AVRIL STEEL La noche había caído y no parecía que John fuera a regresar. Me mantuve ocupada en el trabajo, queriendo distraerme, cuando vi la hora, tuve que pedirles a mis padres que pasaran por Amber. La pobre ya se estaba quedando dormida en el sofá. La soledad de la oficina me hizo sentir incómoda, incluso le había pedido a Alissa que se fuera a casa. Solo quedamos los de seguridad y yo. En ese momento mi teléfono se iluminó, era un mensaje de John: «Disculpa que no pudiera regresar. Nos vemos mañana a primera hora. Despídeme de Amber». Torcí los ojos y puse boca abajo mi teléfono, ni siquiera lo contestaría. Seguí escribiendo en mi computadora, arreglando unos últimos detalles para la junta del día siguiente cuando una sombra entrando a mi oficina me erizó la piel. Levanté la mirada de la pantalla y lo vi paseando por la oficina, prestando atención a todo lo que colgaba de las paredes. —Siempre te gustó comprar arte… —dijo Derek dándole golpecitos a la pintura—. Siempre dem
AVRIL STEEL —¡Lo logramos! —dijo mi abogado entrando a mi oficina, con una sonrisa de oreja a oreja, levantando el acta de divorcio como si fuera su bandera de victoria—. Esta mañana llegaron los documentos firmados. Oficialmente estás divorciada de Derek Malone. Le ofrecí una sonrisa lánguida en el momento en que entró John. Fresco, con una gran sonrisa y un par de cafés en las manos. —¿Qué estamos festejando? —Sonrió contagiado por la emoción de mi abogado y me ofreció uno de los cafés. —La señora Steel es libre —contestó mi abogado con orgullo antes de voltear hacia mí—. Me sorprende que cambiara de opinión el señor Malone. —Anoche se presentó en mi oficina —dije sin prestar atención en como ambos hombres parecían sorprendidos—. Se dio cuenta de las deudas que adquiriría si no aceptaba los términos del divorcio con respecto a la empresa. Siempre fue ambicioso y avaro. —Pues… funcionó… —contestó mi abogado con voz acartonada, parecía preocupado—. Debes de mejorar la segurida
AVRIL STEEL Mi solicitud había sido respondida bastante rápido. Un hombre de actitud fría y reservada se presentó a mi despacho. Sabía que muchos CEOs y millonarios recurrían a esta clase de personas para sentirse seguros y resolver algunos problemas en los que no se podían involucrar. Tanto Alissa como yo lo vimos asombradas, parecía un robot, rígido y feroz. Mi ayudante se acomodó los lentes antes de dejar los papeles que iba cargando, sobre mi escritorio, y salir de la oficina, sin despegar la mirada de su nuevo «compañero» de trabajo. —Entonces… —No sabía por dónde empezar. Su «curriculum» era muy complejo. —Exmilitar y expolicía… —contestó con firmeza—. Ya he trabajado para otras personas adineradas y poderosas. Entiendo de qué se trata este negocio. —Ah… y… ¿de qué crees tú que se trata este trabajo? —pregunté preocupada. ¿Qué tal si creía que sería un matón a sueldo? Solo necesitaba que nos cuidara y que hiciera acto de presencia para que Derek no se acercara, no que
AVRIL STEEL El resto del día permanecí encerrada en mi oficina, no quería ver a John ni siquiera por equivocación. Quien tuvo que sufrir conmigo fue mi pequeña Amber; permaneció aburrida y cabizbaja en el sofá. Ya se había cansado de preguntar por qué no podía ir con su amigo el CEO. Cuando llegó la hora de regresar a casa, nos acercamos a nuestro nuevo guardaespaldas quien esperaba al lado del auto, listo para escoltarnos. —¡John! —exclamó Amber jalándose de mi mano. En cuanto se zafó corrió hacia él, con los brazos extendidos—. ¡John! ¡John! ¡John! Parecía ansiosa por llamar su atención y detener su andar. Mis pies se clavaron al piso en cuanto vi como John la recibió en sus brazos y la estrechó con dulzura. Amber parecía tan desesperada porque la cargara que casi se le subía al hombro mientras restregaba su rostro contra su pecho y sus manos se aferraban a su saco. —¡John! ¡¿Me extrañaste?! ¡Yo sí! ¡Mucho! —exclamó ansiosa, tomando el rostro de John entre sus manos, como si
