AVRIL STEEL Llegué a la escuela de Amber antes de lo previsto. Caminé hacia la cerca que tenía vista hacia el patio de receso. Ahí se encontraba mi pequeña jugando con sus amigos, parecía muy feliz riendo y agitando sus muñecas. Esperaban pacientemente a que sus padres los recogieran y quise esperar un poco para dejar que mi princesa siguiera jugando. En ese momento llegó la mamá de su amiga Kary, llevaba un bebé en brazos. El niño se retorcía de felicidad al ver a su hermanita y estiraba sus manitas para alcanzarla. Entonces vi el primer atisbo de tristeza en la mirada de Amber, veía al niño con emoción y ternura, y cuando su amiga se fue, se despidió melancólica. Minutos después llegó el papá de su amigo Roy, venía acompañado de dos niñas, las cuales corrieron enérgicas hacia su hermano. Bromearon, sacudieron su cabello y se despidieron de Amber, quien les sonrió con gentileza, pero sus ojos destilaron aún más tristeza. Mi pequeña osita quedó solita en el patio, sentada en la
JOHN FOSTER —Intenta no dejarme más moretones, ¿quieres? —pedí a Rita, sentada en el borde de mi cama. —Te prometo que será la última vez —contestó divertida, acercándose lentamente a mí con esa mirada amenazante mientras preparaba la aguja. Rita era la doctora que habían enviado para realizarme estudios de control. El cáncer que había atacado mi cuerpo parecía mantenerse a raya, pero cada año ella se presentaba a mi puerta para tomar muestras y ver mi evolución con el tratamiento experimental—. Si no tuvieras las venas de los brazos tan lastimadas, no usaría las de tu cuello. A menos que prefieras que use las femorales, tendrás que bajarte los pantalones. —Puedo tolerar que sigas pinchándome el cuello —contesté con media sonrisa y torciendo la mirada. —¿Señor Foster? —preguntó Damián, el guardaespaldas que le había conseguido a Avril hacía unos días. —¿Qué haces aquí? ¿No deberías de estar en la empresa, cuidando de tu jefa? —pregunté tenso. No quería que Avril se enterara de
AVRIL STEEL Cuando creí que a Alissa se le había olvidado mi petición, llegó con el «donador» perfecto para mí. Lo único que me entregó fue unas pruebas de laboratorio, con los datos personales ocultos con marcador negro, pues no tenía intensiones de saber nombre o apellido del hombre en cuestión, solo que estuviera sano y dispuesto. Mientras la empresa iba viento en popa y el plan que había propuesto John se volvía nuestra salvación, yo me mantuve atenta a mi calendario, esperando los días donde de seguro estaría ovulando, los mismo en los que pasaría la noche en la cama con un completo desconocido. ¿En verdad estaba segura de hacer algo así? ↓ Los dos días que había estado esperando llegaron al mismo tiempo. El desfile de moda sería en el hotel Grand Palace, el lugar de mi desgracia donde Derek me había engañado más de una vez, era irónico que fuera el mismo donde mi empresa se recuperaría de todo el daño que le causó. —¡Mami! ¡Te ves muy bonita! —exclamó Amber asomada al c
AVRIL STEEL —Tus padres me dijeron de este evento y me hicieron la invitación —contestó Rita con una gran sonrisa antes de voltear en dirección a los padres de John, quienes parecían incómodos al verme—. No hay problema o ¿sí? —No, para nada… Te ves bien —contestó John y volteó hacia mí, evitando que huyera—. Te quiero presentar a alguien muy importante para mí. Rita, ella es Avril Steel. La chica por fin se dio cuenta de que existía y me ofreció su mano, la cual estreché porque claramente no había otra opción. —Avril, ella es Rita, es mi… —¡Claro! ¡Avril Steel! ¡Tu jefa! —exclamó Rita interrumpiendo a John y dejándome con la incertidumbre. ¿Qué iba a decir? ¿Su novia? ¿Su amante? ¡¿Su qué?! ¿Su prometida?—. He visto los vestidos que hacen en tu empresa, son hermosísimos. —Volteó hacia John con una sonrisa pícara y actitud infantil—. Me comprarás uno, ¿verdad? —Ya veremos… —contestó John con una sonrisa divertida. —¡¿Cómo crees?! ¡No puedo tolerar un «ya veremos»! —exclamó
