JOHN FOSTER
Como aquella vez que me robé a los niños de esa villa en Italia, me escabullí en la residencia nueva del doctor, esta vez como un sirviente de reemplazo.
Me calcé los guantes, me acomodé el elegante traje de servicio, sintiéndome como un pingüino conserje. Acomodé la servilleta de tela sobre mi brazo y con una elegancia que nadie jamás vería en un sirviente, caminé por la casa, pasando sutilmente fuera de cada puerta, buscando a una rubia encantadora con la mente en blanco.
Estaba seguro de que en cuanto me viera, recordaría todo, o ese era mi plan. Tal vez tuve que asesorarme con un experto antes de mi incursión.
Llegué hasta la biblioteca sin éxito y cuando estaba delante de esta, dudé por un momento en abrir la puerta. Con un hermoso vestido color durazno y sus lindos cabellos organizados en mechones que se torc&iac
JOHN FOSTERApenas fui capaz de tomarla en brazos cuando Chapman me la arrebató, dejando que el grupo de sirvientes que había escuchado la discusión entrara y me sujetaran.—No tienes por qué mantenerla aquí… —refunfuñé mientras medía la fuerza de quienes me agarraban.—Sus padres me cedieron el control sobre ella mientras recupera la memoria. Yo soy su tutor y ella mi protegida —contestó Chapman estrechándola con firmeza, mientras la mirada nerviosa y adolorida de Avril se clavaba en mí. Apenas podía ponerse de pie, su frente ya tenía una fina capa de sudor y sus extremidades temblaban—. Ya le has hecho mucho daño, ¿no crees?»¡Clary! ¡Llévate a Avril a su habitación…! —gritó y en ese momento una enfermera, apenada y con la mirada clavada en el pi
AVRIL STEEL —Es extraño… —dije en voz baja mientras Clary me entregaba mi vasito con pastillas—. Recuerdo muchas cosas, John hizo que… algo en mi cerebro se activara, pero… veo todo en tercera persona, como si fuera una espectadora y no quien vivió cada situación. —Es normal —contestó acariciando mi brazo con dulzura—. Recuperar la memoria es más complejo de lo que parece. —¿Siempre será así? —pregunté con miedo. —A veces creo que hay cosas que más vale olvidar. Dolores y desilusiones que solo se vuelven un lastre en tu vida y que arrastras en forma de miedo y frustración —contestó con melancolía—. Toma lo mejor, aprende de esos recuerdos y sigue adelante. Todo estará bien, ya verás. En ese momento la puerta de la habitación se abrió y lo primero que se asomó fue un ramo enorme de flores que impregnó el cuarto con ese aroma dulce y a hierva recién cortada. Detrás del adorno se encontraba Chapman, quien me dedicó una sonrisa gentil, pero su mirada parecía indecisa. —Clary, ¿Puede
AVRIL STEEL Chapman no solo me había confesado su amor, sino también me había invitado a una cena romántica. Mientras me arreglaba frente al espejo, entró corriendo el pequeño Scott, quien se detuvo en seco al verme. —¡Wao! ¡Qué bonita! —exclamó—. Pareces una princesa. —¿Te agrada? —pregunté levantándome del taburete y dando una vuelta, dejando que la delicada falda del vestido diera vuelo. —¡Sí! —respondió sentándose en el borde de la cama—. ¿Saldrás con el doctor? —Entonces su sonrisa se disolvió lo suficiente para dejarme ver su tristeza. —Así es… ¿No te agrada la idea? —pregunté sentándome a su lado. —Supongo que está bien… —¿Qué ocurre? —Yo creí que el doctor y mi mamá… —no terminó la frase, pero la entendí. —¿Ella está enamorada de él? —No lo sé… Ella dice que no —contestó recargando su cabeza en mi brazo—, pero él es tan bueno con nosotros. No se parece en nada a mi papá, él era muy malo. —¿Muy malo? —Sí, cuando llegaba enojado del trabajo, mi mamá y yo jugábamos a la