AVRIL STEEL —A tu abuelo le dará mucho gusto verte… —dijo mi madre mientras la acompañaba hacia la habitación de huéspedes. Apenas había dejado a Amber en la escuela cuando mi madre me dijo que el abuelo se iría a vivir con ella y mi papá. Ya era un hombre grande y con problemas cardíacos que tomaba con optimismo. Decía que tenía el corazón agrandado por tanto amor que guardaba. —Papá… Avril vino a visitarte —agregó mi mamá en cuanto abrió la puerta. Mi abuelo estaba sentado en el borde de la cama, se veía pálido y cansado, pero cuando su mirada se levantó hacia mí, noté ese brillo de dicha que me hizo sentir tan mal. Había estado tan concentrada en la empresa y mi divorcio, que había olvidado por completo visitarlo. —¡Avril! ¡Mi hermosa «estrellita»! —dijo con una gran sonrisa. —¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? Me dijo mamá que te pusiste mal —contesté sentándome a su lado, tomando sus manos entre las mías, las cuales se sentían frías. —Tu madre insiste en que me mud
AVRIL STEEL Llegué a la escuela de Amber antes de lo previsto. Caminé hacia la cerca que tenía vista hacia el patio de receso. Ahí se encontraba mi pequeña jugando con sus amigos, parecía muy feliz riendo y agitando sus muñecas. Esperaban pacientemente a que sus padres los recogieran y quise esperar un poco para dejar que mi princesa siguiera jugando. En ese momento llegó la mamá de su amiga Kary, llevaba un bebé en brazos. El niño se retorcía de felicidad al ver a su hermanita y estiraba sus manitas para alcanzarla. Entonces vi el primer atisbo de tristeza en la mirada de Amber, veía al niño con emoción y ternura, y cuando su amiga se fue, se despidió melancólica. Minutos después llegó el papá de su amigo Roy, venía acompañado de dos niñas, las cuales corrieron enérgicas hacia su hermano. Bromearon, sacudieron su cabello y se despidieron de Amber, quien les sonrió con gentileza, pero sus ojos destilaron aún más tristeza. Mi pequeña osita quedó solita en el patio, sentada en la
JOHN FOSTER —Intenta no dejarme más moretones, ¿quieres? —pedí a Rita, sentada en el borde de mi cama. —Te prometo que será la última vez —contestó divertida, acercándose lentamente a mí con esa mirada amenazante mientras preparaba la aguja. Rita era la doctora que habían enviado para realizarme estudios de control. El cáncer que había atacado mi cuerpo parecía mantenerse a raya, pero cada año ella se presentaba a mi puerta para tomar muestras y ver mi evolución con el tratamiento experimental—. Si no tuvieras las venas de los brazos tan lastimadas, no usaría las de tu cuello. A menos que prefieras que use las femorales, tendrás que bajarte los pantalones. —Puedo tolerar que sigas pinchándome el cuello —contesté con media sonrisa y torciendo la mirada. —¿Señor Foster? —preguntó Damián, el guardaespaldas que le había conseguido a Avril hacía unos días. —¿Qué haces aquí? ¿No deberías de estar en la empresa, cuidando de tu jefa? —pregunté tenso. No quería que Avril se enterara de
AVRIL STEEL Cuando creí que a Alissa se le había olvidado mi petición, llegó con el «donador» perfecto para mí. Lo único que me entregó fue unas pruebas de laboratorio, con los datos personales ocultos con marcador negro, pues no tenía intensiones de saber nombre o apellido del hombre en cuestión, solo que estuviera sano y dispuesto. Mientras la empresa iba viento en popa y el plan que había propuesto John se volvía nuestra salvación, yo me mantuve atenta a mi calendario, esperando los días donde de seguro estaría ovulando, los mismo en los que pasaría la noche en la cama con un completo desconocido. ¿En verdad estaba segura de hacer algo así? ↓ Los dos días que había estado esperando llegaron al mismo tiempo. El desfile de moda sería en el hotel Grand Palace, el lugar de mi desgracia donde Derek me había engañado más de una vez, era irónico que fuera el mismo donde mi empresa se recuperaría de todo el daño que le causó. —¡Mami! ¡Te ves muy bonita! —exclamó Amber asomada al c