JOHN FOSTER Deslicé mi mano de su hombro hacia su cuello, invitándola a recargar su espalda sobre mi pecho. Incluso en la penumbra Avril era hermosa y sensual. Su delicioso perfume cosquilleó en mi nariz mientras percibía su cuerpo tenso. Estaba nerviosa y yo era víctima del deseo. Deposité un beso suave en su hombro que la hizo estremecer. Suavemente acaricié su rostro, pasando mis dedos por encima de sus ojos, invitándola a cerrarlos antes de que los cubriera con la suave tela que había escogido para ella. Lo único que usaría esa noche para mí. —Yo… no… sé si esto… —comenzó a tartamudear y no pude evitar sentir ternura. Acaricié sus labios antes de besarla. En cuanto su boca estuvo en contacto con la mía, algo cambió. Me sentí como hacía años no me sentía. Mis latidos se aceleraron y mi deseo por ella se alteró. —No te haré daño —pronuncié contra sus labios. Le quité el bolso de las manos, temeroso de ser descubierto y al mismo tiempo emocionado por este juego, dispuesto a a
AVRIL STEEL Abrí los ojos en cuanto escuché que alguien tocó a la puerta. —¡Servicio a la habitación! —exclamaron del otro lado, entonces lo comprendí, ¡ya había amanecido y yo seguía en la habitación de ese hotel! Quise salir de la cama de un brinco, pero todo me dolía de la cadera para abajo y recordé al hombre de anoche. Las yemas de mis dedos hormigueaban como si volvieran a sentir su piel caliente y sus músculos tensos. Era atlético, no me cabía duda, y sus labios eran suaves y dulces. Me dejé caer en la cama, cubriéndome con la sábana hasta medio rostro, ocultando mi sonrisa y un suspiro de adolescente enamorada. El «donador» había controlado mi miedo y nerviosismo, me había acariciado como jamás nadie lo había hecho. Me hizo sentir deseada. Giré mi rostro y entonces me encontré con esa linda rosa descansando a mi lado. La tomé con cuidado y la vi más de cerca, acaricié sus pétalos y olfateé su perfume. Mi piel se erizó y mi sonrisa se hizo más grande. No pude evitar compa
JOHN FOSTER Avril y su osita bajaron las escaleras de la casa, listas para nuestro paseo dominical. Amber lucía un hermoso vestido rosa, mientras que Avril se veía jovial y fresca con esos pantalones de mezclilla y una blusa del mismo color que el vestido de su osita. Era como ver a «Barbie» y a su hija después de cambiar de accesorios. Era impresionante lo hermosa que se veía Avril de cualquier forma y entonces recordé la noche que pasamos. Esta noche se repetiría y ya tenía en mente un par de cosas que haría con ella. Me moría por sincerarme, por hablarle de la desesperación que me embargaba por volver a tenerla, pero sabía que aún no era momento, la reciente separación de su esposo aún era un obstáculo, pero confiaba en que, cuando descubriera que yo era su fiel amante anónimo y que tendríamos un hijo, no podría rechazarme, no podría alejarse de mí. —¡Estamos listas! —exclamó Amber dando un brinco para plantarse frente a mí—. ¿A dónde nos llevarás? —A la luna, si eso quieren…
AVRIL STEEL Sorbí por la nariz y volteé sin poder ocultar mis lágrimas. No estaba llorando de tristeza, era impotencia, odio, rencor, furia… frustración. Me apoyé en la tarja y traté de tranquilizarme. Las manos de John se posaron en mi cintura, me giró hacia él y me estrechó con ternura. —Estoy bien… —dije queriendo escapar de sus brazos, pero las lágrimas me delataban. —No estás bien —contestó acariciando mi cabello—. Es normal. —Es como si no se diera cuenta del daño que me hizo, o simplemente no le importara. No lo quiero cerca, no quiero volver a verlo, no quiero saber absolutamente nada de él —dije aferrándome a su playera con ambas manos, escondiendo mi rostro en su pecho. —Tranquila, no estás sola… mientras yo esté a tu lado, Derek no volverá a acercarse a ti —contestó besando mi frente con ternura. Levanté mi rostro hacia él, perdiéndome en la profundidad de sus ojos. Posé mi mano sobre su mejilla, sintiendo lo rasposo de esa barba que comenzaba a brotar por sus por