuelo estaba sentado en el borde de la cama, se veía pálido y cansado, pero cuando su mirada se levantó hacia mí, noté ese brillo de dicha que me hizo sentir tan mal. Había estado tan concentrada en la empresa y mi divorcio, que había olvidado por completo visitarlo. —¡Avril! ¡Mi hermosa «estrellita»! —dijo con una gran sonrisa. —¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? Me dijo mamá que te pusiste mal —contesté sentándome a su lado, tomando sus manos entre las mías, las cuales se sentían frías. —Tu madre insiste en que me mud
AVRIL STEEL Llegué a la escuela de Amber antes de lo previsto. Caminé hacia la cerca que tenía vista hacia el patio de receso. Ahí se encontraba mi pequeña jugando con sus amigos, parecía muy feliz riendo y agitando sus muñecas. Esperaban pacientemente a que sus padres los recogieran y quise esperar un poco para dejar que mi princesa siguiera jugando. En ese momento llegó la mamá de su amiga Kary, llevaba un bebé en brazos. El niño se retorcía de felicidad al ver a su hermanita y estiraba sus manitas para alcanzarla. Entonces vi el primer atisbo de tristeza en la mirada de Amber, veía al niño con emoción y ternura, y cuando su amiga se fue, se despidió melancólica. Minutos después llegó el papá de su amigo Roy, venía acompañado de dos niñas, las cuales corrieron enérgicas hacia su hermano. Bromearon, sacudieron su cabello y se despidieron de Amber, quien les sonrió con gentileza, pero sus ojos destilaron aún más tristeza. Mi pequeña osita quedó solita en el patio, sentada en la
JOHN FOSTER —Intenta no dejarme más moretones, ¿quieres? —pedí a Rita, sentada en el borde de mi cama. —Te prometo que será la última vez —contestó divertida, acercándose lentamente a mí con esa mirada amenazante mientras preparaba la aguja. Rita era la doctora que habían enviado para realizarme estudios de control. El cáncer que había atacado mi cuerpo parecía mantenerse a raya, pero cada año ella se presentaba a mi puerta para tomar muestras y ver mi evolución con el tratamiento experimental—. Si no tuvieras las venas de los brazos tan lastimadas, no usaría las de tu cuello. A menos que prefieras que use las femorales, tendrás que bajarte los pantalones. —Puedo tolerar que sigas pinchándome el cuello —contesté con media sonrisa y torciendo la mirada. —¿Señor Foster? —preguntó Damián, el guardaespaldas que le había conseguido a Avril hacía unos días. —¿Qué haces aquí? ¿No deberías de estar en la empresa, cuidando de tu jefa? —pregunté tenso. No quería que Avril se enterara de
AVRIL STEEL Cuando creí que a Alissa se le había olvidado mi petición, llegó con el «donador» perfecto para mí. Lo único que me entregó fue unas pruebas de laboratorio, con los datos personales ocultos con marcador negro, pues no tenía intensiones de saber nombre o apellido del hombre en cuestión, solo que estuviera sano y dispuesto. Mientras la empresa iba viento en popa y el plan que había propuesto John se volvía nuestra salvación, yo me mantuve atenta a mi calendario, esperando los días donde de seguro estaría ovulando, los mismo en los que pasaría la noche en la cama con un completo desconocido. ¿En verdad estaba segura de hacer algo así? ↓ Los dos días que había estado esperando llegaron al mismo tiempo. El desfile de moda sería en el hotel Grand Palace, el lugar de mi desgracia donde Derek me había engañado más de una vez, era irónico que fuera el mismo donde mi empresa se recuperaría de todo el daño que le causó. —¡Mami! ¡Te ves muy bonita! —exclamó Amber asomada al c
AVRIL STEEL —Tus padres me dijeron de este evento y me hicieron la invitación —contestó Rita con una gran sonrisa antes de voltear en dirección a los padres de John, quienes parecían incómodos al verme—. No hay problema o ¿sí? —No, para nada… Te ves bien —contestó John y volteó hacia mí, evitando que huyera—. Te quiero presentar a alguien muy importante para mí. Rita, ella es Avril Steel. La chica por fin se dio cuenta de que existía y me ofreció su mano, la cual estreché porque claramente no había otra opción. —Avril, ella es Rita, es mi… —¡Claro! ¡Avril Steel! ¡Tu jefa! —exclamó Rita interrumpiendo a John y dejándome con la incertidumbre. ¿Qué iba a decir? ¿Su novia? ¿Su amante? ¡¿Su qué?! ¿Su prometida?—. He visto los vestidos que hacen en tu empresa, son hermosísimos. —Volteó hacia John con una sonrisa pícara y actitud infantil—. Me comprarás uno, ¿verdad? —Ya veremos… —contestó John con una sonrisa divertida. —¡¿Cómo crees?! ¡No puedo tolerar un «ya veremos»! —exclamó
JOHN FOSTER Deslicé mi mano de su hombro hacia su cuello, invitándola a recargar su espalda sobre mi pecho. Incluso en la penumbra Avril era hermosa y sensual. Su delicioso perfume cosquilleó en mi nariz mientras percibía su cuerpo tenso. Estaba nerviosa y yo era víctima del deseo. Deposité un beso suave en su hombro que la hizo estremecer. Suavemente acaricié su rostro, pasando mis dedos por encima de sus ojos, invitándola a cerrarlos antes de que los cubriera con la suave tela que había escogido para ella. Lo único que usaría esa noche para mí. —Yo… no… sé si esto… —comenzó a tartamudear y no pude evitar sentir ternura. Acaricié sus labios antes de besarla. En cuanto su boca estuvo en contacto con la mía, algo cambió. Me sentí como hacía años no me sentía. Mis latidos se aceleraron y mi deseo por ella se alteró. —No te haré daño —pronuncié contra sus labios. Le quité el bolso de las manos, temeroso de ser descubierto y al mismo tiempo emocionado por este juego, dispuesto a a