AVRIL STEEL —Ahora que has recuperado la memoria, no tengo motivos para que te quedes a mi lado y así poder cuidarte —dijo Chapman viendo el anillo en la caja, notando mi duda ante su propuesta. —Pero… —Las cosas no son sencillas, Avril. Si aceptas casarte, no solo podré seguir cuidando de ti, sino que podemos ir por tus hijos y que vivan con nosotros en la casa, como una verdadera familia… Estaba desesperado, como si estuviera contra reloj. Algo lo estaba asustando. No dudaba que lo hiciera para protegerme, pero… ¿de qué? —Es demasiado precipitado… yo… —Hace unos días los padres de John, los señores Foster, terminaron sin nada. Su casa fue confiscada y sus hoteles clausurados. Los negocios de la familia fueron sometidos a una revisión muy minuciosa. El señor Foster terminó detrás de las rejas por evasión de impuestos, lavado de dinero y otras clases de ilegalidades que parecían bien escondidas… —¿Eso es malo? —pregunté ladeando la cabeza. Todo lo que estaban recibiendo se lo m
HENRY CHAPMANMe sacaron ante la mirada de todos los comensales y pude sentir que mi carrera como médico se iba a la mierda con todo este escándalo. Comencé a hacer memoria, intenté pensar en alguna paciente que pudiera tomar mis acercamientos como algo indebido, pero no pude encontrar ningún nombre.Cuando trataba con mujeres, por lo general insistía que una enfermera se quedara a mi lado para seguir el procedimiento. Sabía que era complicado y podía prestarse a mal algunas palpaciones, pero… ¿al punto de que me denunciaran por abuso? ¡Debía de ser una pésima broma!Me metieron a la patrulla, una camioneta negra con vidrios polarizados y su habitual sirena azul y roja parpadeando sobre el techo. Cuando volteé hacia mi lado, sintiendo que no estaba solo, un puño me recibió de lleno en la cara, haciéndome retroceder y chocar con la puerta recién cerrada.—Es lo mínimo que te mereces por todo lo que has hecho, Chapman —dijo John viendo sus nudillos y apretando los puños.—De lo único qu
AVRIL STEEL —Gracias por traerme… —dije cabizbaja mientras recorría al lado del detective el camino hacia el pórtico. —Lamento las circunstancias… —contestó antes de entregarme la pequeña caja de terciopelo que se había quedado en la mesa del restaurante—. Es un golpe muy grande a la reputación del doctor, pero haré lo que sea necesario para ayudarlo con esos falsos testimonios. Tomé la caja entre mis manos y la volví a abrir. No me sentía con ganas de tomar ese anillo. —Creo saber quien está detrás de todo esto… —susurró pensativo, haciendo que mi atención volviera hacia él—. La misma persona que está acabando con los Foster. No está a salvo, señorita Steel. ¿Se refería a John? No quise preguntarle en voz alta. —Estaré visitándola constantemente para asegurarme de que está bien —agregó con media sonrisa—. Que pase buena noche. —Gracias, detective —contesté mientras lo veía marchar. Cuando entré a la ca
AVRIL STEELEl juicio de Chapman fue breve pero intenso. Tres mujeres jóvenes y hermosas se presentaron en el estrado, llorando, acusando al doctor de haberlas tocado indebidamente. Cualquiera que no conociera a Chapman les creería, pues en verdad parecían devastadas y sus palabras entrecortadas y lágrimas tocaron el corazón del jurado, incluso yo me sentí tentada en creerles.El abogado de las chicas pedía una condena de cinco a diez años, lo cual parecía demasiado, el juez solo dictó tres años, uno por cada mujer. Fue curioso, un recuerdo más se desbloqueó, era John cuando éramos adolescentes, mientras nos columpiábamos suavemente en aquel parque: «Avril, siempre pide más de lo que necesitas… para que te den justo lo que quieres. Si necesitas un auto, pide un helicóptero, porque de pedir el auto, te darán una bici
AVRIL STEEL—Entenderá que la custodia de la señorita Steel… —No terminó de hablar el detective cuando John lo interrumpió mientras acariciaba mi mejilla con extrema delicadeza.—Tengo entendido que la señorita Steel ha recuperado la memoria, esa era la única condición que la mantenía atada al doctor. Dada la situación, ella es libre de ir a donde quiera y con quien quiera —contestó con una voz tan suave como la seda. Cuando levanté mi mirada hacia él, me sentí pequeña y vulnerable.No era el hombre de mis recuerdos, esa aura de poder y ferocidad lo hacían ver imponente y peligroso. Nunca usó sus recursos para intimidar a los demás. Nunca se dejó envenenar por el poder, hasta hoy. Aun así, pese a que había cambiado, mi corazón seguía latiendo desbocado, quer&iacut